Bolshevism

M. N. Roy, “Un visitante misterioso”, Memoirs, Delhi, Ajanta, 1984 (orig. 1964), cap. 24.
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cómo y qué conocía sobre mí? Todo era muy intrigante. Sin embargo, no podría existir peligro en verle. No tenía miedo de los encantadores de serpientes porque yo no creía en sus mágicos poderes. Pero podría ser astuto en cuanto a tomar ciertas precauciones contra cualquier posible daño. Había sido confidencialmente informado de que hubo varias tentativas de secuestrarme.
La decisión fue tomada: yo visitaría al Sr. Brantwein en su hotel en la noche del día siguiente. De esto él iba a estar informado cuando volviera a las oficinas de El Heraldo.
Charlie saldría hasta la puerta para despedirlo. Yo esperaría enfrente para echar una mirada al hombre venido de la luna. El despreocupado Itwin bromeaba: “¿Su apariencia?
Si fueras mujer, te encantarías de él”. El germen bolchevique en el alma de Charlie deploraba tanto la ligereza de su amigo como mi arraigado hábito conspirativo. ¿Qué es lo que podría descifrar con sólo ver la apariencia del hombre?
“Pero, protesté, dijiste que no tenía apariencia de bolchevique; desde luego, si realmente tuviera algún negocio serio en esta tierra extraña, habría venido disfrazado”. Yo quería descubrir si se trataba de un bolchevique camuflado o de un genuino caballero. Una vez más hice enojar a mis amigos: la lealtad revolucionaria de ellos había sido injuriada y deploraban la persistente inclinación reaccionaria de una mente oriental. Pusimos fin a la conversación y nos separamos pendientes del desarrollo futuro de la dramática situación, cada uno con sus expectativas, de acuerdo a su predisposición.
El Sr. Brantwein llegó la mañana siguiente a la hora fijada a las oficinas de El Heraldo y le dio gusto recibir mi mensaje. En el interin, algo interesante había sucedido, aunque no de mayor importancia.
Charlie llegó a mi casa a primera hora de la tarde. Se le veía serio. Incapaz de mantener apaciguada su impaciencia revolucionaria de alma, había visitado al Sr. Brantwein en