Football

San José, 28 de Febrero de 1953 ADELANTE EDITORIAL Ante el VI Campeonato Centroamericano y del Caribe de Futbol El del mes de marzo se inauguran los juegos del VI Campeonato Centroamerisano y del Caribe de Futbol. Con ese motivo, se darán cita en nuestro estadio nacional las delegaciones futbolísticas de siete países de Centro América y el Caribe, a saber: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panama, Haití y Costa Rica, y de la colonia holandesa de Curazao.
Los anteriores eventos de este carácter no han sido por cierto manifestaciones de alto espíritu deportivo, ni menos de sentido de fraternidad internacional. Por el contrario, han sido motivos para fomentar la hostilidad entre nuestros pueblos, para que se manifieste el fanatismo ciego de los comentaristas deportivos, a su vez traducido en fanatismo ciego de los aficionados al deporte. Poco ha faltado para que ciertos encuentros de futbol terminen en linchamientos.
Aunque los costarricenses alardeamos mucho de cultura, no hemos sido ajenos a actos de la naturaleza de los comentados, ni nuestros comentaristas deportivos ni los dirigentes de los clubs y de los organismos creados por el Estado para el fomento y dirección de los deportes. Tampoco nuestros jugadores son más santos que los de los otros países hermanos. Sin embargo, sería injusto decir que la culpa de la falta de espíritu deportivo y de sentido de fraternidad internacional que se ha acusado a veces en nuestros jugadores y en el público, reside en ellos mismos. La culpa, aquí como en Guatemala, en El Salvador, como en Panamá, de que se produzcan manifestaciones antideportivas y hasta de hostilidad nacional la tienen los encargados de formar la opinión pública. En otras palabras, quienes por una razón o por otra se vuelven portavoces de los colores deportivos nacionales y hasta del llamado honor deportivo nacional azuzan los más bajos sentimientos de los fanáticos y el chovinismo más vulgar, convirtiendo así las competencias deportivas en verdaderos pugilatos, en que tanto jugadores como público consideran que es imperativo ganar a como haya lugar.
No ha faltado la ocasión en que la política ha hecho su aparición con motivo de estos eventos deportivos internacionales. En efecto, elementos reaccionarios en Guatemala, en El Salvador y en Costa Rica, han aprovechado el acaloramiento de los fanáticos con motivo de contiendas futbolísticas, para llevar agua a su molino. En Centro América, la reacción, aunque se presenta con una careta unionista es, por esencia, como en todas partes, enemiga de la fraternidad internacional, es chovinista y predica el odio entre las naciones. Como quiera que ahora hay en Centro América una país que está llevando a cabo audazmente importantes reformas sociales y cuyo gobierno ha tenido el valor de enfrentarse a veces a las pretensiones de las compañías norteamericanas, se ha tratado de utilizar los eventos deportivos para manifestar hostilidad al pueblo y al gobierno de ese país. Nos referimos al Gobierno y al pueblo de Guatemala.
Cuando nuestros deportistas han ido a Guatemala, la prensa de allá, casi totalmente dominada por la reacción, es decir, por los enemigos del pueblo y del Gobierno de Arbenz, ha azuzado el odio contra ellos, los ha insultado y ha procurado evitar por todos los medios que se forme un ambiente fraternal.
Ahora se van a celebrar las competencias futbolísticas de que saldrá el campeón centroamericano en nuestro propio país. Consideramos un deber imperativo de nuestra parte llevar a las masas un mensaje que sirva para convertir las competencias deportivas en una verdadera fiesta de fraternidad entre los pueblos que se harán representar. No debemos permitir, por ningún concepto, que se hostilice a ninguna delegación. Todas nos merecen simpatía. Por el hecho de que los regímenes de Somoza o de Osorio no nos sean simpáticos, no vamos a tratar con desafecto a los futbolistas nicaragüenses o salvadoreños. Los deportistas de estos países hermanos no tienen la culpa de que los gobiernos de sus países sean despóticos. Tampoco corresponde a los deportistas de Guatemala el mérito de tener un Gobierno democrático como el de Arbenz. Ese es un mérito que corresponde a todo el pueblo de Guatemala. Por tanto, sin parar mientes en sus gobiernos, debemos recibir y tratar con espíritu fraternal a todas las delegaciones deportivas. Debemos demostrar que de veras somos un pueblo culto, que sabe tratar bien a sus huéspedes. Debemos poner de manifiesto que entendemos bien que en deportes lo peor no es perder, sino no saber perder.
Hacemos, pues, un caluroso llamamiento a nuestros lectores, al pueblo en general, para que ayudemos todos a convertir las competencias futbolísticas que se aproximan en una demostración de fraternidad internacional.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.