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58 LIBERACION LIBERACION 59 Eugenio Maria de Hostos, don Andrés Bello, Rufino José Cuervo, los Heredia, Miguel Antonio Caro, José de la Luz y Caballero, don Juan Montalvo en su aspecto cervantino para citar apenas unos cuantos nombres de excepción en el siglo diecinuevem fueron tan exóticos en nuestro medio como el alto plano juridico de que nos vanagloriamos, como la ópera, como Miguel Angel, el Greco, los parnasianos, los simbolistas, como todos aquellos manjares importados, muy costosos, que únicamente saborean los grupos escogidos. Es difícil afirmar que tan preclaros ingenios, en lo que tienen de eruditos o de clásicos, hubiesen sido un producto, un reflejo siquiera del ambiente cultural americano.
Tampoco pudieron serlo en fecha más cercana José Enrique Rodó, ni Rubén Dario, ni José Ingenieros, ni Amado Nervo, ni Silva, ni Díaz Mirón, ni lo es Guillermo Valencia, el poeta, ni Lugones, versificador, ni pensadores, prosistas o estetas de encumbrado vuelo, nacidos por accidente en este lado del Atlántico. Estos y aquéllos, los del siglo veinte y los del siglo diecinueve, exceptuados sean los dos últimos que todavía respiran, mantuviéronse en contradicción con la mediocridad que les rodeaba o emigraron, para no asfixiarse, pese al acendrado amor romántico que siempre profesaron a su tierra nativa.
En cambio sí coinciden con la infraestructura medioeval latinoamericana, de cuerpo entero, el Montalvo que arremete tempestuoso contra follones y malandrines; el Rubén Dario que baja de su torre y acepta, por biológicas urgencias, la dádiva de los modernos señores de horca y cuchillo, nicaragüenses o guatemaltecos; Guillermo Valencia metido en política sin programa de liberación, atento al mandar de arzobispos y de nuncios apostólicos; Leopoldo Lugones ensalzando el uso de la espada, con ánimo de complacer a más de un machetero; José Santos Chocano, Secretario de Francisco Villa y defensor, en varias latitudes, de sombrios tiranos; Díaz Mirón con su pistola al cinto, agresivo el ademán, defendiendo a Victoriano Huerta.
He aquí, pues, como el arte puro de estos latinoamericanos de alta prosapia intelectual abrévase en lejanas fuentes, en superestructuras divorciadas de nuestros modos de producción, en tanto que el hombre se ciñe al medio, a un conjunto de realidades que vienen a ser, en el caso concreto, la indómita bravura de Montalvo, las necesidades urgentes de Dario, las ambiciones presidenciales de Valencia, la actitud falsa de Lugones, la vida aventurera de Chocano, la temible y elocuente pistola automática de Díaz Mirón.
Los parlamentos, lo que se acuerda en los congresos, las leyes exóticas que como el coñac y los vinos generosos hemos tenido que importar del extranjero, lo que ofrecen con largueza los politicos, lo que graciosamente rebuznan los filósofos, lo que dicen, hacen y estornudan aprovechados demagogos, lo que consignan los historiadores, lo que cantan los poetas que suspiran por Paris y se emocionan con Verlaine, mientras la multitud que los rodea se hunde en el dolor y en la miseria, es todo falso y engañoso: programas utópicos, jurisprudencia inadecuada, politica insincera por inadaptable, historias en lugar de historia, literatura selecta para cenáculos reducidos.
La realidad, esbozada en renglones anteriores, se podría concretar, se podría re ducir a estos cinco puntos esenciales: Primero. Explotación imperialista.
Segundo. Predominio incontrastable del capital doméstico, formado por el gran terrateniente, el banquero, el intermediario, el exportador, por todos los que controlan la maquinaria oficial y monopolizan los medios de producción y de cambio. Muchos de ellos son extranjeros que manejan a su albedrio el sistema monetario para obtener mayores ganancias con sus especulaciones.
