Bourgeoisie

LIBERACION 37 El hombre nuevo El Monopolio de la Fuerza Eléctrica Por ANTONIO ZELAYA América Latina está en manos del monopolio de la fuerza eléctrica: el Brasil, Colombia, México, Cuba, Venezuela, Guatemala, Ecuador, Argentina, Chile, PanaPara Max Koberg hijo, cariñosa y respetuosamente.
Pueblo oprimido que no se queja está desahuciado. La queja es al menos un síntoma de vida.
Enrique José Varona.
má, Costa Rica.
Pagamos tarifas de luz y fuerza más altas que en Nueva York o que en otras grandes ciudades europeas y norteamericanas, no obstante que allá tienen que usar carbón y que aquí hemos entregado nuestras caídas de agua.
Sólo la Bond and Share Company que controla en Costa Rica los servicios telefónicos además de los de luz y fuerza, tiene CIENTO SEIS compañías asociadas en once repúblicas de la América india.
El voraz pulpo nos ahoga; y nuestros gobiernos capitalistas permiten que todos los costarricenses sean sus tributarios obligados, porque ya no es posible alumbrarse con velas.
Pueblo que no se queja está desahuciado. Ese es nuestro momento dramático.
La falta de sinceridad, el miedo convertido en espanto del futuro, la negligencia mental, clamaban por el prócer provecto; la burguesía media pide un hombre nuevo. Unos hacen consistir la ventura colectiva en el estancamiento del mandatario que ha hecho del poder un ejercicio doméstico, una invencible rutina que se ha transformado en norma, en dique insalvable para el devenir natural de la vida.
Otros, inconformes de dos procedencias, sitúan sus esperanzas en un caudillo nueVO Los primeros quieren perpetuar ese tipo de Gobernante que se encarna en el Presidente de la República; hecho éste que recuerda el pasaje de la Odisea en que Efestos dona a Alkinoos un perro de oro, que hacía el efecto de estar vivo, que parecia ladrar pero no ladraba, que parecía correr pero que no corría. Un simulacro falto de vida. Los segundos, en distintas modalidades, los que quieren un mandón de mano dura que preserve los privilegios de la plutocracia y los que esperan el advenimiento mesiánico como panacea contra los males del estancamiento. unos y otros, digo, hablan del hombre nuevo como si en su virtuosidad omnipotente residiera el poder demiúrgico capaz de transformar nuestra estructura política, las costumbres, el carácter y el subconsciente colectivo, y hasta los vicios nacionales.
Ambos grupos se engañan. El hombre tradicional que trata de detener con su mano el transcurso del tiempo, que en medio del torbellino de la vida moderna quiere erigir en doctrina su propia impotencia para adaptarse, que abusa de las palabras y rehuye los hechos, que tiene la flexibilidad del histrión y, en veces, la rigidez del fósil; que vive, piensa y actúa en perpetua contradicción, en un mundo paradojal; que por debilidad narcisista limita y acorta sus posibilidades de acción concretándolas a fórmulas unilaterales y de estrecho alcance; que carece de lealtad intelectual para reconocer sus errores y que prefiere el antropoide al hombre de ideas distintas a las suyas; ese individuo, por mucho que afecte y simule, es, sin lugar a dudas, un hombre honorable para el escalafón burgués, pero resulta inactual, anacrónico, retardatario, y, por sobre todo, insincero por la ley ineludible de su edad y de sus ideas, lo que lo hace resueltamente inconveniente para su alta función de gobernante. Perpetuar, o simplemente, prolongar el gobierno de los que ya están maduros para la tumba, y que harían bien en prepararse para el supremo trance, es un absurdo, una negación, un acto estéril, un atentado contra las leyes de la vida, que es perpetuo cambio, eterno devenir, evolución creadora.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.