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TIERRA LIBERTAD NÚMERO EXTRAORDINARIO Visión trágica pasé el zaguán, respirando libremente al verme con vida.
Terribles momentos, a fe mia, fueron aquellos! Es la pria mera vez que he sentido tanta alegría al entrar en la cárcel como al salir de ella.
Calló Lorenzo, quedando como embebido en sus propios pensanientos.
Impresionados por su relato, no nos atrevimos a dirigirle nuevas preguntas y guardamos silencio.
En la imprenta «Germinal» sólo se oía el tintineo de las letras al caer en el componedor, y el rum, rum, de la miaquina, que en el fondo del local, rodaba incesante, imprimiendo verdades, liberadoras y justicieras, escritas por rebeldes, videntes y perseguidos.
José Negre mi cuartilla Los que conocimos a Anselmo Lorenzo y hemos pasado muchos ratos a su lado pendientes de su cálida y persuasiva palabra y hemos leído sus obras, sabemos quién era Lorenzo y nos escuşa decir nada de él a los que se encuentren en las mismas condiciones que nosotros. a los que no se encuentren en estas circunstancias, el mejor elogio que podemos hacer de Anselmo, es decirles: leed y estudiad sus obras y folletos.
Roque Bescós Huesca.
buen espacio de tiempo perdi la noción de todo cuanto me rodeaba y seguramente tar emocion hubiera durado largo tiempo a no rememorar en medio de mi divagación aquellos hermosos versos del «Manco de Lepanto. que dicen. Ven, muerte, tan escondida que no te sienta venir, porque el placer de morir no me torne a dar la vida. Pasada la tremenda crisis. todo es forzoso que pase en el mundo. que tan infausta nueva me produjera, dime a pensar en mi entrañable amigo Lorenzo, en mi antiguo compañero de pasadas luchas, en el buen esposo, padre ejemplar y altruista camarada; en el hombre que cimentara su vida sobre cuatro excelsos pilares llamados Amor, Bondad, Optimismo y Altruismo, y, enredado en un intrincado laberinto de congeturas y deducciones, llegué a formular un interrogante que me pareció de momento una herejía, pero que, ahondando en él hube de preguntarme. Qué sería la vida si en su incierta carrera no tuviese un término. interrogación tan abstrusa contesté con presteza y sin eufemismos. Sería, sin duda alguna, el más doloroso y horrendo de todos los tormentos. Porque es preciso no forjarse ilusiones. Todos queremos vivir, sí, vivir muchos años para laborar por el ideal y por él luchar como denodados soldados del ejército libertador que ha de liberar a la humanidad; pero ese tan noble deseo ha de ser forzosamente truncado cuando llegue el momento del inesperado término.
Cuando el físico del individuo se halla aniquilado por pertinaz padecimiento, y por ende ha de sobrellevar la pesada carga de luengos años, el sufrimiento de éste seria inenarrable y grandiosamente horrible si 110 viniere a poner término al mismo el cese de la vida.
Cuando el complicado mecanismo de nuestra máquina animal se halla gastado por el uso y toda esperanza se circunscribe a que tal desgaste aumente cada dia más. no sería horrorosamente triste sujetar al individuo a vivir en una inflexible eternidad de dolor. Marzo. Portas. Tresols! Nombres fatidicos que nunca olvidará la humanidad libre, como no es posible olvidar Era por el mes de agosto; el dia era cálido, sofocante; el de los victimarios que han existido en siglos pasados.
el sol pesaba más que otros días. Mi casa continuó Lorenzo. quedó en un comEl taller permanecía en la penumbra: cubierta la en pleto desorden cuando sali conducido por los agentes de trada por la cortina que caia tersa en toda su longitud, sin la autoridad; mis apuntes y papeles, con tanto cariño ondulación alguna, como si el aire hubiera sido sorbido coleccionados, esparcidos y revueltos por la habitación totalmente por el rabioso sol de aquel día, de ambiente y mi familia presa del mayor espanto por la suerte que pesado, ardoroso, que se pegaba al cuerpo.
me hubiesen destinado los esbirros a quienes la burguesía La cortina hizo un brusco movimiento empujada por había dado carta blanca para hacer y deshacer con la una mano que urgaba para apartarla, y entre los rayos vida y la libertad de los obreros.
de sol que ansiosos invadieron la imprenta «Germinal Una ligera pausa interrumpió el relato, el cual fue por el hueco que dejó la tela, apareció la noble figura de reanudado después de breves instantes de descanso.
