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ADELANTE. somero análisis nos muestra la diferencia entre ambas subordinaciones. El atlantismo implica una sobordinación negociada en la cual los países de la alianza conservaron su fisonomía propia, sus propias fuerzas militares, y no abandonaron su derecho a definir cuándo y cómo aplicar aquel instrumento común que es la OTAN, aunque fueran los misiles yankis los que los protegieron del llamado Euroshima.
Por ello, sí, como recomiendan algunos de sus más connotados dirigentes, Japón hace uso de su enorme poderío económico y lucha por transformarlo en influencia política, si Japón se convierte, según sostiene el diputado y ex ministro Shintaro Ishihara, en el Japón que puede decir no y comprende que para unirse a pleno derecho con sus iguales, la forma única será decirle no a Washington. en vez del mundo unipolar con que sueña el presidente Bushy del nuevo orden mundial que él pretende diseñarnos, existirá hacia allá vamos un mundo multipolar en que los Estados Unidos se verán constreñidos a tomar en cuenta al Japón y la Comunidad Económica Europea, sin que sea posible desdeñar, prematuramente, el papel que la presencia conjugada de una Unión Soviética reconstruída y una China en ascenso puedan representar Sabemos muy bien que hay otra alternativa, expuesta con datos y numeros precisos por Kenichi Ohmae en el poder de la Triada. De acuerdo con esa tesis, lo que ha de prevalecer será que se pondrán de acuerdo las grandes transnacionales de los tres importantes centros industriales y de este modo japoneses, estadounidenses y europeos, coordinados entre sí según las ramas de la produccion, se repartirán la economía mundial en lo que ha de ser una triada avasalladora.
Tales son las alternativas que tiene ante si la América Latina, porque el mundo cambiante no es, como algunos creen un mundo al que al totalitarismo sustituye la democracia. Bastaria asomarse a cualquier noticiario de la televisión norteamericana para comprender que no es sólo en la Corea del Sur, o en Israel o Africa del Sur, donde se apalean los opositores, o se asesina en la calle a los estudiantes, o se arremete contra los que reclaman sus más elementales derechos, la brutalidad se ejerce en los propios Estados Unidos y tiene su repetición en cualquier capital de Europa. Cuando se habla de multipartidismo, se oculta que en los Estados Unidos y también en otros países, supuestamente democráticos, se llega a la presidencia de la república, como Reagan y Bush con el 27 o el 28 por ciento de los votos del electorado y se puede seguir siendo presidente, como ha ocurrido también en países de América Latina con el 70 o el 80 por ciento de la población en contra de la forma en que se ejercita el poder.
El problema no es ese, el gran problema que el mundo subdesarrollado tiene frente a si es el de la miseria y retraso, el de varios miles de millones de hombres y mujeres sumidos en la desesperación, analfabetos, muriendo de hambre en los campos y durmiendo en los portales en las ciudades, con una esperanza de vida reducida y una vida siniestra, llena de padecimientos y carencias, de ignorancia y de enfermedad, a quienes el cólera, lejos de ser una amenaza, es una solución a su amargura.
Una economia de miseria no le da la salida a esas angustias, y tanto si hay tres grandes centros mundiales enfrentados como si existe una triada dominante, si no modificamos ese mundo con un orden internacional más justo, persistirá la concentración del comercio mundial que hoy prevalece. En 1970 y 1980, mientras las exportaciones de los países desarrollados crecieron en un porcentaje anual del por ciento, en los países en desarrollo, como América Latina y el Caribe, crecieron sólo al por ciento, mientras que Africa veía descender su comercio en un por ciento y el Medio Oriente en por ciento.
Lo que hace diez años parecia una esperanza, las exportaciones de bienes de capital de los países subdesarrollados, ha crecido sólo en un uno por ciento en los últimos años, mientras que las exportaciones de bienes de capital entre países desarrollados aumentaba notablemente, la esperanza de que el comercio de los países subdesarrollados entre si signifique una solución importante, queda disminuida por el hecho de que estos países se han visto obligados, por la contracción de sus economías, a medida de contención de las importaciones que los convierte en mercados menos apetecibles.
El multilateralismo ha desaparecido, la comunidad económica europea es un mercado casi exclusivo para los países de Europa y sus asociados menores de Africa, el Pacífico y el Caribe, los Estados Unidos se abren al Canadá que les brinda su mercado más promisorio y después de lograr el mercado mexicano discuten ahora la libre importación de productos de México.
De este modo, el comercio exterior ofrece malas perspectivas a América Latina y el Caribe en los años inmediatos.
Es en esas circunstancias pesimistas cuando surge la iniciativa lanzada por el presidente Bush, acogida inmediatamente por el aplauso de algunos jefes de estados de la América Latina, el entusiasmo inicial se ha convertido ya en cautela defensiva al comprenderse que las ofertas para mitigar la deuda son demasiado parcas, la inversión que se propone es insignificante y la apertura de los mercados significa la entrega a la explotación norteamericana indiscriminada porque su tecnologia superior le permitirá barrer con las mercancías latinoamericanas y caribeñas en todas las ramas de la producción.
