LA 10Adelante Del 24 al 30 de noviembre de 1989 Del Dos nuevos libros de Manuel Aguilar La publicación de algunos poemas del libro inédito La Serpiente nuestra de los huevos de oro de Manuel Aguilar Vargas, en Adelante del 27 de octubre, sorprendió a muchos de nuestros lectores: tenemos un excelente poeta, casi desconocido.
Quienes disfrutan la lectura de los ingeniosos versos de don Manuel tienen la suerte de que en Adelante consideremos un privilegio publicar sus poemas y que él nos haya entregado dos libros más, también inéditos: Sonetos para Viviana y de Marzo para mis Evas.
Dos poemas de cada uno de estos libros del trabajador bananero, campesino, hachero y guarda nocturno Manuel Aguilar engalanan esta página. de Marzo para mis Evas III Ven a cantar conmigo, ven a luchar mujer con tu ternura; hay que romper a voz la pesadilla que acecha en la tiniebla.
Consuelo y compañera, en el sudor laboral de nuestras manos, coge tu libertad tan necesaria para ganar la paz en esta lucha, para ganar el pan en esta guerra.
Da to ¡Hay que salvar a golpes de querer la vida, defendiendo con golpes de razón la Tierra!
Ven al misterio del prodigio abierto.
Al diálogo frutal de la arboleda.
Al pentragrama alado de la selva.
Al soliloquio de la mar océano.
Autocrítica qu er a Ven con tu entraña suprema de colmenas, con tus pechos de luz alimentaria, con tu insomnio de enjambres en vigilia, con tu sexo de asombros y prodigios a conversar de ti amada Tierra.
Todo tiene su voz, su concurrencia, su concordancia de materia eterna.
No se debe atrofiar la geometría del himno singular de las esferas.
Te he traído sin tiempo en la mirada, el el oído, al fin remodelado, con el hechizo de tu voz de pájaros, en tu boca de fruta en fiebre dulce.
No quiero que tus verdes redondeces se arenicen volviéndose recuerdos.
Si creemos que somos lo mejor del mundo, vamos errados en un cien por ciento y al ego contumaz yo le pregunto, con gran sinceridad en los acentos. Cuál sangre aria nos nubló el conjunto para rumiar, ingenuos, ese cuento. Qué pícaros están tras ese asunto sacándole provecho al argumento?
Hay que abrir bien los ojos.
y no enbriagarnos con el vil incienso que nos queman los que no son cojos.
Ven amadas, las dos, las bienamadas: la dulce amada Tierra, la tierna amada mía.
Oh amada dulce Tierra en abandono. con mi amada de sueño a la vanguardia, lucharemos a espada con la noche de los irresponsables; de los que portan con sudor de muerte, en las chequeras de sus sueños de oro, el absurdo ecocidio sin fronteras.
La compañera de mi dulce amargura de mi dolor crucial en mil regiones, de mi lluvia de heridas venideras.
Invoco mis razones cuando pienso que los que nos impulsan ese cuento flojo, después de mansos, nos conciben mensos. De Sonetos para Viviana. Ven a cantar el himno de la vida con la flor del mañana en la ventana.
Acido Wash Tengo un olor a muerte entre las manos.
Tengo un color manso, de verso taciturno: como soñando sombras, como añorando tumbas, como versando abismos, como abismando versos.
No han venido. Ya estaban. Siempre han estado.
Han sido todo. Han sido todo todo todo, todo lo inmundo que el Poder ha dado: desde el furor del charco a la babel del lodo.
Es una angustia urgente de niños en camino.
Un dolor forestal en el cerebro.
Coge tu libertad amada bella y ponte a repicar con tu heroico tambor, derribando quimeras, que a pesar de que siguen aullando los graznidos yo te digo: Tengo un sueño de humanos ruiseñores entre mis cantos de amaranto y savia que es leche de luz en espiral celeste ascendiendo hasta el trono de canción de cuna para arrullar embriones de futuro en pañales de bienaventuranza.
Tengo una cruz de miel en las estrellas para endulzar el gris de la ceniza y fomentar la voz de la esperanza.
Quiero una fe de pájaros y peces.
Una rapsodia de aire.
Una canción de ríos.
Un verso de agua.
Un diagnóstico exacto de la codicia, para esculpirlo en letras vigilantes. Qué podemos hacer para alejar esa lluvia de futuros fantasmas?
Es increíble lo bajo que han llegado.
Sus nombres dan asco. Su apodo.
En delinquir sus manos han gastado y siguen delinquiendo con los codos.
No sé en qué laberintos el honor se ha extraviado y a fuerza de buscarlo, al jodido, me jodo y la única salida es quedarse parado IV Vamos llegando tarde a esta agonía, sin embargo es mejor tarde que nunca.
en el mismo albañal hasta encontrar el modo y en un arqueado grito, talvez desesperado, volverme ácido nítrico, lidol, alcohol y yodo. De Sonetos para Viviana. Ven amadas, las dos, las bien amadas del monólogo azul, canción de ríos.
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