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cos Spoca IV Barcelona 23 de noviomabro do 1914 Número como en toiminta Tierra y Libertad.
Námero suelto: céntimos Redacción y administración: calle Cadena, 39, 1: Paquetes de 30 ejemplares.
Suscripción: Espana un trimestre Extranjero to 00 ptas 000 180. L PARANGÓN ENTRE kropotkine en 1885 y kropotkine en 1914 La Comuna de Paris La supuesta bancarrota de la internacional En cuanto el socialismo tomo el vuelo en el curso de los cinco o seis primeros años que precedieron a la Comuna de Paris, preocupó una cuestión principalmente a los elaboradores de la próxima revolución social, a saber: Cuál sería el modo de agrupación política de las sociedades más propicio a esa gran revolución económica que el desarrollo actual de la industria impone a questra generación, y qué será la abolición de la propiedad individual y la posesión común de todo el capital acumulado por las generaciones precedentes.
La Asociacióa lateraacional de los Trabajadores dió esta respuesta: la agrupación no ha de limitarse a una sola nación; debe extenderse sobre las fronteras artificiales.
Pronto esa gran idea se apodero del sentimiento y de la inteligencia de los pueblos; y recha.
zada después por la liga de todas las reacciones, siguió y sigue viviendo, y en cuanto desaparezcan los obstáculos opuestos a su desarrollo, a la voz de los pueblos insurrectos renacerá más fuerte que nunca.
Faltaba saber cuáles serían las partes integrantes de aquella vasta Asociación.
Surgieron dos grandes corrientes de ideas; el Estado y la Anarquía.
Segúo los socialistas alemanes, el Estado tomaría posesión de todas las riquezas acumula.
das y las daría a las asociaciones obreras, organizaría la produción y el cambio y velaría por la vida y el funcionamiento de la Sociedad.
La mayoría de los socialistas de raza latina, fuertes por la experiencia, respondieron que semejante Estado. suponiendo lo imposible de su existencia. sería la peor de las tiranías, y opo.
nían a ese ideal, copiado del pasado, un ideal ouevo, la Anarquía, es decir, la abolición completa de los Estados y la organización de lo simple a lo compuesto por la federación libre de las fuerzas populares, de los productores y de los consumidores.
Pronto se admitió, hasta por algunos estadistas. los menos dominados por los prejuicios gubernamentales, que, en efecto, la Anarquía representa una organización muy superior a la del Estado popular; pero, se decía, el ideal anarquista está tan lejano, que no debemos preocuparnos de el por el momento. Por otra parte, a la teoria anarquista le faltaba una fórmula, concreta y sencilla a la vez, para formular su punto de partida, para dar cuerpo a sus concepciones, para demostrar que se apoyan sobre una tendencia que tenga existencia real en el pueblo. La Federación de las Corporaciones de oficio y de grupos de consumidores sobre las fronteras y fuera de los Estados actuales, parecia aua harto vago; y se veía además que no podia comprender toda la diversidad de las manifestaciones humanas. Se necesitaba una fórmula más precisa, más palpable, con elementos primeros en la realidad de las cosas.
Si sólo se tratara de elaborar una teoría, Iqué importan las teorías! hubiéramos dicho. Pero en tanto que una idea nueva po balla su enunciado peto, preciso y procedente de las cosas existeotes, no se apodera de las conciencias, no las inspira hasta el punto de lanzarlas a una lucha decisiva. El pueblo ao se lanza a lo descouocido, sin apoyarse en una idea cierta y claramente formulada que le sirva de trampolio, por decirlo así, en su punto de partida.
Ese punto de partida se encarga de indicarlo la vida misma.
Durante cinco meses, Paris, aislado por el sitio, vivió de su propia vida, y aprendió a conocer los inmensos recursos economicus intelectuales y morales de que disponia: entrevió y comprendió su fuerza de iniciativa. Al mismo tiempo vio que la banda de charlatages que se había apoderado del poder no sabía organizar la defensa de Francia ni el desenvolvimiento interior. Vió a ese gobierno central atravesarse ante todo lo que la inteligencia de una gran ciudad podia iniciar.
