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José Allen, “El movimiento comunista en México”, 1919-1922. rgaspi, fondo 495, reg. 108, exp. 25, ff 15-33.
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acumulándose la deuda de manera tan formidable, que les obligó a agremiarse para defensa de sus intereses. La Regional tornó la dirección de esa organización y la condujo a la huelga.
Una vez declarada la huelga, la Regional envió a sus más hábiles oradores, entre los cuales descollaba de manera principal Rafael Quintero, con la misión de arrastrar a esa huelga a los componentes del Cuerpo Central. El Comité Central de este último, estaba integrado por individuos de diversos Sindicatos, y como Aguillón, por consecuencia de su misma edad e inexperiencia, había rehuido ya toda participación, el Srio. Gral. lo era otro joven, también del Grupo de Hermanos Socialistas Rojos, de carácter tímido e inexperto en esas lides. Dentro del Cuerpo Central estaba como componente el llamado PARTIDO SOCIALISTA DE MÉXICO, que lo componían 10 o 12 individuos.
Al discutirse en Asamblea General del Cuerpo Central, la conveniencia de participación en la huelga, los principales dirigentes de la organización radical, se opusieron, aduciendo que esa huelga era de origen y finalidades políticas. Fue un torneo en el que mucho se pudo aprender respecto a las cualidades revolucionarias de uno y otro bando; pero la oratoria de los de la Regional, sobre todo la de Quintero, influyeron en el ánimo de los concursantes y se decretó la Huelga por el Cuerpo Central. Pero como no todas las organizaciones que dentro de él estaban, podían hacerlo desde luego, la de Tranviarios fue la única que esa misma noche la comenzó, no permitiendo que entraran sus agremiados al trabajo. Los Panaderos, más acostumbrados a esos movimientos y mejor dirigidos, no la declararon desde luego, esperando hasta el día siguiente. Su decisión era el desideratum para llevar a buen fin el objeto que la Regional —inspirada por sus directores, inclusive el Gobierno-, llevaba en ese movimiento.