M. N. Roy, “Un visitante misterioso”, Memoirs, Delhi, Ajanta, 1984 (orig. 1964), cap. 24.
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mucho por la noche (Los pequeño burgueses norteamericanos llaman “te” a la comida de la noche). El evangelista del Nuevo Testamento estaba siempre sermoneando, ignorando completamente las reacciones de los demás: siempre tenía un fervoroso oyente en Magdalena. Por fin me puse de pie con la firme resolución de acabar con esa tortura. Al acompañarme a la puerta, mi anfitrión quiso saber si podía visitarme a la mañana siguiente para unos asuntos. Sentí curiosidad y acepté.
El objeto de la visita era definitivamente mundano. ¿Podría yo conseguir un subsidio del gobierno mexicano para su revista? Tan desenfadada solicitud me tomó desprevenido. Asegurando que no tenía la menor influencia con el gobierno para semejantes asuntos argüí que con toda probabilidad al gobierno no le interesarían sus ideas. ¿Por qué no? Como pacifista, no emprendería ninguna propaganda antibélica y se dedicaría a alabar a Carranza en los Estados Unidos en donde su revista tenía una amplia circulación.
Por lo demás, él también era socialista, y como tal esperaba que yo financiara su revista con los fondos que yo tenía a mi disposición. Esta insolente demanda fue el preludio a un franco chantaje. Si no le ayudaba me denunciaría como un espía británico que había engañado a los alemanes con una gran cantidad de dinero. Mantuve la calma y pedí al chantajista que saliera inmediatamente de mi casa si no quería que yo llamara a la policía. Hice gesto de tomar el teléfono, y el despreciable individuo salió con toda rapidez.
De ahí en adelante el Gale's Magazine se convirtió en un medio para hacer una vil propaganda en mi contra. Todos mis amigos estaban indignados; querían darle una buena paliza al tipo ese. Los norteamericanos radicales estaban seguros de que él era un espía británico pagado para hacer propaganda que me desacreditara. Yo no lograba entender por qué tanto veneno en mi contra. No le había hecho nin-