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ADELINTE San José, de Mayo de 1953 San José. Pekin (UN VIAJE LA PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS)
Por ADOLFO HERRERA GARCIA EL AMOR LA PATRIA SOCIALISTA aquella lección de historia que en el Liceo conocimos con el nombre de la Desfenestración de Praga. y que don Alejandro Aguilar Machado se hacía un lío explicándola. Pero ya yo no pongo atención a ningún capítulo histórico de la Edad Media Es que cada cincuenta varas, empotrados en las paredes, por todas partes, hay retratos, con vidrios, de muchachos y muchachas de semblantes serios, bondadosos, tristes. Al pie del retrato metido en la pared, cubierto con un cristal, hay un florerito. dentro del florerito, miosotis, rositas, violetas. Son las muchachas y los muchachos acribillados a balazos en las calles de Praga por las de Himmler, cuando Checoeslovaquia padecía bajo el mando de Hitler. Son los héroes de la resistencia, que tienen su retrato en el mismo lugar donde cayeron bañados en sangre, y que los domingos reciben en los floreritos las siemprevivas que les ponen sus amigos, sus familiares, sus padres. Caminando entre aquellos retratos que vuelven a verlo a uno desde las paredes con una mirada serena y triste se le quitan a uno las ganas de seguir riéndose comiendo uvas.
Nos hospedan en el Hotel Flora. un edificio de cinco o seis pisos, con baño en los dormitorios elegantes, escaleras con alfombras, terciopelo en los ventanales, espejos biselados en todas partes, camas suaves, almohadas de dos varas de largo por una de ancho, limpio y pulcro todo, con la riqueza suntuosa de la vieja Europa. Tiene uno la idea de que va a salir por un pasillo del Flora. con sombreros de plumas y miriñaque, a la moda del 900, una duquesa de opereta de Strauss o de Offenbach, o un conde.
de bigotes de mosquetero, con bombín y bastón.
Pero a quienes topamos en las escaleras, silbando, riéndose, dándose la mano, son estudiantes alemanes que han venido a confraternizar con los checos. Están de visita los pioneros alemanes en Checoeslovaquia y junto con los checos a quienes sus padres martirizaron en Lídice y en cien aldeas más. ahora cantan bellas canciones procla.
mándose ciudadanos del mundo.
De vez en cuando, un grupo de obreros mudados, muy serios, suben las escaleras de mármol para ir a sus alco bas. Son miembros de alguna comisión de provincias en viaje a la capital. El Flora sede de aquella nobleza de la Europa Central que tomaba champán en las zapatillas de las bailarinas de ballet és ahora la sede de las comisiones obreras cuando vienen a Praga, de los mineros que llegan en vacaciones a Praga, de los delegados a los congresos de la paz y de la juventud, de los estudiantes de otras ciudades que necesitan vivir por unas semanas en la capital.
El hotel está más limpio y más reluciente que nunca.
La intérprete, una muchacha a quien el profesor Kusvalec ha enseñado un castellano que ella pronuncia lentamente, con tonos franceses, me explica la actitud del pueblo checo ante el hotel Flora. ante los parques, ante los castillos, ante las fábricas, ante los tesoros de arte de su Patria. Es una actitud diferente. Todas esas cosas son del pueblo. Constituyen su propiedad. Son su obra. Tiene que cuidarlas más que cuando eran ajenas, de los capitalistas, de los propietarios. De esta manera, no puede haber amor más profundo ni más efectivo que el amor a la Patria Socialista.
De esta primera salida por las calles de Praga el miércoles 23 de setiembre de 1952, son estos recuerdos: camiones inmensos llenos de reses destazadas que a hombros de gigantes son metidas a las carnicerías Nunca he visto más carne en parte alguna que en Praga. Dos monjas hablando en la calle. Son monjitas de Sión, las primeras que he visto en Europa. Interés inocultable de las checas ante los escaparates de ropa interior fina, de lociones, de cosméticos para la cara, que se ponen a la venta con parsimonia porque primero hay que hacer tractores y después calzoncitos de seda negra. La gente va bien vestida. Se ve contenta en las calles. Las librerías son los establecimientos comerciales más visitados y mejor atendidos. Hay libros espléndidamente editados en todos los idiomas. Yo compré una biografía de Stalin en español de 200 páginas, papel finísimo, ilustrada con 38 clisés, forro de pasta, en algo así como un colón cincuenta. Le escribí a Margarita una postal en la que le decía que a juzgar por lo que estaba viendo, asi, en la calle, comiendo uvas, riéndome, metiéndome en todas partes, estaba muy contento de no haberme equivocado al buscarle fin a mi vida: el socialismo es bueno.
COMIENDO LAS PRIMERAS UVAS DEL OTOÑO TOMANDO TE ENTRE EX SEÑORES Cuando nos echamos a caminar por la Stalinova, la calle principal de Praga, vemos colas ante algunos establecimientos. Es que han vendimiado las primeras uvas del otoño y los checos se agrupan a comprarlas para comerlas bajo la dulzura de la tarde. Nos armamos de una bolsa monumental de uvas verdi amarillas, grandes, muy dulces, y comiéndolas, pelándolas con los dientes, nos me.
temos por unas callejuelas angostas, de portales, oscuras, de Edad Media, entre edificios de 600 años, con estatuas en las fachadas y ventanas estrechas, en lo alto, que yo me imagino que son toda la ventana desde la cual se hizo Abajo del hotel Flora hay un café concierto. Todas las tardes, una orquesta de mujeres ameniza la tacita de té o la copita de vino de los clientes, que son antiguos capitalistas. Ya no tienen en sus manos las máquinas ni los pc riódicos ni las minas ni las fábricas ni las tierras. Todos esos medios de crear riqueza pasaron a manos de quienes se los manejaban a cuenta de un salario: los trabajadores, que ahora los siguen manejando pero por su propia cuenta, dentro de la nueva economía socialista, que no es para ganar sino para servir a la comunidad. La muchacha gorda (Pasa a la Pág. 5)
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