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9 LIBERACION LIBBRACION La deuda que pesa sobre Costa Rica 172. 000, 000 (iiCiento setenta y dos millones de colones. todo criterio apriorístico, contempla la realidad social y aboga por una nueva organización. Creemos que basta con hablar, sencillamente, de organización.
Efectivamente, en cualquier aspecto que estudiemos el problema nacional, tropezaremos fundamentalmente con la desorganización y con los sintomas patológicos de la anarquía. Tanto económica como socialmente, el país está en perfecto desorden y aun al juzgar las conquistas hechas en el orden social. con empirico criterio socializante en muchas de ellas, presentimos que están asentadas sobre una inconsistencia y fina lámina que se romperá con la mener violencia. Nuestra politica refleja palpablemente este estado de cosas. Nuestros últimos gobiernos, que han carecido de un estadista, que no se han regido por plan alguno, sólo han demostrado preocupación por conservar las apariencias exteriores, lo único que se empeña en sobrevivir de las fórmulas democráticas. Hemos vivido del crédito externo e interno, que es la forma más falsa. Los empréstitos han originado profundas y sucesivas variaciones en la estructura económica de la nación. Han producido, primero, una fuerte y ficticia inflación de valores, dañina en un país de extracción rural y agrícola como el nuestro, y, luego, la depresión consiguiente. La realidad que palpamos es la de una deuda enorme, la de una constante emisión de valores del estado, el aumento del déficit, la paralización de las mejores actividades, la situación sin defensa ante los avances del capitalismo extranjero, la desocupación y la miseria. Esta puede llegar a su expresión máxima y nada se hará por variar el estado de cosas, porque no hay quien lo haga, porque carecemos del instrumento para hacerlo, porque los hombres, las leyes, las instituciones y los principios de la democracia liberal están ya fuera de juego y fuera de realidad activa.
Lo vemos claramente en estos momentos de campaña electoral. La situación del país es angustiosa. El cambio sube de modo alarmante. El Congreso fracasa una y otra vez. El presidente de la República. que en época de campaña electoral asume carácter de gran maestro de ceremonias y de padre de la democracia, poseedor de su verdad, se cruza de brazos ante las grandes realidades del momento y se dedica a repartir recetas de legalismo y a dirigir los pasos de los agentes electorales. Los partidos en lucha, con excepción del comunismo, no ven otra cosa que el número de votos del electorado y a estas horas no han presentado un plan de acción que diga a los electores hacia dónde van y qué pueden esperar.
El presidente refleja en su actitud la agonía de las fórmulas que tuvieron su auge, muy corto sin duda, a fines del siglo pasado. El presidente declara que morirá fiel a su credo democrático y liberal. Plausible actitud de consecuencia y tenacidad, si la aislamos en su terreno personalisimo, pero detestable frente a la realidad y la vida de la nación. Porque la nación no puede morir. La nación tiene un imperativo de vida superior a todos los credos personales y debe buscar a todo trance la ruta de su renovación.
Estamos, pues, en una etapa de transición que será definitiva en nuestros destinos. De lo pasado a lo futuro. Del liberalismo al socialismo, como todos los demás pueblos. Lo que interesa primordialmente es comprenderlo así y luego enfoc en esta comprensión todas las fuerzas vivas de nuestra juventud, sin vacilaciones de ningún género, para encaminarlas activamente hacia la realidad de una nueva política nacional.
Esta es la suma fantástica que debemos, al cambio actual de siete por uno, según estadísticas oficiales.
Este es el enorme fardo de obligaciones que han echado sobre las espaldas del país los viejos estadistas costarricenses, defensores del capitalismo que los ha llevado siempre al poder. a qué se debe este saldo en contra de las generaones futuras, esta deuda, la más grande de América, para medio millón de habitantes? que los impuestos indirectos recaen sobre la miseria de la masa explotada. que nunca han querido los gobiernos gravar a los dueños del capital.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.