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José Allen, “El movimiento comunista en México”, 1919-1922. rgaspi, fondo 495, reg. 108, exp. 25, ff 15-33.
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Elena Torres, y quien a la sazón era el Inspector General de Policía.
Pero si bien no tuvo efecto como lo deseaba el grupo católico director, dio a saber que en el seno del Partido había traidores: Martin Brewster, protegido de Roy y miembro que fue del Bureau, era quien había proporcionado esos datos a la redacción del Excélsior, recibiendo en pago una corta cantidad de dinero. Antes había ido a ofrecer a la Embajada Americana esos datos, habiéndosele dado 100 pesos y aviso de no presentarse más por ahí. Allen estuvo a punto de haber castigado duramente al delator; pero dada su miseria física y moral, se conformó con haberlo abofeteado y advertido que desapareciera, comunicándolo así a todas las relaciones que en el país y en el exterior pudieran ser sorprendidas por él.
Brewster ha desaparecido.
El Partido Comunista empezó a tomar prestigio. Los trabajadores del país se habían al fin convencido que Allen no era ningún instrumento político como se insinuaba por Gale y Morones, pues que habiendo triunfado el Obregonismo, del cual se le creía amigo, paulatinamente habían ido recibiendo sus canonjías, todos aquellos conocidos dirigentes obreristas que intervinieron en el movimiento, en tanto que Allen seguía como siempre, viviendo independiente.
Sobrevino una efervescencia de organización, Manuel D. Ramírez fue invitado por Allen y Elena Torres a venirse a México y, viviendo juntos, comenzaron una serie de trabajos de propaganda que dio buenos resultados. Se dedicaron a trabajar dentro de las antiguas organizaciones que habían formado el Gran Cuerpo Central de Trabajadores, más otras nuevas, que habían surgido después. Por los trabajos directos de Ramírez y Urmachea, se inició la creación de la FEDERACION COMUNISTA DEL PROLETARIADO MEXICANO.
Previamente, y por la dirección de Alfredo Stirner, que había sido puesto en contacto con algunos jóvenes comu 467 llull