Manuel Mora

Una Lección de Don Juanito Mora Rechazó la Presidencia de Para ser leal a sus convicciones, prefirió el destierro a un vergonzoso entendimiento con el Gobierno de los Estados Unidos por MANUEL ARGUELLO MORA Reproducimos a continuación una crónica de don Manuel Argüello Mora sobre la famosa entrevista de don Juanito con el Presidente Buchanan de los EE. UU Don Manuel actuaba como Secretario de nuestro gran ex Presidente y fué tes.
tigo presencial de la entrevista. En la crónica no se dice todo lo que realmente ocurrió. Se sabe que las condiciones de Buchanan a don Juan Rafael Mora no fueron únicamente las expuestas en la entrevista.
El vapor Ocean Queen apagaba sus fuegos y arro.
jaba su ancla frente al Canal Street, en Nueva York, el día 14 de setiembre de 1859. El sol asomaba detrás de las Montañas Blancas (White Mountaine) bañando en luz y calor la ciudad imperial, la más rica y poblada metrópoli del Nuevo Mundo.
Dos mil pasajeros venidos del país del oro desembarcaban derramándose en los mil hoteles de la ciudad. Entre esos pasajeros íbamos cinco embarcados en Colón y procedentes de Puntarenas, a saber: don Juan Rafael Mora, don Crisanto Medina, padre e hijo, don Adolfo Bonilla y yo. Bonilla era casi un niño. El señor Mora y yo no hacíamos un paseo voluntario; íbamos empujados por el frío cierzo de la proscripción, Hacía un mes que una conspiración militar había des.
conocido y derrocado el poder legítimo que Mora ejer.
cía en Costa Rica, y a los 15 días el pueblo norteamericano estaba al corriente de los más pequeños detalles de ese drama político: tal es la fuerza expansiva de esa dinamita del espíritu, la prensa, diosa omnipotente que todo lo sabe y todo lo puede!
No era, pues, un desconocido el señor Mora para el pueblo americano. Fue visitado por innumerables personas, con algunas de las cuales cultivamos íntimas relaciones; entre éstas nos honraron con su amistad el General Páez, el héroe de Las Queseras, el señor Tassara y el señor Bertinaty, Ministros de España e Italia respectivamente, Romero, el conocido diplomático me.
xicano y Acosta, el más célebre médico latino español.
Don Luis Molina, nuestro Ministro en Washington, que se convirtió en espía y delator para no perder su desti.
no, hizo cuanto pudo en nuestro daño sacrificando su dignidad al sol naciente, por más que ese sol fuera ema.
nación de una traición militar.
El mismo día que desembarcamos recibió don Juan Rafael Mora un telegrama de Mr. Buchanan, Presidente de los Estados Unidos. En él saludaba al Presidente Mora, no all ex. Presidente, cosa que nos sorprendió, porque ignorábamos la inesperada y brillante fortuna que la suerte ofrecía a Mora. Concluía el telegrama instán.
dole para que se presentara en la Casa Blanca.
Nosotros tomamos este telegrama como una simple cortesía oficial, y contestó Mora que tendría el placer de visitar a Buchanan tan pronto como descansara unos días de las fatigas del viaje.
Una semana después se recibió otro telegrama del nistro de Estado Mr. Chasse, quien suplicaba al señor Mora que pasara a la Casa Blanca con el objeto de tratar un asunto que le importaba.
Esto ya nos llamó la atención, y partimos inmediatamente para Washington, Alojados en el Hotel Brown y contestadas las visitas de estilo al Presidente y Ministro Chasse, aquél nos manifestó que deseaba tener una entrevista con el señor Mora, el objeto de la cual debía permanecer en secreto, al grado de que si era posible evitar intérprete, era pre ferible pasarnos sin su ayuda. Persuadidos de la mala vo luntad de Molina hacia nosotros, procuramos alejarlo de la entrevista de ambos Presidentes.
El deseo de que el espionaje de Molina no tuviera esa ocasión de utilizarse, me hizo pasar uno de los bochornos más grandes de mi vida. No quiero disimularlo, pues en materias históricas prefiero exhibir mi vergüen.
za antes de ocultar el menor detalle que ponga en duda mi sinceridad, Es el caso que me ofrecí como intérprete, creyendo poseer el idioma inglés, después de recibir dos años las jecciones del profesor de la Universidad de Santo Tomás, don Joaquín Alvarado. Cuál sería mi confusión cuan.
do noté que Buchanan no me comprendía una sola palabra. Después que hice esfuerzos inauditos para ha.
cerme entender, acabé por excusarme en español, idio.
ma que Mr. Buchanan entendía, pero en el que no podía hacerse entender. No sé qué hubiera sido de mí si no hubieran concluido por reirse los dos interlocutores, Fue preciso valerse del señor Molina. Procuraré repetir el contenido de la conversación, que fue el siguiente. Las nacionalidades pequeñas y débiles, dijo Mr. Buchanan, están expuestas en América a ser absorbidas por los europeos, o al menos a que se ejerzan sobre ellas desastrosas influencias que no convienen a los Estados Unidos. Inglaterra, sobre todo, se ha apoderado casi ex.
clusivamente del comercio de las repúblicas del centro, adueñándose poco a poco de algunos territorios que serán más tarde la estaca del fraile, como suele decirse.
Por ese motivo hace años que buscamos, y hemos esperado en vano que aparezca, entre los prohombres de esos países una figura superior que sea conocida y res.
petada en los cinco Estados del centro. Morazán pudo Pasa a la Pág. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.