Bolshevism

M. N. Roy, “Un visitante misterioso”, Memoirs, Delhi, Ajanta, 1984 (orig. 1964), cap. 24.
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tipo Sherlock Holmes con una simpatía hacia el extranjero y un ferviente deseo de cultivar su amistad. De alguna manera tuve la sensación de que se trataba de un hombre bueno en algún aprieto. Posiblemente necesitaba ayuda y probablemente esperaba recibirla de mí. No podía imaginarme qué tipo de ayuda podría querer, pero sí sabía que por entonces en México yo podía hacer mucho por ayudar a cualquier causa, y poco después, resultó que mi relación con los bolcheviques comenzó con mi ayuda financiera a ellos, en lugar de recibir los legendarios rublos como premio por la profesión revolucionaria.
“Encuentro con el primer bolchevique"l1Por la noche fui al hotel donde estaba hospedado el Sr.
Brantwein: era uno de esos lugares sombríos que han conocido mejores días. El mísero lobby, pese a ser un salón de amplias proporciones y techo alto, estaba atestado de muebles anticuados cubiertos de sucio y desgarrado satín rosa. Los altos muros estaban decorados hasta la mitad con espejos de marcos dorados rajados y sucios.
En conjunto, una atmósfera deprimente. ¿Por qué un hombre evidentemente de buen gusto y que disponía de medios económicos elegía semejante lugar? Quizá porque siendo extranjero no conocía otro mejor. Debía estar pensando en cambiarse.
Cuando anuncié al portero a quién deseaba ver, exclamó:
“Ah, el caballero rumano!". Me condujeron hasta una puerta del primer piso, que se abrió al tocarla. El Sr. Brantwein despidió a un botones y salió personalmente a recibirme. No soltó mi mano después de estrecharla calurosamente, con un calor que no era físico y que yo podía sentirlo de alguna Roy, 1984, cap. 25.