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LIBERACION 52 LIBERACION una transformación completa, enérgica, definitiva del actual régimen social y económico.
La bélica actitud del imperialismo fascista italiano, la situación caótica que prevalece en la supercivilizada Europa, el descontento y el clamor de los trabajadores, las medidas de represión tomadas en varios países del viejo continente contra todo impulso socialista de liberación, indican con elocuencia irreplicable que el carcomido edificio se derrumba; que la etapa burguesa, surgida de las entrañas del feudalismo, ha entrado a su vez en agonía; y que, por consiguiente, los paliativos que aplican los gobiernos al cuerpo social en descomposición, las medidas de emergencia, ya no tienen eficacia.
dócil pueblo norteamericano. Ofreció en manifiestos y discursos memorables, durante su campaña política, reducir las ganancias de los capitalistas, poner coto a sus privilegios, batir en radical cruzada a los poseedores de las grandes fortunas, pero los procedimientos que ha empleado hasta la fecha abril de 1935 son sin duda negativos. se atrincheran Long y sus partidarios en estadísticas, precisamente oficiales, más elocuentes que la fogosa oratoria parlamentaria. Estos números vienen a demostrar que los magnates de la industria y de las finanzas, a pesar de haber disminuido la producción en una tercera parte, aumentaron sus ingresos durante el primer año del nuevo trato. 1933, entre 10 y 16. que el total de rentas de las sociedades por acciones, en el mismo período, se elevó nada menos que un 35. y que en 1934 dichas rentas subieron todavía más, hasta el 50. por lo que atañe a dividendos e intereses sobre capitales invertidos.
Los hueyistas o longistas terminan su embestida contra el Gobierno afirmando, rotundamente, que el número de los desocupados no es de once millones sino del doble. ofrecen comprobarlo con el dato oficial de que solamente en el mes de enero último el total de gentes socorridas por el Gobierno fué de 20. 652. 240, algo más del 17 de la población del país.
Días después, de mayo de 1935, un periodista netamente conservador, Arthur Brisbane, a quien nadie podría imaginar defendiendo a las clases trabajadoras, por estar al servicio y a la buena paga de William Randolph Hearst, escribe en la cadena de diarios de este célebre empresario. El Gobierno de los Estados Unidos, después de gastar enormes sumas para auxiliar a los desheredados y cesantes de Illinois, ha suspendido los socorros, pues la Administración está cansada de contribuir con su dinero.
Pero ahora doscientos mil famélicos amenazan con marchar sobre la capital.
La verdad es que en Illinois, solamente en Illinois, setecientas treinta mil familias viven en la mayor y más espantosa de las necesidades.
En Estados Unidos, no obstante la batalla sostenida por el Presidente Roosevelt para vencer la crisis dentro de los moldes de un fascismo norteamericanizado, la verdad estadística demuestra que los amos del capital (el 154 de la población entre grandes y pequeños poseedores) siguen siendo dueños absolutos del 60 de la enorme riqueza acumulada en la gigantesca república; que la mayor parte de esa riqueza, desconocida en épocas anteriores, se ha ido concentrando en las manos de cinco mil Cresos multimillonarios; que el 75 de los habitantes (90 millones de desheredados) está stituido por la clase proletaria y por las personas mujeres, niños, ancianos que de ella dependen; y que de los 36 millones de trabajadores adultos la tercera parte, por lo menos, está sin empleo.
Si bien es cierto que el salario de los obreros que han tenido la felicidad de encontrar ocupación aumento en los últimos meses 312. en cambio el costo de la vida se ha elevado un 714. como promedio general. Seis mil escuelas tienen cerradas sus puertas. Millones de menesterosos vagan por las calles de las más ricas y populosas ciudades pidiendo limosna, en tanto se destruyen criminalmente, para evitar que bajen los precios, cantidades fabulosas de trigo, de algodón, de artículos alimenticios de primera necesidad, que en un régimen ajeno al lucro servirían para calmar el hambre y cubrir la carne macilenta de los desposeídos, El cuadro es tan tétrico, la situación tan pavorosa, el contraste tan marcado entre la opulencia retadora de los ricos burgueses y la vida misérrima de los indigentes, a pesar del señor Roosevelt y de su nuevo trato. es tan absurdo, tan inhumano, tan incomprensible que la gente se muera de hambre porque hay mucho que comer, y que perezca de frío porque sobran el carbón, el petróleo y el abrigo, que la American Federation of Labor, sin embargo de sus tendencias reaccionarias bajo la dirección de William Green, ha hecho publicar en los principales periódicos, hace pocas semanas, el siguiente mensaje. Washington, abril 6, 1935. United Press. Informa la American Federation of Labor que siguen actualmente sin trabajo once millones de hombres en los Estados Unidos, con la agravante de que existen muy pocas perspectivas de que algunos de ellos puedan encontrar ocupación antes del otoño, no contando más que con la ayuda que en una forma directa o indirecta les proporciona el Gobierno. Se calcula que los desocupados y las personas que necesitan para sostenerse de las organizaciones de caridad, pasan de la tercera parte de todos los trabajadores asalariados que hay en el país.
Tomando en cuenta esta situación difícil, en extremo delicada, la American Federation of Labor ha advertido que pueden sobrevenir muy graves consecuencias de tan angustioso estado de cosas, pues en las circunstancias que prevalecen el hecho de que tan alto porcentaje de habitantes dependa de la caridad pública para subsistir, habrá de quebrantar profundamente la moral en toda la nación.
Por su parte los demócratas disidentes, capitaneados por el dinámico y pintocesco senador Huey Long, aseguran que el Presidente Roosevelt está engañando al L¿Cómo explicar satisfactoriamente las causas del tenebroso caos, del catastrófico desequilibrio en que el mundo entero se debate. Será que, de acuerdo con la teoria de Malthus, la población ha crecido efectivamente en progresión geométrica y ya están haciendo crisis la desnudez y el hambre porque la producción, en cambio, sólo ha podido aumentar en progresión aritmética?
La ciencia, la técnica moderna, han echado por tierra el vaticinio del asustadizo pensador inglés. Nunca, gracias al maquinismo, al perfeccionamiento fantástico de los medios mecánicos de producción, ha tenido el hombre a su servicio mayores elementos de subsistencia como de un siglo a la fecha, al extremo de que en la actualidad de acuerdo con cifras calculadas y comprobadas por los tecnocratas, todas las necesidades humanas o sociales pueden satisfacerse holgadamente y aun sobra, con exceso, para lo superfluo.
Puede entonces afirmarse que la ley de Malthus, al predecir guerras, epidemias, calamidades sin cuento como defensas o modos biológicos fatales de equilibrio social, tendrá que leerse alterando los factores. Porque las guerras, las calamidades, la indigencia y el malestar consiguiente de nuestro ciclo histórico, no reconocen por causa la escasez frente a la superpoblación sino, al contrario, la superabundancia de toda clase de productos. Pero estos productos de la inteligencia y del esfuerzo colectivos no se distribuyen honestamente, es su mira primordial el abastecimiento, el consumo de la sociedad. Al apropiárselos una voraz minoría detentadora, un grupo relativamente pequeño de capitalistas si se le compara con la gran masa de trabajadores asalariados, quedan aquellos productos convertidos en mercancía y puestos a la venta en un inmenso bazar.
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