De ahí la actitud dubitativa visible en la reciente reunión del sistema económico latinoamericano de Caracas.
Con 420 mil millones de deuda, la América Latina no puede contentarse con las míseras reducciones que le ofrece el Plan Brady y que han conducido al único país que pudo aplicarlo ventajosamente a una deuda superior que la tenía antes de utilizarlo, cien millones de dólares anuales de inversión durante cinco años, aunque se logren los otros 200 millones que los Estados Unidos gestiona con diversos países del mundo representan para toda la región mil 500 millones, que es lo que debe pagar por un semestre de intereses buena parte de los países latinoamericanos endeudados.
De este modo, el mundo cambiante de hoy le ofrece pocas esperanzas, como relo real, a los países cuyos sociólogos se disponen a examinaresa realidad en la reunión de La Habana. Para los millares de hombres y mujeres que perdieron su trabajo en América como consecuencia de las reducciones aconsejadas por el Fondo Monetario Internacional, los trabajadores peruanos entregados a la ciega violencia en Lima, los desempleados de Ecuador, de Venezuela, donde los incrementos temporales del precio del petróleo, benefician a una tenue capa de trabajadores, una aparente mayor democracia que no va acompanada ni de más trabajo, ni de más alimentación, ni de más escuelas, ni de más hospitales, significa apenas una demagogia irritante.
Ese es el tema, estimados amigos, que tienen ustedes antes sí y que estoy seguro desarrollarán como corresponde a eminentes sociólogos, con más atención a las realidades desplegadas que a las palabras sugerentes.
El escenario en el que realizarán sus discusiones, es este pequeño país del cual los medios de propaganda internacional, dominados por nuestros enemigos poderosos, les ofrecen día a día una imagen distorsionada y siniestra, ahora pueden ustedes convencerse de la realidad cubana.
Como no les interesa ya calumniar a la Unión Soviética, ni hablar de la inexistente ocupación cubana por las tropas del Kremlin y se refieren, en cambio, a una dictadura militar que maneja a Cuba. Les instamos a que busquen ustedes la militarización de Cuba, a que encuentren las fuerzas policiales que se dicen inundar nuestro país, y no las hallarán. Podrán ver en cambio las armas en manos del pueblo en las fábricas y universidades, preparadas para la defensa de la patria, no sólo en poder del ejército sino también en las milicias de tropas territoriales y de los batallones con que millones de hombres y mujeres dispuestos a la guerra de todo el pueblo si fuera necesaria, organizan sus fuerzas, desafiamos a los falaces propagandistas de una democracia aparente, a que pongan como nosotros sus armas en manos de los obreros, de los campesinos y de los estudiantes para ver que les pasa a sus regímenes multipartidarios. Los incitamos a que hablen ustedes con nuestros jóvenes, esos que se desbordan en las calles de la Habana junto a Fidel Castro o desfilan en un rio interminable el primero de mayo, con entusiasmo muy distinto a la ira juvenil que acompañan las demostraciones de la juventud en el resto de la América Latina.
Han llegado ustedes a un pueblo que afronta la más seria de las crisis del período revolucionario, pero no principalmente como consecuencia de errores, que existen, o de falta de eficiencia, que es visible, o de desorganizaciones, que estamos corrigiendo, sino como resultado del derrumbe en Europa del Este de un socialismo corroido por errores propios, por falsas imitaciones y por carencia de autenticidad.
Padecemos también las consecuencias de los desarreglos que esa crisis del socialismo europeo ha traido a la Unión Soviética, pero tenmos confianza en que sabrá sobreponerse en sus dificultades actuales y reorganizará la unión de fuerzas que ha sido capaz de ofrecer al mundo el espectáculo de la gran guerra patria, la derrota del fascismo y las enormes transformaciones que le permitieron explorar el cosmos y convertirse en el más cuantioso productor de petróleo y de acero del mundo.
Este país en dificultades, no tiene sin embargo miseria, no encontrarán ustedes en nuestras calles niños descalzos, ni limosneros, ni trabajadores sin empleo, los niños están en las escuelas con un poco más del 99 por ciento de asistencia, los jóvenes se encuentran en la Universidad que recibe más de un cuarto de millón de estudiantes, hijos de obreros, de campesinos y de intelectuales, preparándose para ser biólogos, para estudiar los misterios del átomo o dedicarse a la electrónica, a la industria mecánica, sin olvidar por ello las carreras humanísticas que antes predominaban. los que nos aconsejan que abandonemos el sistema de partido único para satisfacer las exigencias que nos llegan de Washinglon y ponernos a tono con Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.