Strike

que Fué al día siguiente, al llegar de Limón gentes. No somos amigos, usted lo sabe dijo Rojas.
extrañas, cuando la situación se fué al despeñadero. Quién quita que sí, hermano le dije yo.
No venía mister Smith, que según me dijeron había Quiero hablar con Verónico.
caído enfermo y lo dejaron en el hospital de la Com asina poco a poco se fueron amansanda, haspañía. Venía un tal mister Gibson con el jelado de ta que lo llamaron. Venía serio y demacrado. Digan mister Sand. Mucho revólver, mucha altanería; que lo mesmo que un Cristo en el Calvario. No una guardia de veintitantos uniformes. Yo vide re ven que él era el de la responsabilidad alli? Yo no lumbrar tanto machete de una parte y vide relur me anduve con entredichos. Fui al grano: brar tanta arma de fuego por la otra, que alli no Verónico. Como se han puesto las cosas, yo más me persigné para adentro y me dije: aquí va a vengo a jugármela junto con ustedes. También yo haber bochinche. asjna fué; a poco más, allá te va, naci con la pata en el suelo. iQue se vaya al diablo se rompió el dique, ya los hombres salidos de su: la Compañía!
cauces porque las autoridades habían empezado a Allí entre el muchacho y este viejo de mi, si maltratarlos, y hubo algunos golpeados, se hicis. es que todavía quedaban nubes por lloverse, se lire ron bastantes presos, y los demás cogieron mon pió todito el cielo. Era, en verdad, apenas un chataña. Yo me acordé de la negra Pascuala y senti calin de veintiún años. Se le empaparon los ojos, y que aquella otra vez había dado en el clavo conmi me dió tamaño abrazo. Hubieran oido ustedes que go. Para esto no tenía yo alma. Como pude me fui griteria se armó entre los linieros. mí casitico se raciendo chiquitico, apoquitándome por ahí para ine hacen ampollas en la mano de tanto que me la no me tomaran en cuenta, y apenas encontré estrecharon uno tras otro. Asina estuvo la cosa un hueco me volví humo por él. Estaba caviloso y ¡Qué les parece!
muy caido. Me estaban entrando la mar de dudas. Alguna vez les dije que por algo yo, a estas al¿Qué vela tenía yo en este entierro? Yo no era linie turas de mis años, no tengo más que lo que tergo ro raso, claro que no, pero tampoco podía jalar los ni soy más que lo que soy. Sabía que faltaba muy mesmos bueyes con aquellos machos gritones. Cogi poco para que vinieran a sacarnos de allí a bala el revólver y le vacié los tiros. Llegué al comedero limpio.
de la negra, mas ya no se hallaba ella alli. Me dije Ocho días más tarde, en compañía de los muron que se había metido también en la huelga, y chachos que no estaban heridos y de la negra Fran.
andaba al frente de un grupo como todo un hombre. cis, nos vimos todos entre rejas en la cárcel de LiHubieran visto ustedes el vergüenzón que se me en: món. Allá llegó a saludarme el macho Smith en tró por toda mi persona. Hasta la negra Francis, persona. No, si el hombre tenía sus lados débiles carambas. Con todo y las lenguonadas que se dejaba por donde le chorreaba su buen caldo de azúcar.
decir de los linieros.
francamente, creo que no había estado tan enfermo.
Cuando a toditico aquello, que hubiera podido pues lo noté más coloradote que nunca. Seguro que arreglarse por las buenas de haber mediado gana de lo que había hecho era zafarle el bulto al temporal entenderse con los muchachos, se le subió de lleno de la huelga. Algunos nunca se mojan.
la sangre a la cabeza, y hubo ya hasta baleados, y Carachos, Mundo. me dijo. de veras qiie se vió el desmán campeando y la barbaridad autori lo siento. mi se me poner que usted se iba a meter zándose a todo, no me aguanté yo mesmo un minute en esto. Yo comprender, amigo. Yo, muellero de más, pegué asi brinco y me sacudi la albarda de en joven, en Nueva York. Yo sentir, de veras. Yo no cima. Me fui a buscar a Verónico Ramírez. Sute ser malo.
que se hallaba por el Crique de las Ranas. Llegar Hombre, qué bonito. Así quién no. Porque mierhasta allá era arriesgado. Los hombres, ya les cuen tras a él poco después lo despachaban para Hondu10, no estaban para bromas; hambrientos, persegui ras, escaleras arriba con mejor puesto y sueldo redodos. De empezada, no me sirvió de mucho el pañue blado, a mí me tocó regresar a mi nidal de San Jelo blanco que les mostré. Se me vinieron encima en rónimo, desnudo como me había ido para La Línea, señándome los dientes. iMachetes los que espié alli! para volver a empezar. si no es porque a mi pri Que se vaya a los infiernos ese viejo huele ma Eulogia se le ocurre morirse y dejarme el potrecuescos de la Compañía.
ro y las cuatro matilla de café, que por pegazón Qué diablos venís a hacer aquí, sapo vendido. conmigo me legó en testamento, a estas tardanzas de Asesino.
mi vida no sé qué vientos peores me hubieran sopla Verdugo.
do ni qué otras historias les estuviera contando.
Miré al negro Johnson, tan llevadero siempre. está bueno, está bueno. Yo sé que algunos Miré al nica Canales, pendenciero, pero en el fondo Tinieros viejos todavía se acuerdan de mí termine buen hombre; y a Juan Méndez, el jorobado; y a diciendo Tata Mundo, y sonrió; luego agregó como Pedro Rojas, Felipe Sánchez, Bernabé Víquez, todos para sí mismo: conocidos míos. Hay veces que uno no tiene más remedio que Un momento, muchachos. Suelten ya los in portarse bien. Si no, después, aen dónde diantres es.
sultos. Vengo como amigo.
condería la conciencia?
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