Anselmo Lorenzo, encorbándose ligeramente y respirando Por demás estará el decir. dijo Lorenzo conticon fatiga, con aquel cansancio que le causaba ahogo y nuando. que yo no las tenía todas conmigo, pues los desespero.
temores de mi familia no dejaban de tener serios funda Dadme una silla dijo el maestro. sino me caigo. mentos. Mis inquietudes hubieran sido mayores al haber Pasaron ligeros instantes; ya más sosegado y repuesto sabido lo que había de ocurrirme poco después. Ya en la de su fatiga el anciano, echóse ligeramente hacia atrás y Ronda de San Pablo, al llegar ahí delante. y Lorenzo, levantando la cabeza, paseó la mirada por el taller. con su delgado bastón, señalaba hacia el sitio donde da. Uy, y como me he cansado, con cuatro pasos que la calle de Campo Sagrado, un poco más abajo de donde hay del tranvía hasta aqui! Esto ya parece una imprenta están enclavadas las cocheras de la Compañía de Trande debó. añadió al mismo tiempo que se afirmaba los vías, feudo del «célebre» Foronda. recibí una orden que quevedos, tras los cuales brillaba aquella mirada intensa, paralizó la sangre en mis venas.
profunda, de sus grandes ojos. Adelantese usted solo. me dijeron.
Prendimos la hebra, y la conversación ahogó el tic, tic,. No cabía duda; en aquel momento me acordé de la de las letras al chocar con el componedor.
infame Ley Fuga, empleada por el dictador mejicano, el La presencia de Rodolfo Pacheco, el buen literato tirano general Porfirio Díaz, para deshacerse de sus desy compañero argentino, hizo que, entre otras cosas, se ha graciadas víctlnias. En aquella época y en aquella hora, blara de Méjico, de cuyas luchas nos dió noticias intere solitaria la larga y ancha calle, rodeados de la obscuridad santísimas por haber estado recientemente en aquella y del silencio de la noche, no era para presagiar nada república haciendo informaciones para la importante re bueno. y temi por mi vida. Me sería imposible decirte los vista Fray Mocho, de Buenos Aires.
mil pensamientos que en loco torbellino, envueltos en. Valiente viejo. díjome Pacheco, acompañando odio, rencor, indignación y rabia, cruzaron por mi mente a estas palabras otra muy clásica y castiza del pueblo en el corto espacio de un minuto. Me vi indefenso, dolobonaerense.
rosamente impotente. Como adelanta un condenado La conversación decayó algo; por unos instantes se hacia el piquete que ha de ejecutarle, eché a andar en dihizo general el silencio, que interrumpi yo al preguntar a rección de la cárcel, que veía allí cerca, a pocos metros, Lorenzo si había tenido alguna dificultad en encontrar la aunque nunca me pareció tan lejos.
imprenta, pues era la primera vez que visitaba la «Ger El anciano maestro, ligeramente agitado, se detuvo un minal. instante; el asma rastreaba en su torturado pecho; recla Ninguna me contestó. este trozo de ronda es maba un espacio en la conversación. Pasada la fatiga, Lopara mí lo más conocido de Barcelona. Guarda recuerdos renzo continuo: que jamás olvidaré. Cada paso que daba creía había de ser el último, Aquello despertó mi curiosidad, e instigado por el in presintiendo la sensación del golpe mortal del plomo terés rogué al buen Lorenzo explicara el suceso.
fratricida al chocar en mis espaldas, precedido de la ex Verás, cuando la represión que capitanearon Portas plosión de la pólvora. Los pies se clavaban en el suelo, y Marzo, en aquel terrible año de 1896, yo, como tantos y los nervios, en tensión, atenazaban mis temblorosos y tantos otros, sufrí un registro en mi casa, seguido de la miembros y un sudor frio, helado, bañaba con indecible detención consiguiente. Fué, como siempre, a altas horas angustia mi rostro. Cuando llegué a las escaleras por las de la noche, pues las persecuciones policíacas no tienen que se desciende a la calle de la Lealtad y vi la fachada virtualidad si no van acompañadas por circunstancias de la cárcel, mi vista se fijó en la entrada como el perseque siembren el terror y la angustia en los perseguidos y guido en la Edad Media debía dirigir la suya hacia la sus familias.
puerta del monasterio en cuyo recinto encontraría la liY Lorenzo contónos el episodio. Evocó, con su espe bertad si podía llegar a sus umbrales. No era precisacial manera de explicar cosas y recuerdos de épocas mente la libertad lo que me preocupaba en aquellos inspasadas, aquellos días terribles, cuya memoria todavía tantes, sino mi vida, la que creía seriamente amenazada.
sobrecoge de terror a los militantes catalanes.
