Imperialism

DOMINGO 30 DE SETICAnorariana SANTE Página ular China en su XIII aniversario LA PUREZA DE LA NUEVA CHINA PASEANDO POR PEKIN Por FRANCISCO GAMBOA Este es el primer capitulo de un reportaje que nunca se publicó, por haberse perdido su original parcialmente. Fue escrito hace dos años, al regresar el autor de la República Democrática Popular de China, donde estuvo como invitado a raiz de la visita de seis diputados costarricenses a ese pais.
Yo estaba desconcertado.
Compréndanme: para quien no tiene costumbre de viajar, es una impresión fuerte encon trarse, de golpe, paseando por las calles de Pekin. Desfilan por nuestro lado millones y millones de personas con las cuales no tenemos posibilidad alguna de entendernos. Por lo menos, eso pensamos. es algo increible; a pesar de todo, nos entendemos. Lo.
gramos entendernos en el idio ma fraternal de las sonrisas.
Al parar en una esquina, un niño de siete años levantó la cabeza del suelo, donde esta.
ba jugando, sonrió con infinita dulzura, susurró dos palabras y me dió la mano. El niño hahía dicho: Amigo extranjemente, un clima de sonrisas fra ternales que provienen de seis cientos cincuenta millones de seres humanos ávidos de paz y amistad La propaganda del imperialismo desesperado dice a nuestros pueblos que a los visitan.
tes nos hicieron por allá un lavado cerebral. Necios! Si para lavar el cerebro el tratamiento es de amor y de verdades, confieso que me lo hicieron completo.
Yo nunca he podido resistir el encanto de las sonrisas inge nuas de los niños y la inocencia y el candor como caracte.
rísticas nacionales que fui a encontrar en la República Democrática Popular de China.
do el mundo anda en bicicle.
ta. No hay muchos automóviles. Primero hay que fabricar camiones y tractores. Pero ¿bicicletas. Millones!
EL MUNDO DE LAS SONRISAS LOS NIÑOS FELICES ro!
Crei que era casualidad esa recepción, pero me equivoqué, porque aquel niño había actuado como actúa el pueblo entero. Así lo reciben a uno en todas partes; en las fábricas, escuelas, calles, por todos lados, envuelve al visitante el amor de un pueblo que sabe amar de verdad.
Por las calles de Pekin me fue entrando ese calor frater.
nal. Hablé del tema con otros visitantes, pues creí que me dejaba llevar por mis traidoras emociones. Pero estaba en lo cierto: por las calles de Pekin se nos fue hasta lo profundo del alma aquella sensación tremenda y casi desconocida, para quienes vivimos en el llamado mundo libre.
monolitica. Todos siembran hortalizas! en los parques, pedazo de tierra que no tiene un clavel ¡tiene un rábano!
Desde mi ventana en el 49 piso de un gran hotel, he visto un nuevo parque sembrado de flores y lechugas. Vamos a ver ¿quién diablos siembra eso? Me mataba la curiosidad y un dia no sali: me quedé escribiendo frente a la ventana. Montaba guardia para ver quién era aquel extraño sem.
brador. Frente al hostel había un hospital. Como a las cinco de la tarde vi salir varios hom bres y mujeres con sus delantales blancos y sus gorros: los médicos y enfermeras eran aquellos misteriosos agriculto res. Llevaban en la mano regaderas y azadas. Humedecieron el terreno y arreglaron las plantas durante media hora. ¿creen ustedes que sólo en Pekin ocurre? Ni pensarlo. En la provincia de An Hui, sem.
braban girasoles. No habia un pedazo de tierra libre en las calles. Tremendos girasoles por todos lados! Planta oleagi nosa de gran utilidad y muy fácil de cultivar. Por todas partes igual ¡Producir, producir, producir. Trabajar, trabajar, trabajar! Seiscientos cincuenta millones de chinos están de acuer do marchan imperterritos hacia adelante. Aumentar la producción batir un récord todos los dias, hacer lo que hacen los demás pueblos y también lo que no pueden hacer. Más lechugas, más giraso.
les, más hierro, más tractores; un paso al frente cada minuto, cada hora, cada día! desfilan por entre dos hi.
leras de hortalizas, diez millones de pekineses apresurados; van en bicicleta, a pie, en triciclo; llevan a la espalda un saco de patatas o un madero, son centenares. miles, millo nes rápidos y sonrientes.
