Strike

rez.
ga. Que es que lo que ganan no alcanza, que hay ni: rendándose los racimos de banano. Allí sí que se cho capataz aprovechado, que la Compañía es un me enojó este hombre: abusiva, y qué sé yo. Diay, grandes carajos. quién es el que manda Sí, claro está. que los boletos, y que is qui. Ustedes o yo? trabajar se ha dicho.
groserias de uno. Déle usted. Ya no se puede ni al entonces me salió al corte uno de aquellos morzar en paz, total porque uno ha subido algo. hombres, un nicaragüense que hasta entonces no por allá, en las oficinas, me decía mister taba ni una mosca, por lo Juan Caminando que era.
Smith. Eh, chocho, mirá vos, mejor quedáte callado. Oiga, Mundo, tener cuidado con los hombres. Aqui estamos en huelga.
Socar bien las tuercas. Yo querer mucho a ticos y no ¡Qué huelga ni qué maldita la mama del diamalquerer a nicas, pero el trabajo es el trabajo. Des blo. me broté yo todo en cólera, y hecho una pupidase a Bermúdez, y a Canales, y al negro Scott. ra nublazón de la mente, cogi mi machete y me les asina cada semana. Cómo sudaba el macho. íuí al cuerpo a los matones de banano, le di a un vás.
hasta perdía peso. Porque, vean ustedes; no crean tago y lo doblé, le apeé la fruta; doblé otro y de otro que yo, porque les cuento ahora esto, me voy a po filazo le coseché las nueve manos del racimo. Si ner de aprovechado y me le voy a dejar ir encima no saben trabajar, aprendan cómo se hace, baboa un hombre sólo por tener pelo de maíz y ser ex sos. e iba ya para el tercer vástago, cuando se ne tranjero; qué va a ser. Sepan ustedes que el tal mis arrimó un tal Pedro Rojas, cuchillo en mano: ter Smith era un tostel como bueno y amigable, en Deje ya eso usted, oiga.
lo que a su persona cuenta y toca. Yo me sospecho como le replicara ya con el apellido muy su.
que, allá donde cada uno platica solito consigo mes bido a la cabeza, otros me cercaron en redondo, y mo, el hombre se rumiaba sus sufridas y se dolia la cosa se me comenzó a poner color de hormiga.
de veras de sus durezas. No diría yo lo propio de Mundo, Mundo, mejor es que echés mano de tu mister Sand, un tipo helado y duro que ni una ma calma, pues andás con revólver, y acordate de tus cuina. Pero de mister Smith naide crea que pienso tatas difuntos, y de tus hijos, y de que tus manos onal de toda su persona. No ven que aquella vez, nunca se han manchado; no vaya a ser que por manun sabado temprano, llegó y me dijo. dón se te tengan que desgraciar de sangre. Caray. Dar ganas de tirar todo al diantre y De dónde fué que vino apareciendo entoces Vevolver a mi tierra. Ahora hay que despedir Rami rónico Ramírez, yo no lo sé decir. Pero me llovió yo pienso que con trabajadores así, aquí to. como del cielo. El calmó y cogió por su cuenta y dos ganar el doble. Malditas órdenes.
riesgo el mando de aquellos hombres, y yo me deY por la noche se limpió de sus culpas confesån volví para la oficina. Allá telefoneé a mister Smiti, dose y comulgando con su botella, en una borrachera que oliendo la cosa se había despachado la víspera de aparecérsele hasta los demonios; y yo le medic hacia Limón, le conté como estaba el avispero de entendi que se estaba lamentando de la vida, a más alborotado, y luego me puse a sostener aquel caba.
de que entredijo como dos o tres veces el nombre de llo para que no se me desmandara, platicando con Verónico Ramirez. Caramba, si es que el Veroniqui unos y con otros, recomendando sosiego, y hasta llo aquel se había echado en la bolsa a toditico ei contando por ahí, como quien no quiere la cosa, que mundo en aquella finca. Con todo y la que yo le yo en mis juventudes había jefeado una huelga en guardaba, para mi fué un bocado amargo tener que las Minas de Abangares. Asina sostuve quietos y informarle a Verónico que estaba despedido. No sé hasta contentos a todos aquellos linieros. Uh; qué para qué me dió por darle explicaciones y tratar de de hombres tan variados que eran de unos a otros.
torarle con palabras el despido. Lo que me respon Los había algo añosos, como yo, y hasta más; los Jió!
había jóvenes, casi chacalines de teta; medianos. Don Mundo; yo una vez le dije que usted altos, bajillos, blancos, morenos, negros. Muy pocos, ya no es usted. No lo está viendo? Es la Compañía de veras, los había bien alentados. Paludiconcillos Con ella es que va la cosa.
casi todos. Yo les dije, por decir, que mientras lleLuego dieron la orden de echarlo de la finca gaban mandadores de la Compañía a encargarse de con la policía. La orden la mandó mister Smith. ia finca, no se me pusieran a abundar más de la cuencomo para todo hay remedio, se autorizó con otra ta, y me tuvieran a mí por uno de ellos. En la fonporrachera.
da de Pascuala, les conté tamaño cuento, de mis Bueno, fué un día de aquellos cuando dijo a ro siempos de desterrado en San Carlos. Carambas; no ventar el panadizo. Me monté en la mula y me fui a io hice mal. Me había sorprendido el toro, como hacer la ronda por la corta de fruta, que estaba a me quien dice, solo y en media plaza, y aunque de buedio ir y precisaba, y encontré a medio mundo matan nas a primeras dije a atolondrarme y casi caigo en co la culebra. Los hombres arrodajados en los calle sus cachos, me ayudé de mi experiencia y con buejones, o platicando entre ellos que ni viejas de ve nos modos más la calma de Verónico Ramirez, lo cindario, o simplemente estando por ahí. Los bu: fui capeando, capeandito, y vean ustedes, terminé rrocares volcados fuera de la línea y las bestias de conversando buenamente con todos ellos, en una notiro dándole gusto al cuerpo con el pasto y hasta mc che calmosa y tranquila.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.