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LIBERACION 19 18 LIBERACION amos La intervención del Estado en pro de la infancia Por GUILLERMO PADILLA CASTRO nido recibiendo una cuarta parte del valor de la exportación total. DIECISEIS, según datos de la oficina correspondiente, controlan algo más del cincuenta por ciento de las libras esterlinas o de los dólares que ha dejado el café.
VEINTIUN CAPITALIST AS son, pues, los de medio millón de costarricenses.
Los que suben los cambios, los que deprecian el colón, los que especulan con la miseria del pueblo, los que escogen presidentes, los que llevan diputados al congreso, los que aportan el dinero necesario para las campañas políticas fulanistas.
Esa es la realidad de Costa Rica, éste el desequilibrio social que estamos padeciendo, al amparo del liberalismo económico que tan ardorosamente defienden los viejos políticos demagogos, para recompensar de esa manera a los veinte grandes electores que quitan y ponen rey.
Va a parecer extraña la afirmación de que el Patronato Nacional de la Infancia ha venido ejerciendo desde sus inicios una acción netamente socialista; algunos lectores sentirán el mismo asombro de Monsieur Jourdan cuando se dio cuenta de que hablaba en prosa. Sin embargo, esa es la realidad.
impelido por los graves problemas del niño, el Estado no ha tenido más ren dio que intervenir para buscar su solución y así el artículo 19 del Código de la Infancia, no es más que el enunciado de un principio socialista. Dice asi: Es función social del Estado la defensa y protección de las madres y los niños desvalidos.
Ese principio tiene un alto sentido de avanzada y se puede afirmar que con su adopción comienza una nueva era para la Maternidad y la Infancia de Costa Rica.
Falta que se cumpla en toda su plenitud, que el Estado haga bueno ese compromiso, pues son muchas las lagunas de que adolece el servicio social de asistencia en nuestro país, en razón de los múltiples problemas que se agoipan ante nosotros sin que podamos solucionarlos. Analicemos algunos, comenzando por el mayor de ellos cuyo análisis nos coloca desgraciadamente en una grave situación de inferioridad en cuanto a las naciones cultas del mundo: la mortalidad infantil.
Es doloroso tener que confesar que más de la mitad de la mortalidad total del país corresponde a la infancia, y que una cuarta parte es de niños que no han llegado ni a un año de edad. De mil novecientos treinta a mil novecientos treinta y cuatro, durante un período de cinco años, murieron en Costa Rica veintinueve mil seiscientos veintiséis niños menores de cinco años; de ellos cerca de diecinueve mil menores de un año. Esto en una población de quinientos mil habitantes es sencillamente desastroso.
Por la deficiente distribución de los servicios de asistencia médica, es imposible determinar las causas de la mortalidad infantil, pues si tomamos los resultados del año de 1933 tenemos que el setenta por ciento de los niños que murieron no fueron asistidos por médico alguno, y es en consecuencia imposible determinar la causa de su defunción. Ello nos hace ser escépticos en cuanto a las enfermedades que acusa la estadística como causa de la mortalidad.
Pero estoy plenamente convencido, con los años de práctica que me he llevado palpando ese problema, que una de sus grandes causas es la desnutrición del niño, su pobreza fisiológica, resultado de la pésima situación económica de las clases menesterosas aunada a la ignorancia que es la consecuencia más inmediata de su pobreza. Me baso para decirlo en el espléndido resultado social obtenido con las Gotas de Leche, instituciones creadas no sólo para dar alimento apropiado al niño sino también asistencia médica e instrucción constante a las madres en cuanto al modo de criarlo. La mortalidad infantil es en Costa Rica más o menos de trescientos por mil, es decir de cada mil niños que nacen perecen alrededor de trescientos.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.