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AMAUTA 15 VLADIMIR ILIITCH LE NIN POR LEON TROTSKY En el tercer aniversario de la muerte de Lenin, nos parece oportuno ofrecer a los lectores de AMAUTA uno de los sugestivos y vigorosos estudios escritos por León Trotsky sobre el gran jefe de la Revolución. Es difícil trazar su retrato. declara Gorki hablando de Lenin. Es justo. Lo que Gorki ha escrito de Lenin es muy débil. El tejido de su descripción parece hecho de los elementos más diversos. veces se distingue un hilo mas brillante que los otros, se discierne penetración artística. Pero los hilos de un banal análisis sicológico, son mucho más numerosos, y se percibe constantemente al moralista de la pequeña burguesía. En el conjunto la tela no es muy bella. Pero como el tejedor es Gorki, vale la pena examinar su obra por algún tiempo. He aquí por qué hay que hablar de ella.
Tal vez encontraremos la ocasión de avalorar u observar mejor ciertos rasgos, grandes o pequeños, de la figura de Lenin.
Gorki tiene razón de decir que Lenin es una encarnación de la voluntad tendida hacia el fin, de una estupefaciente perfección. La tensión hacia el objeto de Lenin, es su rasgo esencial. De él hemos hablado ya y hablaremos aún. Pero cuando Gorki, un poco mas adelante, ponea Lenin en el número de los justos etc. esto suena falso y es de mal gusto. Esta expresión de justo. tomada en préstamo a la iglesia, al lenguaje de los sectarios religiosos, oliente a su cuaresma y al aceite de las lámparas sagradas, no conviene absolutamente a Lenin. Era un gran hom bre, un gigante magnífico, y nada humano le era extraño. En un congreso de los soviets, se vió subir a la tribuna un representante bastante conocido de una secta religiosa, un comunista cristiano o algo de este género, muy mañoso y redomado, quien en seguida entonó una letanía en honor de Lenin, llamándolo paternal y bienhechor. Me acuerdo de que Vladimir Iliitch, que estaba sentado en la mesa de la directiva, alzó la cabeza, casi asustado, en seguida se volvió ligeramente y nos dijo a media voz, en tono furioso, a sus vecinos más próximos. Qué quieren decir estas indecencias?
La palabra le escapó de una manera del todo inesperada, como a pesar suyo, pero por esto mismo era la más justa. Una risa interior me sacudía, yo me delectaba de esta incomparable precisión de Lenin, de tal modo espontánea, sobre las alabanzas del muy cristiano orador. bien, el justo de Gorki tiene algo de común con el padre benefactor del hombre de iglesia. Es, si lo permitís, en una muy ligera medida, la misma cosa.
Lo que sigue es todavía peor: Para mí, Lenin es un héroe de leyenda, un hombre que ha arrancado de su pecho su corazón ardiente para alzarlo como una antorcha y alumbrar el camino de los hombres.
Esto recuerda completamente a la vieja Izerghil. es así me parece como se llamaba la bruja que interesó a nuestra juventud. y está en el género de su historia sobre el zingaro Danko. Creo no equivocarme en mis recuerdos. Se vé también en este cuento, un corazón que se transforma en antorcha.
es otra canción: es ópera. Digo bien, ópera, con decorado de paisajes del mediodía, con un alumbrado de juegos de bengala y con una orquesta de zíngaros.
En la persona, en la figura de Lenin no hay nada que evoque una ópera y menos todavía el romanticismo de los bohemios nómades. Lenin es un hombre de Simbirsk, de Piter. de Moscú, del mundo entero, un rudo realista, un revolucionario profesional, un destructor de todo lo falso y teatral de la bohemia revolucionaria; no puede tener ningún parentesco con Danko, ese héroe de la fábula. Los que tienen necesidad de modelos del espíritu revolucionario, tomados a las novelas de los zingaros, deben buscarlos en la historia del partido de los socialistas revolucionarios. Gorki dice tres líneas mas adelante: Lenin era simple y derecho como todo lo que decía. Si era así. por qué imaginarlo arrancando de su pecho su corazón inflamado? No habría en este gesto ninguna simplicidad, ninguna franqueza. Pero estas dos palabras simple y derecho no están elegidas muy felizmente; verdaderamente hay en ellas demasiada ingenuidad y demasiada sinceridad. Se habla así de un buen muchacho, de un bravo soldado, que dice buenamente la verdad como la siente. Pero estos tèrminos no convienen a Lenin en cualquier forma que se les tome.
Ciertamente, Lenin era de una simplicidad genial en sus decisiones, en sus conclusiones, en sus métodos, en sus actos: sabía rechazar, desechar todo lo que no tenía una importancia real, todo lo que no era sino accesorio o in