AnarchismKropotkin

VIA LIBRE Núm. 10. 777.
paña, falló el tiro, y armóse descomunal gritería; eran cuatro personas y alborotaban como doce.
Severiana casi co les oía, porque la cocina es taba lejos; pero la pequeñuela, a quien desperta.
ron los gritos y la novedad del no acostumbrado lecho, se tiró de la cama, atrav só a gatas un pasillo, entró en el gabinete donde estaba el Niño Jesús, débilniente alumbrado por la lamparilla, contemplóle un instante como si fuese un muñeco, y luego, atraída por la claridad a que dejaban paso las rendijas y junturas, empujó suavemente la puerta del comedor, y destacando sobre el fondo obscuro del gabinete, apareció iluminada por el intenso resplandor de las luces que alumbraban la cena.
Era rubia, de ojos azules, ensortijado el pelo; estaba en camisita y traía en la mano la pelota.
Luis, Genoveva y Damián, cayeron de bruces sobre la mesa. Casilda, loca de espanto, se tiró al suelo de rodillas, cubriéndose el rostro con las manos y gritando. Perdón, Señor!
La niña retrocedió asustada, tiró al huir la lamparilla derramando el aceite, y se metió en la ca.
ma muertecita de miedo. la mañana, casi de madrugada, Severiana salió de casa con su hija sin que nadie la viese; y era muy entrado el día, cuando Casilda mostrando a Damián la mancha que el aceite dejó en la alfombra, le decía nerviosa de terror. Mira. no cabe duda. Un hombre que va a morir no miente.
Buenos son todos los que te lo dicen, y haz si no una prueba. Despoja a tus nobles, a tus magnates, a tus generales, a tus magis.
trados y a tus sacerdotes de todos sus bie.
nes y de todas sus rentas, y reparte sus dignidades, honores y tesoros entre los que habitan esta lóbrega cárcel. En cuanto los poderosos de hoy, déjalos que se arre.
glen como puedan. No tardarán en venir a cubrirse con estos harapos que tan mal as.
pecto dan a los que aquí ves: el odio secara sus corazones, y la inquietud arrugará sus frentes. Te parece. án tan espontáneos cri.
minales como los que acaban de hablarte.
El rey meditó un momento y exclamo. Hágase. Estoy seguro de la virtud de los que me rodean. Tin. ton. tin. tan. Qué anuncia esa campana. Anuncia la hora de la justicia.
Apenas se les pasó el miedo, regalaron la es cultura a unos amigos que tenían oratorio; hubo función con órgano, gastose mucha cera y quedaron tranquilos.
Preludios de la Lucha por FRANCISCOPI VIRTUS POST NUMMUM ¡Tin. ton. tin. tan. Qué anuncia esa campana. Anuncia la hora de la justicia.
El rey era bonda oso, y se dispuso a me.
dir por sí mismo la maldad de su pueblo.
La cárcel estaba llena de criminales.
Todos se decían inocentes.
El rey iba a saber los que lo eran.
Atravesó los rastrillos, y las enormes compuertas de hierro se fueron cerrando tras él. Justicia! Justicia! le gritaban por to das partes. el eco repetía, en los inmen.
sos corredores. mezclado con esos gritos, el ruido de cien cadenas.
En un patio estaban los ladrones, y el rey los invitó a que hablasen. No somos malos, le dijeron. unos teníamos hambre y robamos, y el acto del robo nos impuso otras maldades; pero sin hambre no hubiera habido por qué juzgar.
pos; otros vimos las joyas de nuestros ministros, las queridas de nuestros magistra.
dos los buenos vinos y los regalados man iares de los principes, las lindas vestiduras de los nobles, y hombres como ellos, nos parecieron como a ellos hermosas las joyas y las mujeres, como a ellos deliciosos los vinos y los maniares, como a ellos soberbios y embellecedores los ricos trajes. Pues hombres como ellos somos. por qué ha de ser para nosotros el derecho al trabajo mal retribuído y para ellos el derecho al placer sin límites gozado? Quisimos disírutar y robamos, y el robo nos impuso otras mal.
dades. Sin esos modelos, y sin su insolencia, no habría habido por qué juzgarnos.