Senti una sacudida nerviosa y un gran desco de correr La sombra de Tarrés y sus bandas, en los tiempos para alcanzar la cárcel, ansioso de librarme de la atroz fernandinos en que Cataluña gemía bajo la tiranía del té pesadilla que me atormentaba. Felizmente pude contetrico Conde de España, se extendía sobre la población nerme; aquello hubiera sido, quizá, provocar el fatal preobrera, atemorizada por la cuadrilla que comandaban los texto. Con el cuerpo inclinado hacia adelante, sin ver que «cerrando los ojos a la razón» fraguaban la más cruel más niundo que la puerta de aquel edificio de tiranía, salvé y cínica de las represiones.
la corta distancia que de él me separaba, y ipor fin! trasilhomenaje a Anselmo Lorenzo. Qué seria la vida si en su incierta carrera no tuviese un término. iSeria, sin duda alguna, el más horrendo de todos los tormentos. La vida de nuestro compañero y maestro Anselmo Lorenzo hallábase sujeta en gran parte al caso que dejo expuesto, hallábase suieta en gran parte al pero, jah. es que por prevista es inenos sentida la irreparable pérdida del amigo querido? No. Díganlo sino las innúmeras manifestaciones de pésame sincero y sentido de los anarquistas de todos los países, las del proletariado en general y las de aquellos que aun militando en los diversos partidos políticos de cruda oposición a las ideas que siempre propagó Lorenzo, han sentido su muerte y así lo han hecho constar públicamente por medio de la prensa, Queridos camaradas de TIERRA LIBERTAD: Oportunamente recibí vuestra grata carta, y me place manifestaros, que agradecido acepto vuestro cariñoso requerimiento, por el que habéis tenido la bondad de invitarme a asociar mi nombre al número extraordinario que TIERRA LIBERTAD quiere publicar como sincero y sentido homenaje al finado camarada que en vida fué miembro de esa redacción, al fecundo publicista, al abnegado compañero de cuantos alientan esperanzas de liberación, al viejo y entrañable amigo del que esto escribe, esto es, al infatigable propagandista del ideal de redención, Anselnio Lorenzo.
Aclaración previa No juzgo el momento muy oportuno. y supongo que al lector le sucederá otro tanto, para en estas líneas disertar sobre uno de los múltiples temas que a diario llaman la atención de nuestra pluma, bien sea con el noble propósito de deshacer entuertos y corregir injusticias, ora para tratar bajo el prisma de nuestros ideales temas de reconocida necesidad y transcendencia. Opinando, pues, como dejo dicho, permitaseme dedique estas breves líneas a hablar de y con Anselmo Lorenzo, cuya pérdida he sentido más, pero mucho más, que si hubiese sido el hermano mio por consanguinidad. Le quería tanto. En edad avanzada (73 años. Anselmo Lorenzo ha pagado su obligado tributo al inmenso laboratorio que llaniamios Natnraleza.
Con todo y ser, él y yo, dos viejos, dos antiguos y verdaderos amigos, no pretendo en estas líneas, lector amigo, llorar su desaparición. No, nada de eso; no es el llorar la única forma de expresar el sentimiento. Unos antes, otros después, todos hemos de recorrer el trillado camino. Por la edad, no tardaría mucho tiempo el que esto escribe en seguirle en su camino hacia la tierra, pero en estos momentos quiero rendir un sentido tributo de recuerdo a su memoria, que bieii merecido lo tiene el hombre que supo ser bueno y cariñoso hasta en las mayores adversidades, que con su propio esfuerzo consiguió ser útil a sus semejantes, y que supo ser, sin eclipses ni vacilaciones, heraldo y paladín del ideal más sublime que concebir pudo cerebro humano. de su labor literaria. qué decir? Bastará con afirmar que durante largos años servirá de sano alimento intelectual a los desheredados y de severa acusación a tiranos, explotadores y farsantes políticos y religiosos. Para éstos, el inolvidable Lorenzo será eternamente su imperturbable y terrible acusador.
Para los primeros, para sus hermanos los esclavos del capitaCuando el de diciembre supe, por telégrafo y con el laconismo aplastante que el sistema emplea, la funesta noticia del fallecimiento de mi viejo y querido amigo Anselmo Lorenzo, prodújome ésta tan tremenda impresión, que durante un