Tercero. Miseria de las clases trabajadoras desposeidas; es decir, esclavitud económica y la consiguiente esclavitud política de las mayorías.
Cuarto. Eficaz cooperación de la iglesia con los detentadores privilegiados, pudiendo repetirse en nuestro caso lo que al respecto dijo Henry George: Religión que se alia con la injusticia para predicar contra las naturales aspiraciones de las masas, es peor que el ateismo.
Quinto. Satrapias medioevales de todos los matices. como corolario indispensable, los que sostienen a fuer de cultos semejantes regimenes: intelectuales, abogados de renombre, grandes cerebros. caballeros de levita al servicio de Cipriano Castro, de Juan Vicente Gómez, de Victoriano Huerta, de Ubico, de Sánchez Cerro, de Machado, de sargentones y rabadanes.
Los mismos para quienes el imperialismo del hermano mayor. de la ejemplar democracia anglosajona. sólo es un fantasma.
Los que pregonan la conveniencia de echarnos al cuello la soga de nuevos tratados comerciales con Estados Unidos, y se muestran llenos de pesadumbre porque todavia no se reunen los fondos necesarios para terminar la carretera panamericana.
Los que en el centenario de la Doctrina de Monroe, sin perder su ecuanimidad de embajadores, se volvieron locos de entusiasmo frente al Canal de Panamá con la famosa doctrina que nos dió indepedencia.
Los que en la Habana batieron palmas a Coolidge, se inclinaron ante Hughes, ignoraron a Sandino y plantaron un arbolito de buena voluntad.
Los que en Washington suspiran emocionados cuando se anuncia un concierto de música regional cubana, mexicana o argentina, y se presentan compungidos a dar satisfacciones al Secretario de Estado cada vez que en sus paises por ignorancia seguramente, o por política. señalan algunos malagradecidos el avance imperialista.
Los mismos para no alargar esta regocijada colección de grandes hechos diplomáticos a quienes se refiere el siguiente mensaje trascendental que, sin duda, beneficiará ostensiblemente a las repúblicas latinoamericanas. WASHINGTON, abril 15 de 1935. United Press. Los representantes de diecinueve naciones de Hispano América, con motivo de la celebración del Día Panamericano, firmaron en la Casa Blanca, frente al escritorio del Presidente Roosevelt, el Pacto Roerich, por medio del cual se comprometen solemnemente a cooperar para dar garantías en tiempo de guerra a los monumentos y edificios más notables, asi como a las instituciones de carácter científico y cultural que hay en el mundo. Room sevelt se refirió al Pacto Roerich como un paso en firme que se da hacia la preserMuy a pesar entonces de las legislaciones avanzadas y de las garantias constitucionales, muy a pesar, asimismo, de la exquisita cultura de los Bello, los Heredia, los Montalvo, los Nervo, los Darío, de todos los que en la centuria de la independencia o en la que estamos viviendo han dado realce extraordinario a la obra del intelecto; muy a pesar, en resumen, de la democracia que no hemos digerielo, del liberalismo codificado, de la brillante floración artística y literaria que nos llena de racial orgullo, la verdad irrefutable es que en aquellos y en estos buenos o malos tiempos dominaron, y continúan dominando en América Latina, genuinos representantes, encarnaciones acabadas de regímenes en pugna, ciertamente, con lo escrito, pero en palpable consonancia con la realidad americana.
La explicación de estos hechos es bien sencilla, de acuerdo con el determinismo económico y con la interpretación materialista de la historia. Un bloque de naciones retrasadas; pueblos organizados semicolonialmente; cerca de cien millones de subhombres abatidos por una aristocracia criolla o por un mestizaje pasional y violento; una sociedad, en síntesis, como la nuestra, feudal por todos sus costados, nada tiene de asombroso que sólo pueda producir manifestaciones políticas, morales y religiosas de carácter también feudal.
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