San José, 28 de Febrero de 1954 ADELANTE El Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Turrialb, contesta conceptos del Presidente Figueres En La República del jueves 11 de febrero corriente leímos la crénica de la sesión efectuada por el Consejo Nacional de Salarios een la asistencia del señor Presidente de la República. Consigna dicha erónica los conceptos emitidos por el señor Figueres al referirse a la petición de revisión de salarios er: labores agrícolas, particularmente en la agricultura del café y de la caña, planteada por nuestros afiliados ante el Consejo Nacional de Salario: El señor Figueres dijo, conereta.
mente, que aunque era cierto que se justificaba un aumento de los salarios mínimos en el café y en la caña por los buenos precios que estos productos tienen, el Consejo de Salarios deberia tomar en cuenta la baja cosecha del café recién pasada y que no era conveniente fijar un salario en relación con los buenos precios del café, sino que esto se debería hacer después de la próxima cosecha.
Los trabajadores agrícolas no podemos dejar pasar desapercibidas estas palabras del señor Presidente de la República. Nosotros no negamos que la cosecha de café última fuera baja; pero también es cierto que la penúltima cosecha de café, o sea del año 52 53, fué extraordinariamente grande siendo la más alta de la historia de Costa Rica, y que fué vendida a muy buenos precios en el exterior. Estamos seguros que si se hace un promedio entre las dos últimas cosechas, el resultado será muy bueno para los señore: cafetaleros. Aún aceptunda a la ecsecha de café última mermó mucho, en relación con cosechas anteriores, es indiscutiblemente cierto que de todas maneras los señores productores obtuvieron buenas ganancias. Esto quiere desir, que no es cierto que los señores cafetaleros tuvieran pérdi das con la última cosecha; y las utilidades que dejaron de percibir con la merma de la cosecha recién pasada, de sobra están compensa das con las enormes ganancias obtenidas con la penúltima cosecha.
En contraposición con lo dicho por el señor Presidente, nosotros le decimos al Consejo Nacional de Salarios que tiene que tomar en cuenta al resolver nuestra solici tud de revisión de salarios, que los trabajadores del café y de la caña hemos estado ganado sala rios bajísimos, absolutamente insuficientes para cubrir nuestras necesidades, desde hace muchos ños. Los productores y beneficiadores de café y de azúcar vienen vendiendo sus productos a altos precios desde el año 49, y, en cambio, los salarios de los trabajadores han permanecido a un nivel muy. Pasa a la página aEL TALLER ladamente de él. Cuando Cachamba sorprendía esas burlas, sonreía resignado y apresuraba el paso. También mofábanse de él los chiquillos, por los que sin embargo parecía sentir un especial afecto: siempre llevaba frutas o caramelos en las bolsas de sus arrugados y flojos pantalones para repartir entre los más desarrapados muchachillos del barrio, que recibían sus obsequios temblando.
Esto sucedía al principio. Pero ya un mes después los chicos le sonreían, la gente mayor habíase acostumbrado a su grotesca fealdad y a sus ropas descuidadas, y el hombre se movía par toda la ciudad como Pedro por su casa. Era un vecino más.
Dia a día, después de almuerzo, antes de volver al taller pasaba por el mercado a comprar frutas, con las que luego invitaba a sus compañeros. Aunque enemigo de hablar mucho, había dejado ya sus reservas y era amigo de todos los operarios del taller, especialmente de Gole, por el que fnarrifestaba, a su manera, particular predilección. Parecía muy satisfecho de vivir en la ciudad. En una ocasión le dijo a Gole. Me gusta la gente de aquí; no tiene orgullo y es buena. Sobre todo, las mujeres. No todas, amigo aclaró Gole. También hay muchas muy tontas, no crea.
El pareció no escucharlo. Tenía los ojos perdidos en el pedazo de cielo que alcanzaba a ver desde el corredor; sonreía con placidez y sobábase suavemente la oraja, mientras continuaba murmurando, así, como si hablara con las nubes lejanas. Qué tardes más lindas. Qué calorcito. Dan ganas de dormir! qué vida más tranquila.
Frecuentemente caía en esos mismos esimismamientos; suspendía la labor y quedábase por largo rato con la mirada perdida en el vacío, sobándose la oreja, sonriendo, abstraído en quien sabe que ensueños agradables. De pronto sacudía la cabeza, miraba con disimulo: a todos lados, y volvía a trabajar furiosamente, por horas y horas, sin descansar ni pronunciar palabra. Su costumbre de sobarse el lóbulo de la oreja derecha debia ser muy vieja, porque se lo había deformado ya y iucia en él un principio de callosidad Era un operario incansable y le rendía mucho el trabajo. Si era necesario, trabajaba toda la noche también; el oficio, agotador y dañino, no parecía hacer mella en su organismo de hierro. Cuando se suscitaban charlas o discusiones, él ponía atención; pero pocas veces suspendía el trabajo para escuchar y más pocas aún para hacer una ligera intervención.
En el taller se reflejaban las periódicas luchas electorales de cierta manera. El personal aprovechaba la oportunidad para criticar a todos los políticos y para burlarse de ellos. la mayor parte de los zapateros esa elase de problemas no interesaba mucho y se conformaban con depositar el voto, cuando más. Pero el patrón, que se había naturalizado en el país, si parecia muy interesado en la política. Como don Rosendo Soto. 13 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.