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Página DIEZ ADELANTE DOMINGO 21 DE OCTUBRE DE 1962 Secuestrado sacerdote brasileño porque defiende la verdad Alipio de Freitas, el famoso cura brasileño que carta fue enviada como contestación a la medida toapoya a la Revolución Cubana y que participa con mada para prohibirle decir misa. Al momento de esotros sacerdotes en el movimiento de apoyo a las Li cribirse este reportaje, el cura Alipio de Freitas había gas Campesinas y en la defensa de la paz mundial, sido secuestrado por desconocidos y se hacían granexplica, en una carta sensacional al obispo superior des esfuerzos en todo Brasil por descubrir su parasuyo las razones de su posición revolucionaria. Esta dero.
RIO DE JANEIRO, octubre (PL. Veintiséis días después de haber sido secuestrado por tres desconocidos, en Recife, continúa en el mayor misterio la desaparición del sacerdote católico Alipio de Freitas, párroco de Sao Luiz de Maranhao.
El de setiembre pasado, al regresar de un mitin que, en favor del presidente de las Ligas Campesinas, Francisco Juliao, se realizó en Recife, Pernambuco, el sacerdote Freitas fue interceptado por tres desconocidos que lo introdujeron a la fuerza en un jeep, que se alejó velozmente del lugar.
Desde entonces, las Ligas Campesinas, así como organizaciones obre estudiantiles, y politicas, han enviado centenares de telegramas al presidente Joao Goulart, pidiéndole que agote todos sus recursos para garantizar la vida del prelado y paralizar las cada vez más agresivas acciones de los latifundistas del nordeste brasi.
leño contra los campesinos.
Oriundo de Portugal, el sacerdote Alipio de Freitas llegó a Brasil hace algunos años, siendo destinado a la parroquia de Sao Luiz de Maranhao, donde se ha destacado por su lucha en favor de los campesinos desposeídos y los obreros explotados.
En múltiples ocasiones se le ha visto participar en concentraciones y mítines organizados por los hombres del campo nordestino, en su condición de Ejecutivo de la Liga Campesina del Estado de Maranhao. También han sido frecuentes sus acciones solidarias con los obreros que en las fábricas han demandado reivindicaciones económicas que les permitan satisfacer las más urgentes necesidades.
Por sus actividades en favor de las clases populares, hace meses el Cardenal de Rio de Janeiro, Jaime de Barros Cámara, le prohibió terminantemente oficiar en los templos de esta ca.
pital lo que motivó una carta respuesta en la que Alipio de Freitas anunciaba al alto prelado. Continuaré al lado del pueblo en cualquier lugar de Brasil, en todo el mundo, en la certeza de que el evangelio de nuestros días significa luchar por las reformas agraria, universitaria, y urbana: luchar contra el imperialismo politico y económico, y contra toda especie de opresión y explotación.
Cuando en el mes de mayo los latifundistas del Estado de Maranhao asesinaron a campesinos que reclamaban su derecho a la tierra que por muchos años habían trabajado, Alipio de Freitas dirigió un telegrama de aliento a los labradores de aquel Estado en el que les decía. Mientras exista un campesino sin tierra, la lucha continuará. Estamos luchando por una patria donde todos sean verdaderamente libres.
Sus desvelos y luchas por la paz le significaron la distinción de ser seleccionado para integrar la delegación brasileña que asistió al Congreso por el Desarme y la Paz que se celebró en Moscú en el mes de agosto. su regreso, la policia política del Estado de Guanabara intentó impedir su desembarco por el aeropuerto de Galeao. Días después, el arzobispo de Sao Luiz de Maranhao, José Delgado, su superior inmediato, lo inhabilito para que oficiara en su parroquia de la capital.
En esa oportunidad el sacerdote respondió al arzobispo con una carta abierta, que, por su importancia, reproducimos a continuación textualmente. Lei hace días en el periódico de esta capital, sin sorpresa, una disposición de su excelencia que se refiere a mis actividades en Brasil y en el exterior.
Jamás imaginé la posibilidad de tener que dirigirme a usted públicamente, no por una cuestión de gratitud y amistad, sino, principalmente porque durante mucho tiempo su excelencia fue para mí un tipo ideal de hombre de la iglesia.
Visité realmente la Unión Soviética, donde participé en el Congreso Mundial por el Desarme y la Paz, tuve largas conversaciones con sacerdotes y obispos húngaros que también par ticiparon del Congreso, acepté la invitación del Ministro de la Salud de Checoeslovaquia y pasé quince días en ese país.
gonzosa mistificación de la llamada Iglesia del Silencio Es preciso terminar de una vez con este vergonzoso escamoteo de la verdad, organizado por el imperialismo, por los belicistas y por los cris tianos de mala fe. Escamoteo ese que sólo ha perjudicado y humillado a las florecientes y extraordinariamente vivas cristiandades de los países socialistas.
Mi visita al mundo socialista no tuvo, sin embargo, la humillante finalidad de tantas y tan repetidas visitas de muchos altos dignatarios de la iglesia a los países llaves del mundo capitalista.
No fui al mundo socialista a pedir, de mano extendida, humillado como un mendigo, como siempre hacen los que visitan a la humillada patria del fascista De Gaulle, del revanchista Adenauer. o de ese Play Boy imbécil, Kennedy, que pregona la libertad a los cuatro vientos y manda invadir a Cuba.
Fuí, sí, al mundo socialista, pero para poder observar y, sobre todo, sentir la transformación de un pueblo, ayer esclavo de la misma esclavitud en que hoy nosotros vivimos, y ahora único dueño y señor de sus destinos.
De regreso no traje ni dinero ni automóviles.
como aquellos que visitan el mundo capitalista; dinero y autos que, en el fondo, son sangre y vida de brasileños explotados por el imperialismo, por el capitalismo internacional; traje sí.
la convicción plena, de que el único camino para la felicidad de los pueblos, de Brasil, es la conquista del poder por el pueblo.
Ni mi participación en el Congreso por la Paz, en Moscú, ni mis visitas a los países socialistas, eran secretos para vuestra excelencia, pues de todo le informé por carta, en el mes de mayo pasado.
Aquello que vi, observé y senti en los países socialistas no puede describirse en una simple carta, y por eso estoy preparando un libro sobre la más extraordinaria y rica experiencia de toda mi vida, pues me siento en la obligación, sobre todo, de terminar de una vez, con la verA la marcha del pueblo para el poder y a la conquista del poder por el pueblo, las elites riel latifundismo, del capitalismo y del imperialismo, le llaman revolución, subversión del orden, atentado a la legalidad; nosotros, los que vivimos con y para el pueblo, sabemos que ese orden que está ahí, es sinónimo de bandidaje, que esa legalidad es solamente la ilegalidad legalizada, que esa civilización cristiana es pura y simplemente una traición al evangelio.
Imagine vuestra excelencia el siguiente cuadro estadístico sumario y vea en números el tipo de legalidad que los legalistas defienden, cuál es el tipo de civilización cristiana en que vivimos.
Dos mil cuarenta niños por día, muertos de (Pasa a la Pág. 10)
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