GERMINACION tálica como te atreves a estar al nivel mío cy ndo por mi origen soy de rancia estirpe, y tú desciendes de la oscura plebe. entamento se agitaron las páginas del Li.
bg. al escuchar las denigrantes frases; por un momento meditó con calma, y contestó luego con voz apenas perceptible. Perdonad noble dama, que un paria os haga compañía; pero si a este duro estante os arrojaron, ninguna culpa en ello tuve yo.
Vibró el alma acerada de la Espada, al escuchar del Libro la mordiente burla; y re.
poniéndose del asombro que ésta le causaba, replicó con soberbia dasmedida. Cómo llegas en tu zafio atrevimiento a ofenderme a mí, que soy digna de respeto y sumisión? Confiesa vil libraco, que en tu desp ante hay mucho do ignorancia y grose.
ría Sonrió desdeñosamente el Libro como saben hacerlo en su familia y tranquilamente contestó a la Espada: Librenme los dioses ah noble Espada! di causaros tal ofensa. Pero os debo decir, que si mi condición plebeya ante vuestros ojos mengua mi prestigio; yo a mucha honra tén gome por su hijo.
Pero que piensas ganapán preguntó sarcástica la Espada que para gentes como los de tu origen existe honra. Atrevido te muestras al hablar en esos términos, sin conocer el real valor de ese vocablo. Honor existe para las personas bien nacidas, y para los que somos hijos de la gloria inmarcesible, por nuestros hechos grandiosos e inmortales.
Sí, aureola para mi continuó exaltada, con vibración metálica la Espada por mi vi da igualada por ninguno, la que hoy cantan los poetas y escritores, añorando mis gloriosos gchos. Allí donde el herofsmo humano tuvo sus mejores galas, presente estuve yo giendo honor a mi histórica prosapia.
Sa mi acero bruñido no pudieron pasar se les grandes capitanes, en su diestra vigo rosa me havaron, en pos del triunfo a los campos de batalla. Vibrante entre el 15.
trépit. ensordecedor de los cañones, resplan decí siempre alcanzando la Victoria, para los mios, sí, para los de mi estirpe.
En los salones fantásticos de los centenarios castillos, Prendida del cinto de los mozos gallardos y gentiles; pindiéronme homenajes delirantes las cortesanas damas. Esa es mi vida ¡Excelsa Vida! de heroismus y grandezas.
comprendes ahora, hijo de esclavos; bro carcomido por los años, la inmensa distancia que existe entre lng dos. Tus páginas al menor soplo pueden ser arrancados y desechas; en cambio la hoja de acero que me forma, eternamente perduara: Paciente escuchó el Libro, el ampuloso lenguaje de la Espada, sin mostrar se alteru do ni molesto. Cuando ésta terminó de hablar, meditó un momento costumbre innata de los libros 3acudiose el polvo de su pasta y comedido contestó a la Espada: Peirdeis el tiempo ¡oh noble Espada! en relatame vuestra vida y tus hazaña s, conoz co tanto el criterio humano, viesra glo ria ni me admira ni me extrañ. Los 1, chos de que blasonais escritos fueron, en las páginas bastardas de otros libros; pero honor no encuentro en ellos, si están man.
chados con la sangre de los hombres.
Si entendeis como un gran prestigio, que los grandes capita es yo digo carniceros os llevaron a los campos de batalla, a inme lar la vida huznana; permitidme diferir tal grandeza, que mi espíritu es luz, es vida; no es muerte. Herir en la carne pal.
pitante de los hombres, es vuestro oficio como lo es del vi! puñal; matar en la encrucijada como en el campo de batalla, es un crimen de lesa humanidad.
En la fastuosidad de los salones cortesanos, rindieronte u homenaje bellas damas: pero en la oscuridad de las buhardillas, os execraron femeninos labios, Madres, esposas, novias y hermanas lloran el fin de los que ulemasteis, con el tajante acero de vues tra hoja; por la loca vanidad de los imbeciles que llevan en su frente el anatema de los hogares sufridos y deshechos.
Pero quién eres tú que de ese modo hablas? interrumpió bruscamente la Espa