El rey dejó a los ladrones, y pasó cabiz.
bajo al patio de los que tenían las manos y el traje manchados de sangre. Hablad. les dijo. No somos malos, le contestaron;unos matamos porque el hambre o la envi.
dia nos llevó más lejos de lo que quisimos; otros matamos cediendo a la obcecación producida por ideas que forman parte de nuestro ser, tanto las han arraigado en nuestro espíritu tus propios maestros y tus propios sacerdotes: matamos como matarías tú al que te abofetease, o al que deshonráse a tu hija o a tu hermana, o entrase en tu propio lecho; otros por extravío de nuestra razón, mal atendida desde la infancia, acaso desarrollada en malsano ambiente. Sin nuestra enfermedad o nuestra miseria, sin nuestros prejuicios y nuestro abandono mo.
ral, no habría habido por qué juzgarnos. Basta, exclamó el rey; sois una co lección de perdidos, y todos sostenéis vuestra inocencia, sin negar vuestros crímenes.
Acabaría por enternecerme y por cieer que la virtud no es en la vida sido un accidente.
Seguid en vuestras mazmorras. Me rodean miles de nobles y magnates, de generales y de sacerdotes: son hombres como vosotros, y jamás han robado ni matado como vosotros: tenéis cara de lo que sois. Está re.
tratado el crimen en vuestras frentes. Attás los malditos de la justicia! Renuncio a la compasión.
Pero un reo que esperaba con la hopa vestida a que el verdugo le condujese al suplicio, dijo al rey: Los servicios del reino, a pesar del cambio de personal, en nada se resintieron.
Los antiguos criminales vistieron la toga, ciñeron la espada y empuñaron el báculo. llenaron sus funciones con la misma gravedad y la misma exactitud que sus antecesores.
Los joyeros vendieron sus alhajas a los nuevos sacerdotes, generales y magistrados.
Las mujeres livianas les dieron sus placeres. las cárceles se siguieron llenando de ladrones y homicidas que proporcionaban con la abundancia de todos los tiempos los nuevos desheredados. El hambre, la envi.
dia, la pasión y la locura siguieron forzando cajas, escalando palacios, esgrimiendo el puñal y vertiendo sangre.
El código era el mismo y se aplicaba con el mismo rigor.
Las mismas quejas de otros días hirieron los oídos del rey.
El rey comprendió que había tenido razón el condenado a muerte.
Pero, no acertando con el remedio, dejó pasar años y siglos estudiando y pidiendo consejos. un día, los desheredados, en el paro.
xismo del furor, asesinaron a los magnates, y a los generales, y a los sacerdotes, y a los magistrados, y al mismo rey; y volaron pa.
lacios, y cometieron toda clase de crímenes; y a quien al oir itin. ton. tin. tan. preguntaba. Qué anuncia esa campana?
Le respondían también. Anuncia la hora de la justicia.
nogo no meso ora TRABAJADORES: Pedid on las Barberías el periódico VIA LIBRE y asi contribuiréis a la difusión de las ideas socialistas.
LA MARINITA JUGUETES Cajas de papel y sobres. Libros y artículos para regalos. Todo muy barato CEMENTO BARATO ORDENELO Segundo Zonta APARTADO 202 TELÉFONO 468 Licores. Abarrotes. Pulperia Recomendamos a nuestros amigos hagan sus compras en este establecimiento: Puen trato y legalidad en la pesa. Situada en la 7a. Av, RAFAEL SEGOVIA, Propietario LIBRERIA TORMO OBRAS DE KROPOTKINE Palabras de un rebelde.
Campos, fábricas y talleres.
Las prisiones.
La ciencia moderna y el anarquismo.
Dr. Aniceto Montero DESPACHA: De a II a. y de a p.
Cerca del Hotel Francés Apartado 664 Avenida Central 1. 25 25 25 125 Teléfono 439