sa a los gringos en Rivas ei to tué lo que intentaron acometer el tres en total, doctores Sáenz costarricense, Hoffman alemán y Bastos nicaragüense, atendían a los 300 heridos al mismo tiempo, operándolos al aire libre y sin anestésicos, entre el diluvio de balas, los gritos, los rezos y todo el egtruendo de una batalla furiosa y sin cuartel. Había que desalojar a los filibus.
teros de su reducto en El Mesón de Guerra. El general Cañas, un valiente entre los más valientes, resolvió que había que quemar ese hotel. Pidió un voluntario. Varios quisieron ir. Pero se escogió a Juan Santamaría, que hacía las veces de tambor, un hombre del pueblo, sin padre conocido, hijo natural de una pobre mujer de Alajuela llamada Manuela Carvajal, alias Gayego. Era carne de la carne del pueblo, lágrima de sus lágrimas, sonrisa de sus sonrisas! Juan Santamaría tomó un palo, le pusieron en la punta unos trapos, lo rociaron de una materia combustible, le dieron fuego con la yesca, y Santamaría avanzó hacia el Mesón de Guerra, capeándose de los balazos como podía. Pudo acercar la tea a un alero del Mesón, y como era madera seca y vieja, en pieno marzo, pronto fué una hoguera. Los filibusteros tuvieron que salir de aquel baluarte, los costarricenses los persiguieron a balazo limpio. Al caer la tarde se ejecutó la hazaña de Juan Santamaría. Ya en la noche, Rivas estaba libre de gringos. 00 un nicaragüense se presentó ante el nstalado en una vieja casa de adobes ón, venían los yankis. Poco después, lado venían los gringos de Walker.
hombres saliera de Rivas y se dirial enemigo. La fuerza salió. Rivas una plaza muy débil. Desde luego, dieron a don Juanito Mora, era falsa.
otro lado diametralmente opuesto el 11 de Abril se inició la salida de apo que por otro lado, caía sobre la ya vanguardia iba el coronel Machacompuesta de nicaragüenses traidores, traían sus insignias, que agitaban Rica. Abajo los filibusteros. Desue plan de los gringos era terrible: el cuartel general, apoderarse dei y proponernos una paz, para avanzar nento no hubiéramos podido resistir hen, por la estratagema que usaror, el General, a pocas varas de donde Juanito. En esa esquina se encon, que al principio fué engañado por tos falsos de los filibusteros.
Pero la la verdad, y rápidamente, disparó fuardia invasora, el coronel Machado, por el certero disparo de José Maria El enemigo, el enemigo. Su diseron la alerta a los costarricenses y los gringos, que ya estaban casi me.
jefes yankis trataron de corromper a il pesos por las cabezas de los Mobaquín. Pero la contestación fue un a batalla de Rivas. La ciudad deslo Mayor encerrado en una casa de razón mismo de la ciudad.
Sólo. costarricenses ignorantes pueden poner en duda la existencia de Juan San amaria. Hay cientos de testimonios de quienes lo vieron crecer, de quienes fueron sus compañeros de juegos, de quienes se enrolaron en el ejércoto con él, de quienes lo vieron quemar el Mesón. El doctor don Andrés Sáenz incluso lo curó en el viaje a Nicaragua de una ligera enfermedad, y el 12 de abril, al preguntar quién había quemado el Mesón, le dijeron que aquel mulatillo alajuelense, que había ido con la tropa de don Juan Alfaro Ruiz. Los partes oficiales el que firma el coronel Bariller y el que ostenta la firma de don Juanito Mora redactados al día siguiente de la batalla, especifican que gracios al incendio, los gringos habían sido desalojados de Rivas y luego totalmente derrotados. una prueba más, entre las mil que existen: don Juanito Mora, poco después, pensionó a la madre de Juan Santamaría. De no haber existido el héroe, don Juanito, que estaba en Rivas el 11 de abril, no le habría dado personaimente la pensión a la viejecita desamparada por la muerte de su hijo.
El que niegue su existencia es un ignorante. Juan Santamaría es la encarnación misma de nuestro pueblo. Es el pueblo costarricense, pero es el pueblo de todos los países, el pueblo pobre, el pueblo trabajador, el pueblo humilde, enfrentado a los poderosos que quieren ahogar sus libertades para hacer negocios 00 neras horas de la noche. Todo el rtad de nuestra Patria y de nuestros gue habían salido en la mañana de a los que estaban haciéndole frente que los gringos usaban un rifle moue encender cada vez que se dispaetición. Eran punteadores de mucno Les sirvió su ventaja inicial ni sus stras. En aquel día, casa por casa, lación que habían ocupado mediante os fusileros de Sanders, un cuerpo iza, se había hecho fuerte en una un nicaragüense de apellido Gue erra era la punta de lanza del eligro en volverse a extender y de la suerte de Costa Rica hubiera la una de la tarde de ese día, las e cadáveres de costarricenses, y los ps de manos del Padre Chico Calvo lacerlo uno a uno. Los cirujanoz, 2017 TOT En este año de 1954, los costarricenses deben celebrar como nunca el aniversario de la batalla de Rivas del 11 de Abril de 1856. Esa batalla es un ejemplo de lo que debemos hacer cuando los imperialistas traten de invadir militarmente nuestro suelo. El 11 de Abril de 1856 es la primera gran batalla ganada a los gringos. Hay otras hatallas pendientes, como la nacionalización de la Compañía de Fuerza y Luz, el reparto de tierras ociosas de la United Fruit Co. la nacionalización de los servicios aéreos, en manos de los gringos.
como en manos de ellos también están las riquezas del subsuelo si encuentran petróleo, etc. Tales las batallas que debemos ganarles ahora. recordemos que en otros lugares del mundo, como en Corea hace poco, como en Indochina ahora, pueblos enteros están peleando todos los días batallas como las que pelearon nuestros abuelos en 1856, por las mismas causas y contra el mismo enemigo. Con esos pueblos debe estar nuestra simpatia. nuestro odio debe e tar contra los millonarios que tienen a los Foster Dulles, a los Einsenhower, a los MacArthurs de sirvientes, para tratar de avasallar a los pueblos que ellos creen débiles y para tratar inútilmente, de detener la rueda de la historia con las infernales máquinas de destrucción en masa. Contra esos millonarios, de los cuales el Gobierno de la Casa Blanca no es sino un repugnante instrumento, debemos levantar nuestra voz de protesta, exigiéndoles la paz y obligándolos con la fuerza de nuestra conciencia de hombres civilizados a prohibir el empleo de sus inventos horribles en la destrucción de los pueblos del mundo.
De lo contrario saltarán de todos los rincones de la tierra, los Juan Santamarías con la tea vengadora en la diestra.
Donna Cisas Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.