CapitalismMagda Portal

328 REPERTORIO AMERICANO Sin novedad en el frente mon.
BUN «Este libro no pretende ser ni una acusación ni una confesión. Sólo intenta informar sobre una generación destruida por la guerra.
Totalmente destruida, aunque se salvase de las granadas. Erich Maria Remarque.
Con esta declaración de fe, centinela avanzado a la entrada de un mundo descono cido, se abren las páginas de uno de los libros más sensacionales de la literatura mundial contemporánea.
Sintesis sicopatológica de aquel fenóme.
no social que estremeciera el mundo, dolorosa vivisección de un organismo enfermo, Sin novedad en el frente refleja el estado de crisis a que llegó la Civilización europea al choque violento de la ambición de poderío, disputado fieramente por los núcleos organizados de la sociedad capitalista, y que al cabo, ley fatal que rige el desenvolvimiento de la Historia Económica, fue a decidirse en pro de un tercer enemigo, mucho más joven, más potente, en pleno y gigantesco desarrollo, que debía erguirse en amo de los destinos del mundo.
Pero este libro no filosofa sobre las causas ni los efectos de la guerra. Es solamente el relato de la vida de la generación más joven de Europa, totalmente destruida por la guerra, aunque se salvara de las granadas.
Buscamos en la literatura contemporánea, plagada de deshumanización y en plena época transitoria, y encontramos que, tal vez, sólo literatura rusa puede presentarnos un libro del contenido humano que es el relato de Sin novedad en el frente. sin embargo, no es un libro ruso. Libros efectistas, libros costumbristas, donde los menos que existe es lo natural, libros filosóficos, libros literarios, cargados de literatura y de sapiencia. Sin novedad en el frente no trae nada de eso. Es el relato simple y llano de un soldado de la guerra europea, un niño de 18 años que presencia y es autor de una de las páginas más sangrientas de la Historia. Generación empujada a la muerte por un fiero poder invisible y que destruyó en ella para siempre el cálido concepto de la vida.
Nada forzado, nada creado, nada imaginativo. Es como una de esas pinturas realistas de la naturaleza, cinematógrafo fiel de toda una etapa de la guerra, de un lado de la batalla, de uno de los frentes. Por eso nuestro recuerdo de la literatura rusa. Aquellos aguafortistas formidables, como Gladkov en Cemento, que nos dan una versión humanisima del pueblo sin disquisiciones filosóficas, aún en los más arduos trances de la vida, incapaces de producirse en ciertas capas sociales, pero con una fuerza dramática profunda.
El que habla, el que relata, el que vive, no es un revolucionario, jamás se le oye una palabra tendenciosa, apenas si insinua una posibilidad de rebelión al final del libro, agotada la sensibilidad. si no llega la paz, vendrá la revolución. No hace propaganda de ideas socialas, no maldice la guerra, no se queja de su suerte. Es un hombre, y lo que es más aún, un hombre casi un niño, lleno de angustiosa sorpresa y que acepta el destino que se le impone.
Acabado de amanecer a la vida sale del colegio para cambiar el libro de cursos por el fusil, y lleva a la trinchera su equipaje de entusiasmos juveniles, su gran curiosidad y su alegria. Allí en el lodo negro donde se hunde y se liquida todo, transcurren sus cuatro años intensos como siglos.
En todo el libro no se siente una sola chispa de odio al enemigo del otro lado. Solo es un instinto de defensa, trágicamente desarrollado, pero como si no fueran los hombres los que atacan, sino el mismo Destino erguido y materializado en las manos anónimas de los hombres. Si uno de esos momentos patéticos en que la defensa a puñaladas se impone, luego de haber concluido con su enemigo, nuestro hombres, los cuarteles de instrucción, y las de la licencia.
El soldado que ama el reMaderas de Amighetti cuerdo de su casa, de la madre, de la amiga, va temblando con la congoja apretada a la garganta, el dia que sube las escaleras de su casa. Un golpe de lágrimas y algo más fuerte que la agonía y que el miedo, la emoción de volver a ver a la pobre madre. Pero aqui tampoco hay literatura emocional. Nosotros esperábamos los arrebatos del afecto, lógicos en otros hogares. Los pobres somos parcos en caricias.
