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62 LIBERACION LIBERACION dignidad humana, civilización uniforme, economia socialista, acabarán con clérigos y con espantos como darán también al traste con satrapias y dictaduras.
tos, honorables jefes de familia que se emborrachaban con Veintemilla y con Urbina. liberales asi como habían rezado el bendito y se habían golpeado el pecho durante la omnipotencia del conservador García Moreno.
Que le llevaban mujeres y medicinas para su enfermedades venéreas a Cipriano Castro.
Que reían las ocurrencias homicidas, las disposiciones sanguinarias de los Resas, de los Melgarejos, los Barrios y los Zelayas.
Que estuvieron con Huerta, con Machado, con Sánchez Cerro, con Estrada Cabrera Que se adelantan de rodillas a complacer los deseos del actual y viejo sátrapa venezolano.
Que sirven y aconsejan al tiranoide guatemalteco de hoy, como sirvieron y aconsejaron al de ayer.
Que no titubean en reformar leyes y constituciones para reelegir indefinidamente a los mandatarios indispensables.
Que discuten en Santo Domingo, con tropical calor, si el monumento en vida al general Trujillo debe ser ecuestre, o si será preferible que el cuartelario pase a la inmortalidad sentado en amplio sillón de mármol o de bronce, escudriñando ansiosamente el más allá de la patria dominicana. a estos mercaderes o redomados bribones se les admira, se les honra, les rinde tributo la espuma aristocrática, se les lleva por votación unánime a los más altos puestos públicos. los hijos sienten orgullo de haber sido engendrados por tan ilustres padres. ufánanse de semejantes maridos las inconscientes o interesadas esposas que tuvieron la buena fortuna de atraparlos!
Hay duelo nacional cuando se mueren y pensión para la viuda. Mientras alien.
tan, vano es decirlo, gozan de regalado yantar y de suave y tibio lecho, en tanto sufren en el destierro o en la cárcel, olvidados y escarnecidos, aquellos a quienes se moteja por no entrar en razón.
Entrar en razón significa ponerse en contacto con la ignominia, caer en el cieno, acercarse al poderoso lleno de lacras, aplaudir sus desmanes, trocar lisonjas y adulaciones en valores efectivos, no importa cómo se hagan ni de dónde vengan.
De manera que el problema latinoamericano es un hondo problema de reajuste, de nueva organización infraestructural, de lucha contra el monopolio de los medios de producción y de cambio, de radical batalla contra los explotadores del trabajo humano.
Transformación agraria sobre todo, porque la tierra es la fuente de vida, es el patrimonio de las generaciones pasadas, de las generaciones presentes y de las que han de venir.
Control absoluto y explotación del subsuelo por el Estado, representante de la sociedad, enfrentándose a los detentadores de esta segunda gran fuente natural de riqueza colectiva que hasta la fecha, a cambio de miseros impuestos y de jornales irrisorios, solamente ha beneficiado a la privanza extranjera.
Enérgica batida anti imperialista, de modo que pueda contenerse la sumisión de nuestros países, cada vez más acentuada, al capital internacional que desde larga distancia nos succiona y acogota.
Podrá decirse que no estamos preparados para dar el salto al socialismo integral, adelantándonos a las grandes potencias que conservan su vieja estructura burguesa, y a cuya economía nos encontramos ligados inevitablemente; que no podemos bastarnos a nosotros mismos por falta de industrialización; y que, con raras excepciones, el proletariado latinoamericano, oprimido, dúctil a la voz del clero y a la voz del amo, lleno de falsas creencias y de ancestrales prejuicios que lo deforman y empequeñecen, no se da cuenta exacta de su poder ni de sus derechos.
Hay en esas afirmaciones mucho de verdad. Pero en tanto llega la hora de establecer la propiedad colectiva de los medios de producción, de entrar definitivamente en la etapa socialista, no sólo es posible sino obligatorio que los hombres de vanguardia orienten y organicen a los trabajadores para su defensa como clase, en tal forma que el poder público deje de ser un instrumento de opresión al servicio de los privilegiados. es también posible convertir al Estado en coordinador de las energías productoras; en director y equilibrador consciente de los fenómenos económicos, que ya no pueden dejarse abandonados al libre juego de la clásica escuela liberal; que se deben, pues, disciplinar, sobre bases técnicas de justicia social, renunciando así el gobierno a su comodo papel de simple espectador y cobrador de impuestos con uniforme de policía.
En otras palabras, hemos llegado a un punto en que se hace indispensable la economía dirigida. Mas no la economía dirigida de carácter fascista, que pugna por mantener a todo trance la organización vigente y por salvar a los grandes capitalistas limitando la producción y elevando los precios, sino la economía dirigida en favor del proletariado, antesala del socialismo, que en el caso concreto de la América Latina tomará sin duda un aspecto transitorio de nacionalismo defensivo.
Respecto de la fase religiosa, de importancia evidente, no puede presentar el determinismo económico demostración mejor de validez, ejemplo más claro ni más rotundo que el de la iglesia católica con su innegable poderío en nuestro medio.
Instrumento eficaz de las minorías privilegiadas, está la religión fuertemente enraizada en la infraestructura de los pueblos hispánicos, de cuyo feudalismo es fiel reflejo. como así conviene a sus intereses, y a los intereses de sus aliados, se ha opuesto siempre la iglesia a prédicas y a doctrinas que nos hagan salir del ciclo colonial, usando de todas sus armas a través de cuatrocientos años de fanatización.
Se explica por lo tanto su fuerza incontrastable y lo inútil de acometer en contra suya con rojas exaltaciones, olvidando que lo básico es lo que se debe transformar para vencerla.
Los liberales, los comecuras del siglo pasado, las leyes de reforma, la escuela laica no han podido acabar en Latino América con el fanatismo de las masas.
La religión persiste, como persisten los prejuicios, como persisten los tiranos, como persiste todo lo que se halla en congruencia con nuestras relaciones de producción Tractores, luz eléctrica, buenos caminos, progreso, comodidades materiales para el hombre del campo y de la ciudad, alimentación adecuada, un alto concepto de la Este nacionalismo defensivo que estamos obligados a predicar y a fortalecer de confín a confín de nuestra América, es urgente para salvarnos mientras exista y nos amenace y nos ahogue el capital monopolista, aliado de la burguesía doméstica.
Es de imperiosa necesidad que lo tremolemos como bandera, que lo pongamos en primera fila, que lo sientan y lo amen y lo defiendan las clases trabajadoras.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.