LA REVOLUCIÓN ABANDONADO Por que me llamaron tanto la atención infeliz niño; también supe por una vecina sus ojos? Aquellos ojos negros, profundos, que el pobre muchacho era castigado rudaen los cuales se leía un poema prematuro de mente por la menor cosa, debido al carácter dolor, aquellos sus ojos tristes y sombríos salvaje de su amo que casi siempre llegaba que contrastaban raramente con la palidez borracho a casa.
de su rostro macilento y del fondo de los ¡Cuántos niños como este tienen la descuales el alma parecía lanzar una queja de gracia de envejecer sin haber tenido la dicha tristísimo abandono; senti insólita imprede ser tratados y de vivir como son tratados sión cuando esos ojos, que más parecían y viven casi todos los niños! Muchos son los que sólo nacen para sufrir y viven y mueren ojos de anciano que de niño, me miraron implorando una limosna. Diome las graen el abandono más desconsolador. Quién cias con una voz áspera que respiraba vense ocupa de ellos? Nadie. Nadie piensa que estos pobres seres tienen alma, sentimientos cimiento y rebeldía, y se alejó, baja la cabey ansias de chiquillos za, y rebosante de dolores su alma juvenil. Por qué, para ver si acaso se apiada un Días después sacié mi curiosidad inpoco la sociedad por la suerte de estos chisatisfecha: supe que no tenía padres; que quillos, en lugar de hacer una procesión de era, como muchos otros, hijo del arroyo; la Salud, en la cual sólo exponen la fuerza y que habitaba en casa de un individuo el la felicidad de niños que viven rodeados de cual le daba albergue y comida como pago toda clase de comodidades, no se hace UNA a la ayuda que en su trabajo le prestaba el PROCESIÓN DE LA MISERIA?
retrocedió, cubierto el rostro de mortal palidez.
Sobre la cama, Elena estaba acostada, bella, con esa belleza fría y pálida de los muertos. En el suelo, un vaso contenía todavía restos de un líquido rosado, y una vela iluminaba con su luz mortecina la escena.
Un grito desgarrador sacó a Eduardo de tal abstracción: su madre se había deslizado del lecho y había adivinado lo ocurrido. La pobre anciana cayó a los pies de su hijo, como herida por el rayo. éste, sin verter una lágrima, ni lanzar un quejido, tal era la fuerza de su dolor, depositó el cadáver de su madre al lado del de su hermana.
Muertas, muertas las dos. Pobre hermana mía, que has vendido tu cuerpo por salvarnos, yo te vengaré!
Duerme tranquila oh madre mía, que sólo dolor has conocido; duerme, y perdona a tu hijo lo que va a hacer.
Besó la frente de ambas mujeres, y salió de la casa, ocultando en las sombras la angustia infinita que le consumía.
UNA VIDA Llovía. El agua caſa con insistencia con el nombre de casas y empujando desesperante sobre las techumbres de la puerta entró en ella.
Pocos días después, un hombre se las casas. El cielo, hecho gris por las Elena, murmuró una voz enfermiza sentaba en el banquillo de los acusanubes quietas, semejaba la bóveda de que partía de un rincón de la húmeda dos, dispuesto a que la justicia social una inmensa cripta funeraria.
y oscura estancia ¿por qué has tarda lo condenara, por el crimen cometido.
La tarde diríase el ocaso tristísimodo tanto?
Era Eduardo de una vida toda lágrimas y dolor. Y Elena, procurando ocultar su ines que muchas veces la naturaleza pa mensa turbación, dijo acariciando la reciera ser el reflejo de las angustias cabeza calenturienta de la enferma.
humanas. No te acongojes, mamá, tuve que Venid lector. Quiero en esta herPor la acera de una de las calles de ir a hacer un encargo del patrón. Pero mosa mañana de verano, llevaros a un los suburbios, caminaba con paso rápi dime. dónde está Eduardo?
lugar de la ciudad a observar un asdo una mujer, indiferente en absoluto Tu pobre hermano anda en bus pecto de la vida. Lo escogeremos al a la inclemencia del tiempo.
ca de dinero, pues no tenemos ni para ocaso.
Era bella, muy bella, con esa belleza comprar una sola vela, y mañana hay Estamos frente al Parque Central fatal en las hijas de la miseria que las que pagar el alquiler de la casa. Entremos. Véis qué espléndido. Véis condena de antemano a ser flores de Mira mamá, yo he conseguido que suavemente ilumina ese sol que coun prostíbulo ¡Tristes flores que el vi prestado un poco de dinero. Lo dejo mienza a levantarse, las copas de los cio marchita. Pobres florecillas que la sobre la mesa y me voy a acostar, pues árboles? Véis que hermoso ese arbolisociedad arroja a un inmundo cenagal me siento un poco enferma.
enferma to de aromo todo cubierto de redondas para que sirvan de pasto a los cerdos! Dijo, y besando a su madre, se reti florecillas. los caprichosos enzaca¡Cómo es fatal la belleza en las hijas del ró a su dormitorio.
tados. qué verdes y que brillantes!
pueblo! Esa belleza que hace felices a Ved ahora aquel lado Observáis las que no padecen hambre, es en las una turba de niños que juegan aleotras un enorme peso que las hunde en Horas después, regresó Eduardo, gres. Oh. Qué hermoso es ver jugar el pantano mefítico de la vida.
triste y cabizbajo. Su madre procuro a los niños; verlos reír; verlos respirar La calle fangosa y maloliente de consolarle, diciéndole que Elena ha en estas tibias mañanas de sol, para aquel apartado barrio, parecía inter bía conseguido dinero. Al oír esto él, todos los poros de sus cuerpecillos, la minable. La joven se detuvo ante una se levantó rápidamente de su asiento única alegría que es verdadera en este de aquellas miserables covachas deno y se fue al cuarto de su hermana, con mundo!
minadas pomposamente por su dueño una duda terrible. Abrió la puerta, y Pasa a la página cuatro Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.