En mi casa nunca hubo exceso de afectos, como si nos avergonzara. Este choque nos estremece en carne viva. Muy pocas palabras, las indispensables, y un gran esfuerzo porque la presencia del hijo sea como si nunca se hubiera alejado de la casa.
Esto no obsta para que la madre a solas, pase horas de horas sollozando bajito con la idea de que el hijo vuelve sano y tendrá que devolverse a la trinchera. el hijo mientras tanto, haciendo esfuerzos inauditos por familiarizarse con el ambiente de su casa, con sus libros de escuela, con la vida, que le huye irremisiblemente.
También hay alegrias en la trinchera. Tamhéroe liora lágrimas silenciosas y con aquel bién el pobre soldado se divierte cuando halla lenguaje sencillo del hombre que se siente so con quien, con la sonriente convicción de lo, pide perdón al muerto: camarada, yo no apurarlo todo de una vez, no sea que le coja quería matarte. lo ves? era a una idea, no era la muerte. Furtivas mujeres ponen su caria ti a quien yo queria terminar. Quién dice cia sobre estas víctimas prematuras. Encuenque eres mi enemigo? pero si no lo hago yo.
tros milagrosos de trincheras abandonadas, lo habrias hecho tú conmigo, esa es la consig. donde quedaron bnenas provisiones de alimenna. Perdóname, camarada, quisiera devol tos que hacen creer en un dia de fiesta. Moverte la vida para probarte que no era a ti a tivos chuscos, motivos alegremente dolorosos, quien yo quería matar. Era la primera vez como los repetidos viajes al retrete, ocasionaque veia a su víctima, aunque muchas otras dos por haber comido demasiado, luego de la veces hubiera causado innumerables muertes.
costumbre de no comer muchos dias.
La agonia lacerante del «enemigo conmovia aquella exclamación de la que tanto se sn corazón hasta humanizarlo, en aquel estado burlaron los aliados con malintencionado cinisen donde sólo actúa el instinto y la bestia.
mo en su propaganda tendenciosa por el mundo: Variadamente, en el mismo instrumento de kamarade. kamarade. voz de las trinemoción humana, van recorriéndose todas cheras sacudidas por el horror de la muerte, las cuerdas. vivimos las horas intermi por el hambre, por el agotamiento fisico y monables de la trinchera con la amenaza de ral; expresión trágica de los hombres más jóvela muerte rondando todos los minutos, el nes que exprimían sus vidas inocentes para frente, las prisiones, donde se agotan los defender los intereses del capitalismo mundial.
La tierra negra removida por las granadas, Magda Portal blanda y humana, más que la madre, más que el amante, donde los pobres perseguidos se plegaban, se hundían hasta hacerse unos con San José, noviembre de 1929.
ella, la pobre tierra herida. llena de gajos de carne, húmeda de sangre, que los defendía un instante para hacerlos avanzar luego y recogerlos otra vez, quizá para siempre. Tierra, contraola la vida recuperada!
Para nadie es la tierra tanto como para el soldado.
Erich Marie Remarque no es un literato.
De alli su sencillez y su humanismo. Lejos de toda escuela, ha hallado su verdadera expresión en esta obra sin literatura. Su obra es una especie de desahogo. Todavia pesa sobre la conciencia de los que respeto la muerte fisica, la pesadilla de la guerra. Sus recuerdos almacenados, lleváronle a la tortura, y por eso escribió, para librarse de ellos. través de su relato se siente el flajelo de las fuerzas materiales qne desencadena ron su furia sobre la vieja y carcomida civilización europea. La guerra marca una etapa No es sólo el crepúsculo de sangre de una época que ha cumplido su trayecto ria y declina. Es también el anuncio de una aurora nueva. resplandor sobre el abismo. que surge del caos para alumbrar los futuros cimientosde una humanidad rehabilitada. De la sangria pavorosa, holocausto al desenfreno materia lista, quedan profundas enseñanzas, campos fecundados para que florezcan ya están floreciendo las espigas que habrá de cosechar la generación que no conoció la guerra.