Vistazo ento Eu mundo democrático estaba ansioso de oir a Jacobo Arbenz, el gran caudillo de América, Presidente Constitucional de Guatemala. Arbenz tuvo que abandonar el Poder como con.
secuencia de una agresión del Gobierno de los Estados Unidos, en junio de 1954. Desde en.
tonces ha vivido desterrado en México, primero, y después en Suiza, en donde no se le permitió dar a conocer acontecimientos que sólo él está en capacidad de relatar y que re.
velan el descaro con que actuaron los monopolios norteamericanos y la desvergüenza de los guatemaltecos antipatriotas. La entrevista que hoy publicamos fué hecha en Checoeslovaquia por el estudiante chileno Ronaldo Ra.
mírez El largo silencio de un año y dos meses que había guardado Jacobo Arbenz, último Presidente democrático de Guatemala, fué roto por primera vez en una amplia entrevista que concedió en Praga a VISTAZO.
El domingo 27 de junio de 1954, después que el Ejército lo obligó a dimitir, Arbenz pronunció un discurso pú.
blico en que acusó al Gobierno de Estados Unidos de haber provocado la intervención en Guatemala. Después fué imposible para periodistas mexicanos, suizos y franceses, conseguir que hiciera declaraciones. Cuando le expliqué que una ola de intencionados rumores propalados en América Latina buscaba mañosamente presentar de un modo torcido su actitud, accedió a conversar con VISTAZO y me hizo las sensacionales declaraciones que aoy a conocer.
En ese momento, todos nós preparábamos para un cam bio de frente: la batalla se daría ahora en el campo di.
plomático. Nuestras armas en este terreno eran inmejorables. La formidable movilización de los pueblos latinoamericanos, los pronunciamientos de países de todo el mundo impedirían una intervención más abierta del Go.
bierno norteamericano en ayuda de los agresores. El jueves 24, los dirigentes obreros y sindicales me informaron de que algo andaba mal en el Ejército. Los jefes militares se negaban a aceptar la colaboración popular en la defensa y las noticias llegadas del frente hacían suponer la existencia de un complot dentro de las fuerzas armadas. Yo sabía que en el Ejército habían cuadros que no estaban de acuerdo totalmente con mi Gobierno, pero anteriormente, haciendo uso, no de mis atri.
buciones, porque el Ejército de Guatemala era autónomo, sino de la confianza del jefe de las fuerzas armadas, había logrado desplazar a estos oficiales del mando de tropas, entregando este mando a oficiales de mi confianza y absolutamente probados al menos eso creía vo en acciones anteriores. Estas tropas, al mando de mis mejores oficiales, eran las que estaban en el frente de batalla.
46 Causas del silencio Durante este tiempo he vivido en México, Suiza y Francia. Todos estos países me recibieron en forma bondadosa y honorable, aunque por razones políticas, que yo comprendo, sus gobiernos me pidieron que me mantuviera al margen de polémicas, intervenciones y declaraciones públicas. Las agencias noticiosas publicaron que usted adoptaría la ciudadanía suiza, por lo cual se daba por sentado su retiro de la lucha política de su patria. Los suizos me recibieron con mucho entusiasmo.
En el cantón donde nació mi padre, el alcalde me hizo saber, muy efusivamente, que si yo solicitaba la ciudadanía del país, me la concedería. También, muy cordialmente, le contesté, como aprovecho para hacerlo saber a todos, que mi patria es Gua mala y que un charco en su historia no impedirá que yo siga luchando por su libe.
ración.
El complot del Ejército Quizá el más grande de los errores que cometi fué la confianza total que tenía en el Ejército de Guate mala y el haber trasmitido esta confianza al pueblo y a las orgaizaciones populares. Pero nunca me imaginé que ante un caso de agresión extranjera, en que estaban en juego la libertad de nuestra patria, su honor y su independencia, el Ejército podría tracionarnos. El caso concreto es que el viernes 25 de junio esas mismas tropas, comandadas por oficiales de toda mi confianza, me enviaron un ultimátum desde el frente: o yo dimitía o ellos pactaban con los invasores. Esto ponía en descubierto, por fin, el largo y excelente trabajo realizado en el Ejército por el imperialismo norte.
americano, a través de la reacción terrateniente nacional y usando directamente la Embajada de los que servía el señor Peurifoy. La Constitución de nuestro país decía que el Ejército era una institución apoliti.
ca. Esto, naturalmente, impedía todo intento de intervenir en defensa de los intereses populares dentro de él, pero dejaba todas las posibilidades abiertas para la re.
acción. Hubo un largo trabajo de infiltración ideológica, realizado a través de las esposas y familiares de los militares. la constante presión de la Iglesia Católica, que en nuestro país juega un papel reaccioariario, intervi.
niendo por las mismas vías, consiguió minar las bases mis.
mas de la oficialidad joven, que estaba formada en la lucha revolucionaria. Para convencer a los altos oficiales, muchos de ellos interiormente reaccionarios, bastaron los finos ofrecimientos del Embajador de los La Batalla estaba ganada, pero falló el Ejército Intentaré en forma muy breve, resumir lo que fueron los últimos días de Guatemala libre. Muchas versiones han corrido sobre esto, algunas exactas, otras no; algunas bien intencionadas, otras aviesas; creo que son pocos los que conocen exactamente lo que ocurrió. Yo leí mi mensaje final, en el que dimitía y acusaba al imperialismo norteamericano de la agresión a mi patria, el domingo 27 de junio. Pues bien, días antes, el miércoles 23, para todos estaba claro que la situación militar había sido dominada, la agresión dominada y el enemigo se hallaba en serios aprietos. No podia ser de otra manera. Castillo Armas tenía sólo mil quinientos hombres contra todo nuestro Ejército, de más de cinco mil so da.
dos relativamente bien equipados. El control absoluto del aire por la aviación invasora sólo constituía un estorbo. Cómo se frustró el reparto de armas. Juego de Partidos. Inmediatamente de recibido el ultimátum, di orden al jefe de las fuerzas armadas, Coronel Díaz, para que Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.