Es Falso Que El Alza De Los Salarios Conduzca Necesariamente La Elevación De Los Precios CARTAS DE UN CIUDADANO POR EDUARDO MORA VII Barrio Keith, San José, Oct. 12 de 1950 Sr. Presidente de la República don Jose Figueres, Casa Presidencial. Ciudad La clase trabajadora tiene que saber que el nivel de sus salarios debe ser determinado en lucha contra la burguesía. Esta lucha puede revestir, desde el carácter de una demanda a resolver por la vía de la conversación obrero patronal, hasta el carácter de una huelga violenta. Como la burguesia cuenta a su favor con un enorme poderío económico y con la simpatía y el respaldo del Estado burgués, la lucha por los salarios frecuentemente conduce a enconadas luchas que se resuelven en favor del más fuerte.
Agui en Costa Rica el movimiento obrero revolucionario en la década de los treinta libró violentas batallas por conseguir que el Estado tuviera la obligación de fijar un límite debajo del cual no se puede señalar salarias. Es el llamado salario mínimo, que cada dos años debe ser calculado por el Consejo Nacional de Salarios.
Ya vamos viendo que aunque la fijación de salarios mínimos es una conquista de gran envergadura para nuestro pueblo siempre ofrece múltiples dificultades que se originan en la esencia misma del régimen que vivimos. En última instancia los patronos consiguen que los encargados de fijar los salarios minimos lo hagan, no ajustándose a un criterio técnico, sino a las conveniencias de los propios patronos.
El Presidente Figueres, por ejemplo, al acercarse el momento en que ve debían determinar los salarios mínimos para el período de 1956 58, anunció que los delegados del Estado en el Consejo Nacional propugnarían un nivel superior en un 10 por ciento a los salarios del período anterior. Como la dirección de la Rerum Novarum levantaba una demanda igual, y los delegados obreros ante el Consejo pertenecen a la Rerum, se llegó a creer que los salarios subirían en un 10 por ciento. Este porcentaje es insuficiente, como lo ha demostrado la Confederación General de Trabajadores, ya que los precios han subido desmesuradamente y se requería un 25 por ciento de aumento en los salarios para cubrir las necesidades puramente físicas de los trabajadores. Pero con todo, la actiud presidencial parecía una base utilizable para lograr una mejora sustancial de los salarios.
Sin embargo, las palabras del Presidente se quedaron en el aire, como tantas que dijo en la campaña electoral y posteriormente. Antes bien, el Gobierno que el preside ha maniobrado para burlar su obligación legal de fijar nuevos salarios mínimos para el periodo 1956 1958, y ahora se anuncia que los actuales salarios mínimos seguirán rigiendo un año más.
La burguesía nacional, y el Estado que le sirve, han interpretado a ru antojo el carácter del salario mínimo. Este no es un nivel al que deben ajustarse los patronos y mucho menos debajo del cual deben colocarse. El salario mínimo es el límite inferior de los salarios, porque debajo del mismo se produce un proceso acelerado de exterminio de la fuerza de trabajo, de extinción de la población trabajadora, de descenso de la natalidad, de aumento de las enfermedaddes y de muerte. El salario mínimo es el punto de arranque de una lucha tenaz y combativa entre los trabajadores y los patronos, los primeros para empujar hacia arriba los salarios, los segundos para empujar hacia abajo, hasta el nivel inferior.
El salario es el precio de la fuerza de trabajo. En consecuencia, ese precio debe cubrir todas las necesidades del trabajador, porque si el salario no cubre esas necesidades, se afectará la fuerza de trabajo en perjuicio de toda la sociedad. Dicho en otras palabras: el salario debe ser suficiente para que el trabajador adquiera todos los bienes necesarios que le permitan restaurar las energias musculares, nerviosas y cerebrales gastadas en la jornada de trabajo.
El salario le debe permitir al trabajador alimentarse, vestirse, alquilar una habitación, cubrirle esas mismas necesidades a su mujer y a sus hijos, y, finalmente, el salario le debe permitir al trabajador medios para preparar a su hijos, hacer de ellos obreros del mañana, sin los cuales no podría seguir desarrollándose el sistema de producción. Distinguido señor Presidente: acabo de terminar de leer su libro Cartag a un ciudadano. Yo soy uno de tantas ciudadanos a quien usted se dirige y me voy a tomar la libertad de contes.
tar sus cartas, porque precisamente desde hace varias semanas estoy sin trabajo y puedo darme el lujo de em borronar algunas cuartillas que reco gen el pensamiento mío y el de otras gentes vecinas de este barrio proleta rio.
Naturalmente que el estilo de mis cartas tiene que ser muy diferente del suyo, pues Ud. escribe su libro en unas semanas de vacaciones, allá en la tranquilidad de su finca, sin ninguna preocupación económica, mientras que yo.
obrero desocupado, lleno de deudas y de güilas que piden pan, apenas si tengo un lápiz y un cuaderno viejo para escribir unas cuantas frases. As es que Ud. perdonará la mala letra y la mala redacción de este pobre ciuda dano que apenas cursó la escuela primaria.
Su libro, estimado don Pepe, escrito en ese tono paternal tan sencillo y acogedor, ha pasado de mano en mano aquí entre todos los vecinos del barrio.
Muchas cosas interesantes hemos apren dido al leerlo, pero también muchas otras nos han dejado perplejos cuando comparamos lo que ud, dice y la rea lidad que estamos viviendo miles de familias costarricenses, porque Ud. sa be que hechos son amores y no buenas razones. además las gentes dique de buenas intenciones está empedrado el infierno. Estos son don Pepe malos pensamientos que se no venían a la cabeza mientras leía su libro, que de paso he de decirle me lo llevé de un solo tirón, pues no hay duda de que esas páginas son apasionantes por los temas sociales que en ellas apunta Ud. con tanto acierto. naturalmente, ya puede Ud. imaginar lo que significan para un obrero desocupado y vecino del Barrio Keith, que debe tres meses de casa y que ayer le cortaron la luz. Así es que su bro, cayó en mi hogar coom agua para chocolate. Esas verdades que dice Ud cen Página DOS. Pass Páx. 7) Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.