Comprendió además la importancia de un gobierno, cualquiera que sea, para hacer frente a los grandes desastres y para facilitar la evolución dispuesta a realizarse. Sufrió durante el sitio una miseria espantosa, la miseria de los trabajadores y de la de los defensores de la ciudad al lado del lujo insolente de los holgazanes, y vio fracasar, por culpa del poder central, todas sus testativas para poder fin a ese régimen escandalcso. Cada vez que el pueblo quería volar libremente el gobierno le hacía más pesadas las cadenas, y surgió naturalmente la idea de que París debía constituirse en Comuna independiente que realizara dentro de sus murallas lo que le dictará el pensamiento del pueblo. Se ha hablado mucho recientemente. con alegría en la prensa burguesa, con pena en la prensa obrera. de la bancarrota de La Loternacional. ruidosamente manifestada, segúa dicep.
por la guerra actual. Preguntándose si sería posible su reconstitución después de todos. los odios provocados por la guerra.
La respuesta es in udable: el principio fundamental de la gran Asociación obrera es tan justo y tan rico en cons cuencias favorables al progreso de la humanidad, que La laternacional renacerá, sin duda, de sus cenizas. No la mato la guerra de 1870 71: el principio de solidaridad entre los explotados quedo triunfante, a pesar del justo rencor contra los alemanes.
Si, La lateroacional se reconstituirá; pero introduciendo un nuevo principio en su pro.
grama.
Los trabajadores comprenderáo que al entrar en su seno cada miembro de la Asociación de berá en su fuero interno prestarse el jurameato de intervenir, en la medida de sus capacidades basta tomando las armas para la dtfensa de tcda nación a la que otra bación trate de conquistar o reteuer por fuerza bajo su dominio.
Sin eso, no puede haber una verdadera Internacional.
La primera reunión pública de una sección de La lateraacional a que asisti, en 1872, en Zurich, era una reunión coamemorando el levaotamiento de Pologia; y no olvidare jamás el sentido fogoso discurso pronunciado por el obrero tiotorero Greulich, qu: juraba por la bandera rcia. tinta eo sangre de los trabajadores. enarbolada en la tribuna al lado de la bandera nacional po.
laca, que cada tentativa de Polonia para librarse del yugo extranjero hallaría eco y apoyo en los corazones de los obreros suizos.
Aquello era verdadero interpacionalismo. Porque mientras haya una sola nación oprimida por otra nación e impedida de satisfacer su deseo de bablar su lengua, de desarrollar su genio cional y de darse las formas políticas que quiera; en tanto que haya una sola pación que quede en la situació a en que se hallaba Italia hasta la guerra de 1859 y los levantamientos de 1860; o una pa.
ción fragmentada y sufriendo el yugo de tres naciones, como le sucede a Polonia, o duminada por otras naciones, como lo son las pequeñas nacionalidades eslavas en los Balkanes, los Leras, los Pequeños Rusos, los Giorgianos y los Hebreos en Rusia, los Irlandeses en laglaterra, los babitan.
tes del Schleswig Holstein en Alemania. y así sucesivamente; es decir, mientras existu esa opresión y cada internacionalista no haya decidido combatirla, no habrá Internacional; no habrá más que su simulacro.
Se nos dirá, quizá se haya dicho: Pero si Polonia, o cualquiera otra aación, una vez liberta.
da, se da un rey y unos capitalistas que la exploteo tanto como los opresores extranjeros, a qué ayudarle a libertarse? La respuesta es sencilla. Con qué derecho podríamos aconsejar a tal pa.
ción que no caiga en tal error, si nosotros, orgullosos con nuestra libertad o más bien de puestra esclavitud no la hemos ayudado cuando había de sostener una doble lucha? Ayudémosla.
Solamente en ese caso podremos ejercer una iufluencia sobre su desarrollo ulterior.
Durante los primeros seis años de la primera lateraacional, se comprendió esa idea; poco a poco, después dela guerra de 1870, ceso de comprenderse. Por qué?
