VIA LIBRE Núm. 69.
El hijo del camino por JACINTO OCTAVIO PICON a las entrañas de la tierra y convertido en torrentes de claridad; cristales fundidos por aquel horno que secó su garganta; hierros forjados al fuego en que se abrasó los dedos; sedas teñidas en aquellas substancias en que se envenenaron los pulmones; todo. todo! habla contribuido a formarlo, y nada, inada! era para él. Entonces Luz se ofreció a su deseo como creación maravillosa en que él había puesto hueso de sus huesos y sangre de su sangre, hasta convertiria en el compendio de las dichas humanas. Por qué no habla de pertenecerle. Habrían de vivir eternamente juntos y separados a la vez como la cortesana y el esclavo. Qué ley cruel lo disponia. Quién lo escribió?
El espectáculo de la riqueza le llenó de asom.
bro; la privación de lo que otros disfrutaban es.
poleó a la envidia; la ignorancia cerró a la abnegación el paso; la conciencia le dijo que su ambición era justa; miró a Luz con codicia, y er el fondo che su alma surgió el deseo de gozarla o la resolución de destruirla.
Asi se hallaron frente a frente la personificación de todas las grandezas acumuladas por los tiempos y el representante de una raza que contribuyó a crearla para delicia de otros.
Juan, poseido de una pasión que daba espanto, tendió hacia ella los brazos. Luz, al principio sonrió despreciativamente, pero al sentir las manos callosas sobre el pecho, lanzó un grito de angustia: en su auxilio acudieron tres hombres brica de vidrio, sufriendo las bocanadas de las llamas; fué minero, permaneciendo semanas enteras sin ver la luz del sol; trabajo en los telares respirando el polvillo que blanqueaba los tejidos y le cegaba los pulmones, no hubo industria que no intentara ni oficio en que pudiese medrar.
Si en su lugarejo no encontró amparo, en las ciudades le faltó protección. Nadie le dió enseñanza, ni le dejó tiempo de adquirirla. Su ins.
tinto le decia «aprende. la necesidad le respondía agana. Cualquier aprendizaje le hubiera mermado el pan y el sueño.
En tanto, la madre pensaba en él, arrancándole su recuerdo las horribles lágrimas de la incertidumbre, pues no sabía donde estaba, ni si era vivo o muerto. Al fin lo averiguo; hizo que le es.
cribiera, y de tarde en tarde supieron uno de otro: ella le enviaba besos; él le mandaba por un arriero un gran pañuelo de algodón de colores, valor de un dia de jornal.
Así pasó de labor a labor, de oficio. a oficio, practicándolos todos sin dominar ninguno, re.
nunciando a unos por penosos e insalubres, a otros por indignos y embrutecedores, hasta que entró en una compañía de alumbrado eléctrico, casi como bestia de carga.
Su obligación era llevar artefactos, utensilios y herramientas a sus compañeros de trabajo.
Una tarde fué con ellos a la prueba de luces en una soberbia casa, donde a la noche debía verificarse una gran fiesta. Cuánta magnificencia contemplaron sus ojos! Jamás vió cosa igual.
Cada salón era un museo de arte o un camarin de la molicie. Los mármoles parecían encerrar en su seno transparentes hojas de vegetaciones inverosimiles; los muebles, por sus formas, incitaban a la voluptuosidad o al reposo, los tapi.
ces caían discretamente ante las puertas; los rasos y los flecos guardaban en la urdimbre de sus tramas los colores del iris; habia canastillas de orquídeas australianas mezcladas con flores de cristal que despedian rayos luminosos; libros cubiertos de oro, que atesoraban en sus páginas Era el tiempo en que para trasladar a los presos y penados de cárcel a cárcel y de penal a penal, se les llevaba todavia a pie por los caminos, entre destacamentos de gente armada. Tras el dia de calor insufrible, vino la noche sin brisa, cálida y sufocante.
No corría un pelo de aire, ni se alzaba del suelo un átomo de polvo. La carretera abierta en la dilatada extensión de la llanura, se destacaba interrumpiendo el gris terroso de los campos como una cinta blanca y ancha tendida sobre los surcos en rastrojo.
Por su centro iba la cuerda, la reata humana, doblemente rendida a la pesadumbre de la fatiga y del delito.
Quién llevaba morral, quién alforjas, quien manta, los más, nada; veíanse muchos descalzos, despeados; pocos fumaban, no reía ninguno. los lados marchaba la tropa obligada a meterse por la estrecha hondura de las cunetas, o a subirse en los montones de guija y pedernal recién partido, mientras el brillo de las armas iluminadas por la luna, limitaba la movible masa de aquella triste comitiva. Los grillos y las cigarras.
cantaban libremente; voces humanas se oian pocas, y esas eran blasfemias; tal vez envidia de los animalillos, desahogo propio de gente for xada del rey que iba a las galeras.
