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E Apuntes Sobre mi Viaje a la NUEVA CHINA Por CARLOS LUIS FALLAS NO Los terratenientes chinos explotaban sin piedad la miseria y el hambre de los carnpesinos, realizando con Sertos negocios de una usura inconcebible. ya hemos pisto cómo, entre otros crímenes igualmente repugnandes, estos terratenientes asesinaban a los campesinos que no podían cancelar sus deudas y enterraban vivas a Yas fami ias de aquellos que participaban en la lucha por la reducción de las rentas. Si ésto hacían con los deudores y con los que clamaban por una justa reduccción de las rentas. qué no harían entonces con los iutchadores comunistas que tenían la desgracia de caer en sus manos despiadadas? Los mártires comunistas de resta lucha en el agro chino se cuentan por decenas le millares. Es una pavorosa historia de suplicios, mutilaciones y masacres que crispa los nervios mejor templados Sin embargo, cuando el Ejército Rojo chino obtuvo the victoria, los comunistas chinos no cobraron con sanere esos crímenes de los terratenientes. Es cierto que sus tierras fueron repartidas. Pero ese era un paso mecesario para asegurar la felicidad futura de todo el pueblo chino. Se establecieron tribunales populares y alli, en asambleas públicas, con la participación de todo cel pueblo, fueron juzgados los terratenientes a quienes les campesinos acusaban de crímenes abominables. Muy pocos fueron condenados a sufrir la tima pena. Mitchos terratenientes, a pesar de habérseles comprobado crimenes horrib es, apenas fueron sentenciados a cuatro o cinco años de prisión. Castigar para corregir erropes; pero brindándole al castigado la oportunidad de xectificar su vida. Tal fue la politica adoptada por los ceomunistas chinos frente a los crímenes de los terratemientes. Por eso se les dejó a éstos el disfrute de sus propiedades urbanas; y una parcela de sus tierras, con Ha oportunidad de ingresar luego, si así lo desean, en Has cooperativas agrícolas.
Los imperia istas japoneses, en sus años de ocupaceión y de campaña militar en China, siempre tuvieron illi por delante, como sus enemigos más resueltos y consecuentes, a los patriotas comunistas chinos. Jughan a la guerra con Chiang Kai shek. Pero su verdadepa guerra, guerra cruel y despiadada, la libraban contra Itos heroicos soldados de la China Roja, que entonces flenſan su capital en Yenán. Esto lo pudieron comprotbar y lo denunciaron asi muchos periodistas y escritores occidentales. entre ellos varios norteamericanos.
Los militaristas japoneses, en su guerra contra los comunistas chinos, aplicaron una política de terror y destrucción. Se ensañaban especia mente con los prisloneros rojos: sádicas torturas mutilaciones horribles, decapitaciones públicas, ejecuciones en masa. para Justificar ante sus propios soldados estas monstruosidades, y también para hacerlos luchar contra los rojos Basta la última gota de su sangre, los militaristas nlpo mes les hacían creer que los comunistas chinos proceRian de igual modo con los prisioneros japoneses.
Sin embargo, los comunistas chinos procedían con Hos prisioneros japoneses de muy distinta manera. Los Hevaban a Yenán, para que comprobaran la vida serce willa y austera que alti hacían los rojos chinos, las retaciones democráticas que existian entre los soldados los oficiales del Ejército Rojo chino, la ligazón fraternal del Ejército con el pueblo, etcétera, y cómo sólo deseaban poder vivir y trabajar en paz, para construir una China más feliz y ayudar a todos los pueblos de la tierra, incluso al pueblo japonés, a construir 63 propia felicilidad. Después los ponían a escoger: o que darse allí, en igualdad de condiciones, derechos y de beres con los chinos combatiendo o trabajando o regresar a las líneas japonesas a seguir combatiendo contra los comunistas chinos. Los que se quedaban lo hacian por su propia vo untad y propia conveniencing muchos de ellos combatieron luego heroicamente por a liberación del pueblo chino. los oficiales y soldados japoneses que, por falso patriotismo, optaban por regresar a sus propias líneas, eran despedidos con canciones, se les obsequiaba con flores, pan y cigarrilos y se les scompañaba cordialmente hasta muy cerca de las trip cheras japonesas. Una locura de los comunistas chinos? No. Una política profundamente humana y muy inteligente. Los prisioneros así liberados contaban luego a sus compañe 108 de armas lo que habían visto y oido en las líneas comunistas y cómo los habían tratado allí. estos relatos, que corrían de boca en boca y de trinchera en trics chera, hacian polvo las calumnias que contra los comuvistas chinos se empeñaban en difundir los militaristas nipones. Por eso éstos tuvieror. que dar la orden de tusilar inmediatamente a todo oficial y soldado que regresara de las líneas comunistas.
Desde que Chiang Kai shek se adueñara de la di rección del Kuomintang, la historia de las relaciones en tre ese partido y el Partido Comunista chino es una Larga cadena de traiciones, asesinatos y masacres realizados por el primero en perjuicio del segundo. Los esba.
rros y los militares del Kuomintang torturaron y masacraron a centenares de miles le comunistas chinos, bombres y mujeres, intelectuales, obreros, campesinos y sokdados. En aras de la liberación de China del yugo nirón, una y otra vez los comunistas chinos propiciaron acuerdos de unidad con el Gobierno de Chiang Kai shek. una y otra vez éste intentó aprovechar esos acuerdos para aplastar y destruir a los comunistas chinos. En vigencia esos acuerdos, Chiang Kaifshek le ordenó a des ejércitos comunistas permanecer en regiones inhospitas, sin darles ni un kilo de pan, ni una pulgada de tela, ni un gramo de pólvora; organizó contra el os arteras em boscadas y asesinó asi a millares de combatientes to jos; y llegó a tácitos acuerdos con los japoneses para la lucha común contra los comunistas chinos. pesar de todo eso, los comunistas chinos mantuvieron frente a los ejércitos del Kuomintang su po ſtica de mano tendida. esta firme actitd patriótica de les comunistas hizo que muchos soldados y altos oficiales kuamintanistas abrieron los ojos. Por eso ciudades y regiones enteras de China pasaron luego a manos de los comunistas sin que éstos tuvieran que disparar un tire.
Así sucedió por ejemplo, con la legendaria crudad de Pekin. Por cierto que el general que jefeaba entonces. Pasa a la pág. Página CINCO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.