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2 ADELANTE EDITORIAL EL PROYECTO DE LEY DE HIDROCARBUROS: UN PELIGRO PARA EL DESARROLLO ECONOMICO LA SOBERANIA NACIONALES.
Hace ya más de tres lustros se está discutiendo el proyecto de ley de hidrocarburos. En este largo período no ha sido posible su aprobación, porque todos los intentos se han estrellado contra las posiciones patrióticas mantenidas con gran firmeza por distintos sectores sociales y políticos. Ha estado presente la inspiración de las jornadas de abril de 1970, en las que el pueblo, entonces encabezado por los estudiantes universitarios, dió al traste con un proyecto de explotación minera típicamente colonial. Nos referimos a la lucha contra el Contrato de Alcoa. de acuerdo con el cual se entregaba el mineral de aluminio al conocido monopolio transnacional.
Las relaciones de nuestro país con las transnacionales han sido complejas y la oposición a los llamados contratos tey nos han dado brillantes páginas de patriotismo en nuestra historia.
En la lucha contra los contratos bananeros se distinguieron don Ricardo Jiménez y don Otilio Ulate, ambos en las primeras etapas de su actividad política; por siempre, don Joaquín García, Omar Dengo, Mario Sancho, Jorge Volio. En la primera línea estuvieron siempre los comunistas, Carlos Luis Fallas, Manuel Mora, Carmen Lyra, Arnoldo Ferreto, Luisa González y todos los demás, sin excepción. Se trata de los mejores hijos de nuestro pueblo, buenos precisamente porque mantuvieron siempre, con gran firmeza, muy en alto las banderas del patriotismo La evocación de estos nombres es imprescindible al hacer las primeras reflexiones sobre el llamado Proyecto de ley de Hidrocarburos. Porque es imprescindible que su savia combativa se mezcle con la sangre de las nuevas generaciones para enfrentar los retos de este momento.
Por supuesto que los fariseos tienen siempre a flor de labio la resobada frase: los tiempos han cambiado, esas luchas fueron muy valiosas pero no se puede seguir sustentando los mismos criterios porque el mundo ha cambiado mucho.
Nadie puede negar que los cambios que se han producido en las últimas décadas han sido muy profundos, extraordinariamente profundos, pero también debe aceptarse que esos cambios no han hecho perder sentido a la defensa de los intereses nacionales. Por el contrario uno de los signos de esta última década del siglo XX pareciera ser la movilización de los pueblos en defensa de sus intereses nacionales. Es un fenómeno presente en todos los continentes, aunque de distinto signo político según sus propósitos inmediatos. En algunos casos juegan un papel muy positivo, sobre todo cuando inspiran movimientos de liberación nacional en los países del Tercer Mundo; en los países desarrollados, aunque no en todos los casos, asume la forma de chovinismo y racismo. De los últimos se han presentado ya dolorosos ejemplos en los países desarrollados de Europa, digamos, como ejemplo, Alemania, Francia y Gran Bretaña.
Uno de los elementos más positivos del auténtico nacionalismo es precisamente la defensa de los recursos naturales, precisamente porque su explotación puede producir grandes daños, sociales, políticos, económicos y ecológicos.
Consideramos nuestro deber expresar con toda franqueza nuestra preocupación ante la chatez del sentimiento patriótico en nuestros compatriotas. Donde antes hubo fuego patriótico, como la tea de Juan Santamaría, ahora hay indiferencia. Precisamente el patriotismo estará puesto a prueba durante el trámite del proyecto que comentamos. Consideramos que precisamente lo que enseña la historia es que los recursos naturales deben ser directamente explotados por el país que los posee y que no deben vincularse, si se trata de un país pobre, a los intereses de las grandes potencias.
Nuestro pueblo sufrió la experiencia de la dictadura de los Tinocos, una tiranía típicamente petrolera. Después de esa experiencia el petróleo ha gravitado mucho menos en la vida nacional. Pero no fue así en México, hasta el Presidente Cárdenas, ni ha sido así en Venezuela. Pero la más brutal de las evidencias sobre lo que es capaz de hacer el imperialismo para mantener el dominio sobre las riquezas petroleras es precisamente lo que está ocurriendo en este momento en el Golfo Pérsico. La que habrá de pasar como las más hipócrita y sangrienta guerra de la historia, es una típica guerra petrolera. Ahora mismo, importantes sectores del pueblo mexicano temen por su futuro, según sean los resultados de la guerra que llevan adelante Estados Unidos y otras potencias imperialistas en el Medio Oriente. No olvidan que precisamente las principales fuentes del petróleo norteamericano están en territorios que fueron arrebatados por la violencia a México.
El proyecto de ley de Hidrocarburos está concebido especialmente para entregar las riquezas de petróleo y de carbón que puedan existir en nuestro país a las grandes transnacionales petroleras. Pero no solamente esto, pretenden hacerlo a través de Recope, con lo cual sustraen el asunto de la discusión política. Es necesario recordar que Recope es una sociedad anónima y que, aunque la totalidad de las acciones están en manos del Estado, actúa con los métodos propios de las empresas privadas.
Según el subterfugio ideado por los señores diputados, la Asamblea Legislativa, con base en lo que dispone el inciso 14 del artículo 121 de la Constitución Política, le concede en su totalidad a Recope la facultad de explorar y explotar el petróleo y el carbón. De esta manera seria esta empresala encargada de contratar con las transnacionales. El señalado inciso de la Constitución Política dice que No podrán salir definitivamente del dominio del Estado: a. b) Los yacimientos de carbón, las fuentes y depósitos de petróleo, y cualesquiera otras sustancias hidrocarburadas, así como los depósitos de minerales radioactivos existentes en el territorio nacional. Luego el texto constitucional agrega que estos bienes sólo podrán ser explotados por la administración pública o por particulares de acuerdo a la ley o mediante concesión especial otorgada por tiempo limitado y con arreglo a las condiciones y estipulaciones que establezca la Asamblea Legislativa. Pero la ley que se pretende dar lo que hace es entregar a Recope una facultad que compete exclusivamente a la Asamblea Legislativa, es decir establecer las estipulaciones y las condiciones que regirán la actividad de las empresas concesionarias. De tal manera que en adelante las concesiones petroleras y carboníferas quedan en manos de Recope, que será la contraparte en el evento de que los contratos que se firmen no sean cumplidos. Se trata, pues, de una delegación de funciones que, como es bien sabido, es absolutamente prohibida por el artículo de la Constitución Política.
Pero hay otro elemento de carácter jurídico que debe también tenerse en consideración. El artículo 140, inciso 19) de la Constitución Pasa a la pág. 10 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.