Stalin

ADELANTE San José, 24 de Enero de 1953 SAN JOSE. PEKIN (Crónica de un viaje a la primera de los pueblos)
En edición anterior adelantamos el capitulo Instantáneas de Pekin del libro que está redactando el notable periodista ADOLFO HERRERA GARCIA, a propósito de su participación en la Conferencia de la Paz del Asia y Regiones del Pacífico como delegado costarricense. Hoy iniciamos la publicación ordenada de ese interesante libro, prometiendo a nuestros lectores insertar una parte del mismo en nuestras próximas ediciones.
LA NOTICIA: Yo soy un hombre de Sabanilla de Montes de Oca, que durante muchos años no salió de su rincón sino para comprar el diario. los lunes, en El Menos. tramo de don Miguel Artavia, en el Mercado Central de San José.
Así es que cuando, en una mañana de setiembre, doña María Alfaro de Mata me preguntó si quería ir a China pasando por Moscú, me tuve que asustar.
Me hacía aquella insólita pregunta de buenas a primeras, sentada frente a mi, en la salita de mi casa, a las nueve de la mañana. Me asusté.
Parecía mentira que aquello sucediera en una casa de Sabanilla, mientras afuera los vecinos or deñaban las vacas, las gallinas cacareaban como siempre y las muchachas tendían al sol la ropa de todos los días, entre los eternos ladridos de los perros del cafetal. Ir a los antípodas! Estar en Moscú, frente al Kermlín! Atravesar la Siberia! Comer barras de chocolate en Zurich! Beber leche en La Haya! Novegar en Amsterdam! Comer las primeras uvas del otoño en Praga! Tomar té en el Palacio de Verano de Pekin, en una tarde de celajes! me lo proponía sencillamente, con calma, entre el ajetreo apacible de la mujer limpiando la casa!
Me estaba viendo fijamente y reaccioné. Me hice pasar en aquel momento por un hombre dueño de sus nervios. Pregunté con negligencia. Pekin. Cuánto se tarda para ir y volver. Pues unos dos meses!
Entonces le grité a Margarita, hasta la cocina. El pasaporte!
Llegó limpiándose las mans en el delantal. De nada se había enterado metida adentro, y me inte: rrogó medio alarmada. El pasaporte. Para qué?
Yo entonces le solté la noticia, la tremenda noticia que de allí en adelante, mientras estuve en Costa Rica, nadie tomó en serio. Me voy para la China!
Claro! No me creyó. Supuso que aquella verdad era una broma. entonces, ya con sorna, me pidió muy amable. De verdad? Pues traeme una pantuflas chinas bordadas a mano. Te juro que es cierto. Es ciertísimo! mí me encantan los bordados chinos.
No había manera de que me creyera! Irse su marido a China. Trasladarse de una casita de Sabanilla, cerca de la Iglesia, contiguo al cafetal de los Sánchez, hasta el otro lado del mundo, por aquellas regiones de las que ella tenía sólo ese nebuloso concepto de mucha gente, muchos chinos, muchas pagodas, muchas tazas de porcelana. como se daba la maldita coincidencia de que yo, además, le había dicho todo el día anterior que si venía a buscarme Pérez un tal Pérez que viene a darme conferencias biblicas le dijera que no estaba, que me había ido a la China, para que no fregara más, no había modo que tomara en serio el anuncio de mi viaje.
Riéndose, socarrona, siguió lavando los platos y diciendo con retintin. Ve que los bordados de las pantuflas chinas sean de rositas. Las hacen lindísimas. Ah! si podés, trae té verde, que dicen que es muy bueno para el hígado.
Yo estaba angustiado.
Pero, Margarita, es cierto. Con qué a China, eh? Muy lindo viaje! añadió, acentuando las chuflas. Claro, vas a tener que pasar por Moscú. Es pasando por Moscú, verdad?
Yo bajé la cabeza, apesadumbrado, y dije. Sí, Margarita, pasando por Moscú. Pues saludame a Stalin.
Cuando al cabo, después de un largo rato, por la intervención de Eduardo y doña María, se convenció de que todo era verdad, en lugar de decir cuchuf letas, hubo que sentaria en una silla y darle traguitos de espíritu de azahar.
Ya serenada oyó la explicación: en Pekin se iba a celebrar la Conferencia de la Paz de las Regiones de Asia y el Pacífico, y a mí se me agregaba a la Delegación de Costa Rica. Debía tener los papeles listos mañana mismo. Saldríamos el miércoles por la KLM. mientras buscaba el pasaporte en el armario, la oíamos hacer este comentario geográfico. China! es larguísimo. EL PRIMER PASO PARA IR CHINA: Con el pasaporte de 1947 expedido cuando fui a Nicaragua y a El Salvador y cincuenta colones en la bolsa, dí el primer paso con dirección a China en la tarde de ese mismo día. Hay que sacar en Hacienda la constancia de que uno tiene pagado el impuesto sobre la renta. Si no, no hay salida.
Cuando llegamos Eduardo Mora y yo a la oficina, varios caballeros muy sofocados, trataban con ia empleada la manera de eludir el pago de sus impuestos o al menos de entrar en un arreglo que les (Pasa a la Pág. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.