En la venta de la Mora se hizo alto; la cuerda se recogió a un lado del camino, en un repecho: los soldados desataron los cabos de bramante; y luego, apartándose y formando extenso circulo en torno de los presos, colocaron centinelas. De alli a poco salieron de la venta quince o veinte mujeres harapientas, sucias, miserables, y esquivando a los de uniforme corrieron hacia los del grupo central, aunándose con ellos en parejas que desaparecian tras un tronco, tras un peñasco, en un repliegue del terreno, donde pudieran ocultarse.
Era la visita del amor a la desgracia; amor momentáneo, vicioso, repugnante y veral; pero amor. era también costumbre sancionada por los años, tolerancia perpetuada por la tradición, abuso que tomó origen en el capricho de un rey absoluto, ganoso de repoblar su reino.
Antes de romper el alba, la columna se ponía en marcha. Después, los padres anónimos morian en presidio, y los hijos de aquellas esposas de una noche se llamaban los hijos del camino.
III El primero, que parecia consumido por el es.
tudio, la riqueza y los vicios, dijo a Juan casi medrosamente, acompañando la frase con ade.
manes oratorios. Su amor no se alcanza por fuerza. Puedes llegar lograrlo, pero no así. Cómo ha de amarte si tus caricias son zarpazos? Adquiere instrucción y cultura. Eres libre. Ejercita los derechos que te permiten igualarte a los que somos preferidos.
El segundo, que vestía ropa negra y talar, le dijo endulzando el desengaño con acento me.
loso. El amor de esta inujer no es para ti. Conténtate con su caridad. Los favoritos de ahora son los dichosos de aquí abajo. tú serás de los bienaventurados allá arriba. Hay otra vida. Cree, sufre y espera!
El tercero de aquellos hombres, que ceñía espada y llevaba en el traje bordados de oro, le dijo ásperamente. Si das un paso más hacia ella te mataré con esta arma que tu mismo has forjado.
Juan salió profiriendo amenazas y Luz quedó extremecida de pavor, como la ciudad de las rameras ante la voz de los profetas.
II VI Asi fué concebido Juan.
Su madre le adoro, como engendrado mediante sacramento; pero las gentes del lugar, cuando niño, le miraron con làstima, cuando adolescente le mofaron y de mozo le escarnecieron. Cada vez que pasaba por la aldea una cuerda de presos, le decían las chicas. Juan. será tu padre alguno de esos?
Primero se ganó la vida recogiendo bohigas para estercolar huertos, después fué lazarillo de ciego, dió al fuelle en casa del herrero, se metió a zagal de diligencias. por fin huyó de la comarca.
Su pobre madre no volvió a saber de él en mucho tiempo.
Estuvo como alimentador de horno en una fá y todo ello en desorden bellisimo se reflejaba en espejos que, como poseidos de codicia, multiplicaban hasta lo infinito las riquezas.
De pronto apareció Luz, la dueña de la casa, ya vestida para la fiesta, e impaciente por juzgar el efecto de la iluminación.
Juan imaginó que era una diosa. Traia la ca bellera salpicada de brillantes, que semejaban estrellas perdidas en una nube de oro, el cuello ceñido por hilos de perlas menos blancas que su pecho, y todas las lineas de su pecho admirable, envueltas en telas primorosas, artes dispuestas para revelar la forma que para encubrir la desnudez. Tenia la voz, aunque imperiosa, encanta dora; y su persona exhalaba un perfume pene.
trante y sutil, intenso y turbador, que juntamente producía fascinación al espiritu y embriaguez a los sentidos.
El hombre inculto e ignorante, incapaz de analizar lo que experimentaba, pero hombre al fin, sintió la tentación y el ansia que da la fruta pues ta al alcance de la boca del niño.
Primero quedó suspenso con el pasmo de la Primero quedó suspenso con el pasmo de la sorpresa, luego se dijo, con la velocidad del pen.
samiento, que cuanto había en aquel maravilloso recinto y Cuanto realzaba la belleza de aquella mujer extraordinaria, había bajo una u otra forma nacido entre sus manos. Carbón arrancado Poco tiempo después, una explosión formidable destruyó la soberbia morada. Lienzos en que el genio imitó la Naturaleza, mármoles en que palpitó la vida, páginas preñadas de ciencia y poesia, prodigios del arte y maravillas de la industria. todo fué destruido, y sobre un montón de escombros humeantes quedó Luz aun viva, pero desgarradas las carnes, bañada en su propia sangre, espantosa, mutilada y deforme.
Juan confesó el delito con altanería y se puso a purgarlo con valor. Qué le importaba morir?
Su crimen fué salvaje, porqne lo aconsejaron el deseo frustrado y la razón escarnecida, pero su causa era justa. El delincuente se consagró mártir: Otros tan desdichados como él vendrían de.
trás. Luz habria de sentarles a su mesa en el COMPAÑIA INDUSTRIAL LA GEISHA LA FERIA Carpintería. Ebanisteria Muebles de todo estilo: Trabajos de Carpintería. Precios módicos. 200 varas al Sur de La Bicicleta GUADALUPE BORGE, PROPIETARIO GIRALT Hnos. Propietarios EL LABERINTO Son los estableciinientos preferidos por el público.
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