Manuel MoraWorking Class

Apuntes Sobre el Problema Campesino en la NUEVA CHINA Por CARLOS LUIS FALLAS (CONTINUACION)
resecos Viajando de Ulan Bator. capital de Mongolia, hacia Pequín, el avión, dejando a un lado y otro altísimos picachos nevados, vuela por horas sobre interminables cadenas de montañas hoscas, peladas y resecas, de un triste gris amarillento, y sobre profundos valles también. De vez en cuando, entre las honduras, el brillo anémico de un hilito de agua. multitud de pequeños caseríos diseminados al borde de los abismos y al pie de los murallones. Contemplados desde la altura, montañas, valles y caseríos dan la impresión de estar igualmente desiertos, abandonados de siglos por el hombre, resecados y calcinados por un sol de fuego. Pero aguzamos la mirada, entonces vemos que allí hasta la más abruptas montañas están rizadas por innumerables arruguillas transversales, que suben y suben escalonadamen te las faldas empinadas y van a peinar así más de una de aquellas elevadas cimas. Ese es trabajo humano, trabajo de milenios. Obra del explotado campesino chino que allí regó su sudor por siglos y siglos, día tras día, de sol a sol, en lucha abierta contra las fuerzas ciegas de la naturaleza y con la sola ayuda de sus herramientas primitivas, para poder arrancar de esa tierra ingrata una mísera cosecha que luego, por añadidura, debía compartir con un señor. Lo alcanzamos a ver, diminuto, moviéndose como en hileras de hormigas en esos terraplenes. Hoy es el dueño de esa tierra, y la cosecha, aunque escasa todavía, es toda suya.
Luego, volando ya sobre las llanuras, el paisaje tórnase apacible y casi alegre bajo el cielo azul. Las tierras de cultivo, amorosamente trabajadas, se extienden en parcelas hasta donde la vista alcanza. Ríos interminables, como dragones dormidos, bostezando en la pereza de sus vueltas y revueltas. Multitud de canales alargándose y bifurcándose en todas direcciones. Pequeñas velas inmóviles sobre las aguas turbias. incontables ciudades y pueblos diseminados por toda la extensión visible, luciendo sus murallas y sus arboledas de portal.
Días después, viajando de Shanghai a Pekin, en avión también, surgió de pronto ante mis asombrados ojos un espectáculo terrible. Hasta donde alcanzaba la mirada, todo un extenso territorio habíase convertido en inmenso mar de agua sucia y agitada por el viento; en las pocas alturas visibles, los árboles simulaban negros fantasmas en muda imploración de auxilio; y centenares de ciudades y pequeños caseríos, con sus murallas, parecían navegar en la turbia superficie como arcas al garete. Cuántos centenares de miles de seres humanos se refugiaban ahora allí, al amparo de aquellos estrechos recintos amurallados. Qué inmensas cantidades diarias de alimento se necesitaban para socorrer a esos refugiados. cuántas cosechas perdidas!
El horror de las sequias chinas, que calcinaban la tierra y mataban de hambre a millones de campesinos chinos, corrió en alas del relato hasta los más apartados rincones del mundo. por siglos y milenios, los legendarios dragones, esos ríos gigantes de China, se desbordaron periódica y libremente inundando extensiones inmensas, arrasando aldeas y causando millares y millares de víctimas. El sufrido campesino chino llegó a considerar inevitables esas terribles calamidades, y forjó con ellas leyendas de dragones y monstruos insaciables.
Hoy en la Nueva China el Gobierno Popular, repartiendo la tierra y organizando y dirigiendo la agricultura, terminó para siempre con el espanto del hambre. con la organizada ayuda de centenares de miles de hroicos campesinos, está realizando la doma de los dragones más implacables, de los ríos más turbulentos. Todavía de vez en cuando logra escaparse alguno e inunda plantios y aisla poblaciones; pero ahora los campesinos saben y pueden defenderse y el Gobierno acude en su socorro inmediatamente. en un futuro no muy lejano, todos esos furiosos dragones, todos esos enormes ríos de China, serán domados definitivamente y puestos al servicio de la felicidad del pueblo chino. CONTINUARA)
Un fervoroso homenaje se rindió a los mártires del Codo del.
En medio de una ovación de aplausos comenzó luego a hablar el Lic. Manuel Mora Valverde. No podemos, por falta de espacio, recons truir su diseurso. Hizo el licenciado Mora Valverde un análisis de la situacin política nacional y del papel que en esa situación política llegarán a jugar los grandes intereses petroleros y los descubrimientos en el país de algunos minerales radioactivos. Se refirió a la amenaza a la paz interna con motivo del juego de esos grandes intereses en la vida política del pais, como ha sucedido en otros países inclusive de América Latina. Denunció una vez más la prohibición de los derechos de la clase trabajadora para organizar su propio partido político y las maniobras para impedir que la voz de los trabajadores sea oída a través de los medios de propaganda (prensa, radio, etc. del país. No se quiere dar beligerancia las clase trabajadora para anular su voz acusadora cuando los políticos nacionales se entreguen a los grandes intereses petroleros y mineros de uranio.
Luchando contra intereses poderosos contrarios al bienestar del país fue que cayeron en el codo del Diablo, en Tejar y Quebradillas los trabajadores en 1948. Por eso fue grande su muerte dijo el licenciado Mora Valverde, porque no fue un heroísmo estéril. El pueblo seguirá la senda por ellos trazada y libertará de verdad a Costa Rica.
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