Porque, por una parte, la idea. procedente de Alemania, de que las formas de gobierno no importan al proletario toda vez que tiene un simulacro de Parlamento, comenzó a extenderse, y porque se añadió esta otra ida, que nioguna revolución social es posible hasta que el capitalismo no haya alcanzado un máximum de desarrollo y de concentración en manos de un corto número de explotadores; en tanto que, segua la logomaquia hegeliana, tan provechosa para los gobiernos el capital no llegará a la pegación de sí mismo. Entre tanto se predicaba también el desprecio de cada tentativa revolucionarja, sea económica, sea política; se probaba por B su imposibilidad, y se recomendaba a los socialistas la conquista de los poderes. en el Estado bur.
gués acinal, notese bien, es decir, en el ingenio alemán, con todas sus ignomioias de opresión del campesino por los barones feudales, y de las nacionalidades, por el régimen prusiano; la desnacio.
nalisación de los polacos y la colonización de la Poznania. lo mismo que la Polonia rusa, con fines de conquista. por arrendatarios prusianos, subvencionados por el Estado alemán, y todo lo demás. Y, con esto, se tenia el atrevimiento de titularse internacionalistas!
Esa es la comprensión del socialismo que Marx. sin sospechar hasta donde ella conduciria a los socialistas, aquaciaba victoriosamente en uua carta escrita en 1871 publicada recientemente en que preveia, después del triunfo de los ejércitos alemaces, el del socialismo alemán sobre el socialismo francés.
La duda escéptica concerniente a toda tentativa de revolución y la indiferencia frente a la opresión política, que se exparcieron por Europa durante una treintena de afios, fueron los resultados de esas teorías nefastas, que se acomodaban tan bien con los intereses de la burguesía alemana tomando su vuelo desde 1871.
Por otra parte, hemos visto a la prensa social. democrata alemana negarse a reconocer nada natural y laudable en los esfuerzos bacia la independencia de las pequeñas nacionalidades. Cuando las poblaciones eslavas se rebelaban contra el yugo turco o austriaco, esa prensa, inspirada por la politica exterior por las circulares de Engels, no veía en ellas más que el efecto de los rublos rusos. lo mismo que los realistas franceses, que no veían en la grau Revolución más que el oro de Pitt. el dinero del duque de Orleans, o la cerveza del cervecero Sagterre. Y, por triste que sea declararlo, los rublos rusos bastan todavía a inmenso número de trabajadores para explicar las grandes y trágicas cuesticnes de las nacionalidades oprimidas.
El resultado lo vemos hoy. Millones de socialistas alemanes se han lanzado, hace tres meses, sin vacilar un instante, a la conquista de Belgica y de Francia, porque, según sus maestros lo mismo que sus amos, esa conqui:ta era necesaria a la nación alemana, para enriquecer más a su clase capitalista, o, babiando la jerga dei socialismo alemán, para acelerar la caída del capitalismo, favoreciendo su aumento y su centralización. Habiendo inculcado semejantes enseñanzas a la clase obrera, se comprende por qué se hizo imposible La Internacional. he aqui por qué es evidente, que, repaciendo después de la guerra, La laternacional, lejos de reducir su programa, le mancbará. Rechazará las enseñanzas que Mars denominaba con razon el socialismo alemán, y vendrá al socialismo internacional, que no puede menos de proclamar la completa libertad de cada pación, por pequeña que sea, y su derecho ab.
soluto a desarrollarse como lo entienda. No dirá que las cuestiones nacionales no tienen razón de ser, oi que es indiferente al proletario que haya de sufrir además del explotador economico, un amo político que le tenga bajo su férula feudal o militarista y le probiba hasta hablar la leogua que aprendio en la intancia. Comprenderán, y los aparquistas serán los primeros en apoyar este principio fundamental, que una unión internacional no es posible más que entre naciones que se traten como iguales y no traten de imponer sus instituciones, su manera de pensar y los intereses de sus capitalistas a otras naciones.
