8 ADELANTE Viene de la Pág. delegación con los nombres de dos escritores famosos que nada tenía que ver con aquella fiesta. En realidad, ambos habíamos tenido que ver con las negociaciones del tratado mucho más de lo que suponía la prensa, pero no fue ni por aquello ni por esto por lo que el general Torrijos nos invitó a acompañarlo a Washington, sino porque no pudo resistir a la tentación de hacerle una burla cordial a su amigo el presidente Jimmy Carter. El caso es que a Graham Greene y a mí como a tantos otros escritores y artistas de este mundo se nos tiene prohibida la entrada a Estados Unidos desde hace muchos años por razones que ni los propios presidentes han podido explicar nunca; y el general Torrijos se había empeñado en resolvernos el problema. Le planteó el asunto a muchos de los funcionarios de alto rango que lo visitaron por aquellos tiempos, y por último lo llevó hasta el propio presidente Carter, quién le manifestó su sorpresa y prometió resolverlo a la mayor brevedad, pero se le acabó el tiempo de su poder antes de dar una respuesta. Cuando estaba integrando la delegación para ir a Washington, a Torrijos se le ocurrió la idea de meternos de contrabando en Estados Unidos a Graham Greene y a mi. Era una obsesión: poco antes, le había propuesto a Greene que se distrazara de coronel de la Guardia Nacional y fuera a Washington en misión especial ante el presidente Carter, sólo por hacerle a éste una de sus bromas habituales. Pero Graham Greene, que es más serio de lo que pudiera parecer por algunos de sus libros, no quiso prestar su cuerpo glorioso para un episodio que, sin duda, hubiera sido uno de los más divertidos para sus memorias. Sin embargo, cuando el general Torrijos nos propuso, asistir a la ceremonia de los tratados con nuestras identidades propias, pero con pasaportes oficiales panameños e integrados a la delegación de ese país, ambos aceptamos con un cierto regocijo infantil. De modo que llegamos juntos a la base militar Andrews.
Ambos con pantalones de vaquero y camisas de mezclilla en medio de una delegación de caribes vestidos de negro y aturdidos por el estampido de veintiún cañonazos de júbilo y las notas marciales del himno norteamericano, que parecían formar parte de la burla. Consciente de la carga literaria del momento, Graham Greene me dijo al oído cuando bajábamos por la escalerilla del avión: Dios mío, qué cosas las que le suceden a Estados Unidos. El propio ese sin agotar hasta las últimas precisiones, le Carter no pudo menos que reír con sus dientes pregunto para cuántos proyectiles era el tambor luminosos de anuncio de televisión cuando el del revólver. Para seis. le contestó Graham general Torrijos le contó su travesura. Greene. Entonces, Fidel Castro cerró los ojos y Al cabo de tantos años me encontré con un empezó a murmurar cifras de multiplicación.
Graham Greene rejuvenecido, cuya lucidez si Por último, miró al escritor con una expresión gue siendo su virtud más sorprendente e inalte de asombro y le dijo: De acuerdo con el cálculo rable. Hablamos, como siempre, un poco de to de las probabilidades, usted tendría que estar do. Pero lo que más me llamó la atención fue el muerto. Graham Greene sonrió con la placidez sentido del humor con que evocaba los cuatro con que lo hacen todos los escritores cuando juicios que debía enfrentar entonces en distin se sienten viviendo un episodio de sus propios tos tribunales de Francia, como consecuencia libros y dijo: Menos mal que siempre fui pésidel folleto acusatorio que publicó contra la ma mo en matemáticas. Tal vez porque se hablafía de Niza. Para muchos conocedores, de los ba de la muerte, Fidel Castro se fijó pronto en el bajos fondos de la Costa Azul, las revelaciones semblante juvenil y saludable del escritor, y le de Greene no decían nada nuevo. Pero los preguntó qué ejercicios hacía. Era una pregunamigos del escritor temimos por su vida. El no ta que no podía faltar, porque Fidel Castro conse inmuto, sino que siguió adelante con su de sidera la cultura física como una de las claves nuncia. Para morir de un cáncer en la prósta de la vida. Hace varias horas de ejercicios tota. dijo, prefiero morir de un tiro en la cabeza. dos los días, con las mismas proporciones desYo dije entonces, no recuerdo dónde, que Gra comunales de todo lo que emprende, y le aconham Greene estaba jugando a la ruleta literaria, seja un régimen semejante a sus amigos. Sus como jugó en su juventud con un Smith y Wes condiciones físicas son excepcionales para un son calibre 32, según lo había contado en sus hombre de su edad y a ellas atribuye su buena memorias. El recordó esta declaración mía du salud mental. Por eso se sorprendió tanto rante la visita y la tomó como punto de partida cuando Graham Greene le contestó que nunca para contarnos los pormenores de sus cuatro había hecho ningún ejercicio en toda su vida y, procesos judiciales.
sin embargo, se sentía muy lúcido y sin trastorHacia la una de la madrugada pasó a visitar no de salud a los 79 años. Además, reveló que lo Fidel Castro. Se conocieron al principio de la no tenía ningún régimen de alimentación espeRevolución, muy al principio, cuando Graham cial, que dormía entre siete y ocho horas diaGreene asistió a la filmación de Nuestro hom rias, cosa que también era sorprendente en un bre en La Habana. Se volvieron a ver varias ve anciano de costumbres sedentarias, y además ces, en los viajes periódicos en Graham Gree se bebia a veces, hasta una botella de whisky ne, pero, al parecer, no se habían visto en los al día y un litro de vino con cada comida, sin hados últimos, porque esta vez, cuando se dieron ber padecido nunca la servidumbre del alcohola mano, Graham Greene dijo: No nos veía lismo.
mos desde hace dieciséis años. Ambos me Por un instante, Fidel Castro pareció poner parecieron un poco intimidados y no les fue fá en duda la eficacia de su régimen de salud. Pecil empezar la conversación. Por eso le pregun ro muy pronto comprendió que Graham Greene té a Graham Greene que había de cierto en el era una excepción admirable. Pero nada más episodio de la ruleta rusa que él ha contado en que una excepción. Cuando nos despedimos, sus memorias. Sus ojos azules, los más diáfa ya me estaba inquietando la certidumbre de nos que conozco, se iluminaron con los recuer que aquel encuentro, tarde o temprano, iba a dos. Eso fue a los diecinueve años. dijo, ser evocado en un libro de memorias de algu cuando me enamoré de la institutriz de mi her nos de nosotros tres, o quizás de los tres.
mana. Conto, que en efecto, había jugado enTomado de Gramma Internacional.
tonces al juego solitario de la ruleta rusa con un viejo revólver de un hermano mayor, y en cua PUBLICACION DEL tro ocasiones diferentes.
PARTIDO VANGUARDIA Entre las dos primeras hubo una semana de POPULAR intervalo, pero las dos últimas fueron sucesivas y con pocos minutos de diferencia. Fidel Castro, que no podía pasar por alto un dato como Apdo. 2009 1000 Tel. 53 1687 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.