Pekin es el paraíso de las bicicletas. Yo nunca he visto más bicicletas. Me llevaron a una fábrica que produce dos mil al día. Hay diez, veinte, cien fábricas. qué sé yo! En China hay que producir millones de bicicletas, porque toTengo picada la curiosidad. Cómo es posible que toda la gente sonria con tanta facili.
dad? Me quedo mirando la cara de un obrero que se encuen tra metido hasta la cintura en un hueco lleno de barro, y él me saluda sonriente. Ni hau. Qué tal. Cuando el coche para en las esquinas, mi ro a la muchedumbre, y varios me sonrien y hasta me señalan: Un amigo extranjero.
Camino por entre la gente, le doy a uno la mano, acaricio a un niño, alzo en los brazos a otro, y todos sonrien y son buenos!
Durante cuarenta días de visita no vi a dos chinos pelear; siempre sonreían y saludaban. Casi quince días estuve en Pekin y sus alrededores, fui de compras a las tiendas, estuve muchas veces en los teatros, en las fábricas, museos, escuelas y calles. Por todas partes una muchedumbre vestida con sencillez, que co.
rre apresurada a cumplir sus tareas sin hacer problemas. Ca si no hay policía. En las esquinas hay la de tránsito. pero la mayoría son mujeres. pesar de la aglomeración, no hay dificultades. qué aglomeración!
Fui con el intérprete a diver sos centros de recreo para el pueblo. En un parque queriamos ver la ópera, diversión favorita de la gente, pero no teníamos boletos. Olvidó el in.
térprete comprarlos. Pero la muchacha que cuidaba en la puerta dijo: Para el amigo ex tranjero es gratis. El amigo extranjero, naturalmente no se hizo de rogar. todos aprobaron sonriendo.
En el mundo occidental algunas gentes dicen. Claro, atención oficial! Majaderos!
Quisiera yo verlos allá para que me dijeran cómo puede lograr un gobierno, artifielal.
LAS HUERTAS EN LA CALLE Al pasar por un parque me detienen los niños de una guar dería infantil. Este tio nos quiere Iracer uno foto! Yo les tomo una foto y ellos aplauden riéndose a más no poder, luego unas maes tritas diminutas se los llevan. En qué reside el extraordinario encanto de los niños de China? Ya me lo habían dicho, pero no crei que fueran a tal extremo conmovedores. Son los chicos más lindos que he visto. Andan todos con zapatos. Por lo menos no vi nunca, ni en la ciudad ni en el campo, un solo niño descalzo. Puede ser que los haya, pero yo no los vi. cuán felices los vi siempre! Pasan en largas filas por las calles cantando a voz en cuello una canción que di.
ce. Si un imperialista asoma la cabeza, dale un buen golpe! si alguien los saluda con la mano gritan a coro. Qué tal, querido tio, qué tal!
En decenas de guarderías que visité, en Pekin y en otras partes, cantaban y jugaban felices, siempre felices. yo pen saba en los niños de mi patria, de Latinoamérica, que duer men en las calles, acurrucados en los portales, hambrientos, espantados. Niños de nuestra patria grande que nacieron para llorar y morir jóvenes. Ni.
ños que piden limosna, roban y dan de pedradas a la policía.
No son niños malos. Solamente son pobres.
Fui feliz como nunca viendo el rostro bello y alegre de los pequeños chinitos, y fui des.
graciado recordando a los niños de mi generación que crecieron con hambre. a los de las actuales generaciones, para quienes la vida es más du (Pasa a la Pág 12) vi cosas formidables.
Desde que viajamos del aeropuerto a la ciudad empecé a fijar mi atención en las hor.
talizas sembradas en todo es.
pacio libre que dejaban las calles. Qué cosa rara es ésta!
Yo he visto en todas partes jardines fuera de las casas, pero nunca he visto tan increible profusión de hostalizas. Entre la carretera y la cuneta rábanos: entre la vereda y los edificios, en una imperceptible línea de tierra, lechugas o acel gas. Qué descubrimiento! empiezo a recorrer las calles de Pekin con creciente curio.
sidad. Pero. qué es esta sinfonía de hortalizas? Porque, vamos, yo he visto huertas. yo he visto hectáreas de hortalizas. camiones de hortalizas, toneladas de hortalizas. Pe ro nunca he visto unidad tan Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.