Asi es como La Internacional obrera, mientras estuvo bajo la influencia latina, comprendia sus deberes.
Así es como los comprenderá de nuevo, en cuanto se desembarace de la férula alemana.
Brigton, 30 octubre 1914.
PEDRO KROPOTKINE (De La Bataille Syndicaliste, noviembre de 1914. La descomposición de los Estados. La situación económica de Europa se expresa por estas palabras: caos industrial y comercial y quiebra de la producción capitalista. La situación política, por estas: descomposición galopante y quiebra próxima de los Estados, Todos, desde la autocracia rusa hasta la oligarquía burgnesa suiza corren hacia la descomposición, y por tanto hacia la revolución.
Viejos impotentes, roidos por enfermedades constitucionales, incapaces de asimilarse las olas de ideas nuevas, derrochan sus escasas fuerzas, viviendo a expensas de sus años ya contados. EI Estado, esa organización en la que se deja en manos de algunos la gestión de todos los asuntos de todos, esa forma de organización humana ha terminado su tiempo, La humanidad elabora ya nuevos modos de agrupación.
Después de haber alcanzado su punto culminante en el siglo XVIII, los viejos Estados de Europa bao entrado en su periodo descendente, y caen en la decrepitud. Los pueblos, sobre todo los de la raza latina, aspiran ya a la demolición de ese poder que no hace más que impedir su libre desarrollo. Quieren la autonomia de las provincias, de los municipios, de las sociedades obreras unidas entre sí, no por un poder impuesto, sino por contratos mutuos libremente aceptados.
Tal es la fase histórica en que nos hallamos, y no hay ni puede haber nada que impida su realización.
Si las clases directoras pudieran tener el sentimiento de la posición, se apresurarían a marchar a la cabeza de esas aspiraciones, pero envejecidas en la tradición, fanatizadas en el culto del dinero, se oponen con toda su energia a esa nueva corriente de ideas, y fatalmente nos conducen hacia una conmoción violenta. Las aspiraciones de la bumanidad se abrirán paso, pero al estampido del cañón, a la crepitación de la ametralladora, al resplandor de los incendios. su oposición, tras la caída de las instituciones medioevales, los Estados aparecieron en Europa, afirmándose y engrandeciéndose por la conquista, la astucia y el asesinato, y entonces apenas intervenian en un corto círculo de asuntos humanos. Ea el día, el Estado interviene eu todas las manifestaciones de la vida. Como centro, provincia o municipio nos despoja, nos sujeta, nos molesta. Legifera sobre todos nuestros actos, acumula montañas de leyes y mandatos y ba formado una máquina tan complicada y obstructiva que repugna a los mismos que han de hacerla funcionar. Crea un ejército de empleados, de arañas, que ven el mundo a través de los vidrios sucios de sus oficinas y de sus grasientos protocolos; una banda degra sin más religión que la de la peseta, sin más cuidado que engancharse a un partido político que le garantice un máximum de beneficio con un minimum de trabajo.
PBDRO KROPOTKINE (Do Paroles un Revoité, 1885)
Kronotline echando un remiendo al Programa de La loternacional, en defensa de los Estados pequeños, como si en ellos no existiera la explotación propietaria. capitlista lo mismo que en los Estados grandes se rebaja al pivel de los catalanistas, que luchan contra la centralización española en pro de una autonomía medioeval, o de Lerroux, quien declara que las reivindicaciones obreras deben limitarse a lo que pueda sancionar la Gaceta.
hoteis compañeros? No hay caudillo ni dogmatizante que merezca confianza absoluta, foi el bondadoso Kropotkine a sus 72 sbos! Repitamos una vez más y para siempre: La emancipación de los trabajadores ha de ser nuestra propia obra; 100 hay más remediсl Desarrollemos nuestra inteligencia, fortalezcamos nuestra energia, fjemos nuestra voluntad; aprovechemos las luces, las benevolencias y los descuidos de los privilegiados, y, sia dar los galones de la jefatura a nadie, tiremos adelante, y ¡Viva la Anarquial