M. N. Roy, “Un visitante misterioso”, Memoirs, Delhi, Ajanta, 1984 (orig. 1964), cap. 24.
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llaman un pez raro, y es preciso sazonar estas memorias de mi estadía en México con alguna referencia a él y a su rubia compañera.
La mayoría de los jóvenes norteamericanos que pasaban a México para escapar al servicio militar durante la guerra se auto denominaban pacifistas u objetores de consciencia.
En su mayoría eran chiflados: vegetarianos, espiritualistas, naturistas, nudistas, etcétera. Entre ellos había un hombre llamado Gale, que constituía una clase por sí mismo: era un evangelista del Nuevo Pensamiento. Efectivamente, rento un local y anunció el establecimiento de la Iglesia del Nuevo Pensamiento en México, donde predicaba sus sermones todos los domingos por la mañana. En cuanto a su apariencia física era bastante apropiado para el papel, un hombre alto, esbelto, con una cara delgada y pálida terminada en una barbita roja en punta. Si no hubiera sido por el chaqué negro que usaba para ascender al púlpito se la hubiera podido tomar por Jesucristo predicando el Sermón de la Montaña.
Su público nunca superaba por mucho la docena. Su esposa hacía de Magdalena, de pie junto al púlpito con un vaporoso vestido blanco y trenzas de cabello rubio colgando a ambos lados de la cara, en actitud de adoración. El espectáculo semanal era la comidilla de la ciudad, y yo fui una vez a verlo por pura casualidad. Me habían dicho que el evangelista del Nuevo Pensamiento publicaba una revista mensual que llevaba su nombre, Gale's Magazine.
Una mañana, la pareja me visitó para invitarme a ir a su casa para el té. No era una proposición muy atractiva, pero no podía rechazarla sin ser innecesariamente rudo.
El señor Gale afirmó, y Magdalena corroboró ruborizándose, que como pacifistas por razones religiosas ellos estaban muy interesados en el pacifismo hindú, y estarían encantados de oír algunas palabras de sabiduría de un hijo de aquella tierra santa. Me esperaban dos aburridas horas;