. Hace que ese orden! no intente ordenar el mundo de nuevo para que todo siga ahora sí mejor ordenado. Esto no implica, de ninguna manera, indiferencia ni pérdida de pasión. Todo lo contrario. Significa arrojarse a ser más, cada día más, pero no para llegar al final de un concurso competitivo donde el premio sea la seguridad. El desapego quiere que cada uno sea una alternativa y que cada alternativa sea en un encuentro de poderosos. Este riesgo se asume, sin duda, para toda la vida. Es más, induce a afrontar las experiencias como únia.
cas, a ponerle el cuerpo a la intolerancia y a diferenciarse permanentemente. Ser estrictamente diferentes en un sentido claramente estricto. La crisis está en crisis. Pero no podemos confundirla con nuevas explicaciones que sólo aporten a la ensalada de signos. culturales en que vivimos. No se trata de hacer pastiches.
ni síntesis ni pretender tomar lo mejor de cada razonamiento ni hacer de cada palabra una palabra para Hacer. Las estrategias de la retórica ya la conocían los viejos sofistas que cobraban en oro para enseñar a construir discursos verdaderos. Si a las verdades del sistema les anteponemos nuevas verdades sin revisar sus principios (aunque las consideremos.
majores, nás profundas, más buenas, no violentas) no habremos superado el egocentrismo ideológico con el cual Occidente ha conquistado el planeta. Ciri.
En resumen. El primer paso es pensar. Pensar es no enceguecerse. El segundo es mantenerse a distancia de la elocuencia seductora. El tercer paso es afirmar una decisión irrevocable de profundizar la insumisión. Esto no se hace con voluntarismo romántico o con complacencias, mucho menos sin zozobras. Tomado de: Mutantia, número 15 16, Agosto 1983. Buenos Aires, 22 23.