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Página MARZO DE 1962 ADELANTE, DOMINGO DE MARZO DE 1962 El precio de las las medicinas Una organización perfecta para extraer el máximo de rendimientos principios de este siglo había un sistema para obligar al paciente a hacerse despachar su receta en el propio botiquín del médico que recetaba. Este sistema consistia en recetar en clave. El enfermo o su pariente andaba de la Ceca a la Meca, buscando una botica para que le prepararan al receta, pero tenían que caer irremisiblemente en el botiquin del médico; en todas partes le decian, está en clave. Tenia que ir al botiquín del médico y alli lo atornillaban. Ese sistema de explotar al enfermo se desprestigió mucho, y entonces evolucionó a sistemas más eficaces. Hoy día existen dos: uno es recetar productos preparados o envasados en los laboratorios en que tienen acciones los médicos. El paciente, como nada sabe, va a la botica y cree que es el boticario el que lo está atornillando, sin imaginarse que el clavo está en los dividendos del médico por las acciones que tiene en los laboratorios Pides. Sukale o Sácale. cuyos productos son los que receta el mismo. Otras veces el encarecimiento es más complicado y toma la forma, un poco parecida a la antigua receta en clave, de recetar la medicina tal o cual, no con su verdadero nombre, sino con otro, de uso exclusivo de tal o cual fá.
brica o laboratorio; en estos casos paciente paga un enorme sobreprecio, no al médico, To al boticario, sino a una fábrica, que en is mayoría de los casos no es costarricense sino norteamericana. Tomemos un ejemplo: la casa norteamericana Parke Davis inscribe y patenta en Costa Rica el antibiótico cloromicetina. Sólo ella puede introducir al país esa medicina, y la cobra a cincuenta colones Otra casa, europea, trata de introducir el mismo producto; pero no la dejan aunque le ponga otro nombre, Se lo embargan en la aduana: ya está patentado el producto por la Parke Davis y hay que seguirles pagando a los norteamericanos cincuenta colones por lo que en realidad vale diez o veinte colones.
Hace poco tiempo se importo de México la Alka Seltzer mucho más barata que la producida por la misma casa en los Estados Unidos. Pues bien, la Alka Seltzer de Es.
tados Unidos se opuso a que se siguiera trayendo esas tabletas de México, porque le amenazaban las jugosas ganancias que está obteniendo en Costa Rica, a pesar de ser dueña de la Alka Seltzer de México.
Fi propio Colegio de Fermacéuticos, basándose en quien sabe que tecnicismo legal, a poyó al importador del producto yanqui en contra del importador del producto mexicano, y la Alka Seltzer ahora se paga a treinta céntimos cuando se podia estar pagando a eseta o menos. Hay que respetar el privilegio a ganar mucho. Sobre todo si ese privilegio los esgrimen las grandes compañías extranjeras.
Hoy día, han creado una especie de semidiós: es la Medicina de Patente. Ya no se curan las enfermedades con quinina, con sulfas o con penicilina; hoy día se curan con Quiniplina. con Sulforex o con Penitilina. Por supuesto, la diferencia consiste en que aquellas drogas se pueden con.
seguir baratas, pero no les deja ganancias giandes a los consorcios de la medicina; en cambio éstas, con nombres patentados, hay que pagarlas caras, pero les deja enormes ganancias a la Parke Davis. a la Squibb. a la Lilly. a la Miles Laboratories, Inc. o a cualesquiera de las otras grandes compañías yanquis. Todo esto lo saben los encargados de fiscalizar los precios, pero, si se chieran por enterados, serian acusados de estar atacando la libre empresa. la cultura occidental. la democracia u otras zarandajas por el estilo, y, de feria perderian sus puestos. Bien saben ellos que las taHetas de aspirinas cuestan, ol más un colón el ciento, pero permiten que la ejoral se venda a x 15; con lo cual multiplica sus ganancias la Sterling Products International compañia norteamericana que llegó a Costa Rica durante la Segunda Guerra Mun dial y se apropio de las patentes alemanas, que por derecho le correspondían al Estado costarricense.
Otro de los problemas que produce el recetar nombres patentados y no drogas, es el de la pléyade de visitadores médicos. unos señores, muchos de ellos muy ignorantes, que visitan a los médicos para asesorarlas sobre el uso de las patentes de la compañía para la cual trabajan. El producto del competidor puede ser mejor y menos caro, pero si el visitador tienen buena verba, euenia astantes chistes subidos de color y es ducho en relaciones humanas, impresiona al médico y éste receta el producto caro sin recordar que hay otro más baratos, y a veces mejor. menudo el boticario, cuando le lega la receta, sabe que hay otro producto mejor y más barato, pero una serie de prejui cios y de imposiciones anticientíficas le impiden ayudar al paciente a librarse de la voracidad de los trusts de las medicina3.
Por otra parte, las boticas tienen que inriovilizar enormes capitales para tener en existencia un mismo producto pero con diferentes nombres y precios, sin que esa invención ayude en nada, ni a pacientes ni a Loticarios ni al pais. Muy al contrario, tode eso nos sume cada vez más en la miseria Aún más; esas enormes inversiones son las que exigen porcentajes de ganancias fabulosas, que se han fijado en un treinta poi ciento para el mayorista, y un treinta por ciento para el minorista, lo cual aumenta el precio en 69 por ciento, ya que el mirorista tiene que cargar también el 30 por ciente sobre el 30 por ciento, que ya le ha cobrado el mayorista. Amén de que muchas veces interviene también un representante de la casa fabricante, el cual cobra por lo menos un diez por ciento, que lo carga la compañia monopolista al facturar al mayorista, y otros etcéteras, entre ellas los millones gastados en publicidad. Cuánto ganaríamos los costarricenses si los médicos volvieran a utilizar los nombres cientificos de las drogas y se olvidaran de los nombres que patentan las grandes empresas? Con sólo eso se podría obtener la misma medicina en muchas casos hasta por un precio cuarenta veces menos que el que obligan a pagar utilizando nombres inventados impuestos por la propaganda de las compañías monopolistas. Con sólo eso pocriamos economizarnos en precios, en me1:05 enfermedad, en menos dolor, en me.
nos muerte, más de lo que pudieran dar en cien años veinte ayudas para el progreso. Otra bomba. Se han dado cuenta los josefinos de la cantidad de bombas construidas en el curso de os últimos meses en la capita. No exageramos si decimos que son docenas. esto resulta en verdad extraordinario, porque el país atraviesa por una agud sima crisis económica y fiscal, y parece intolerable que nuestros dineros se gasten en construir edificios tan lujosos y tan inútiles como las bombas de gasolina.
Alguien nos dirá que no son inútiles. Se equivoca Fn tres kilómetros de carretera a Guadalupe hay cinco bombas enormes, cada una de diferente compañia.
No exageramos al calcular en dos cientos mil colones el costo de cada edificación de esas. En un país donde el setenta por ciento de la gente anda 31 7apatos, la mitad de la gente se muere sin que la vea un médico y en los eai ficios escolares tienen que alternar hasta tres escuelas, es un cri men gastar tal cantidad de dinero en bombas de gasolina. Los do a Yes que nos pagan por nuestro café, en lugar de venir al pais convertidos en medicinas ropa para ios peones que producen es mismo cale, o en maquinaria que alivie su trabajo, vienen en ccmenio para que las co npañía: imperialistas del petróleo con cru yanina bomba cada cien varas.
Definitivamente, los ticos tenemas que luchar porque Utstro pais no siga siendo algo tan miserablemente desordenado.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.