Communism

Amauta 77 educación debe estar ligada extrechamente a la producción material, gue otra de mayor radio de acción, o sea la de convertir la Escuela en una fuente inagotable de energía social.
Es, pues, comprensible porque una educación desligada del grupo social, manifiestamente individual y, por ello, egoista tenía que apartarse de toda actividad y cerrarlo dentro de una vida indolente, contemplativa y al parecer humillante. La misma catequización de los frailes españoles debió mantener esa cohesión; no lo hicieron así, el resultado de tal error fué la deflagración religiosa del indio. El fraile español destruyó sin piedad el nexo ancestral del ayllu, que era la Huaca, y así perturbó la lenta y magnífica evolución de la religiosidad del indio, la que iba rumbo a la religión de las artepasados, suprema y única concepción del fenómeno religioso normal.
Puede seguirse la ética del indio dentro de este mismo fenómeno social. El ayllu organizado ya sea como un régimen de comunismo agrario o como un colectivismo de la misma índole debía desenvolver en el espíritu del indio una ética social profunda, la cual se desquició cuando los españoles deshicieron el ayllu y crearon la encomienda.
Sabido es que a la encomienda se le puso una máscara die humanidad y filantropía para disfrazarla del odioso propósito que enceriba. Sin embargo, juzgando esta organización conforme a lo que sus disposiciones señalan, y hay que convenir que tal adoctrinamiento, catequización y tutela de parte del encomendero no estaba el acuerdo con los intereses del indio, menos con su pasado histórico, ni con su contextura psicológica, ni con el medio social donde desenvolvió por siglos su actividad.
Un régimen de dominio absoluto, una completa enfeudación del alma y del cuerpo al servicio del encomende, o egoista, soberbio y brutal debió contrastar con la vida intensa, dinámica y hondamente social del ayllu. Aquí el interés dominante era la colectividad. El trabajo y la producción tenían un elevado sentido de solidaridad; la distribución un princ pio de equidad. La encomienda era para él el abajo forzado, la obligación dolorosa, la voluntad del amo. Su esfuerzo quedaba en manos del terrateniente, sin trascendencia alguna para los demás, ni siquiera para sus hijos, dispersos unos, sometidos a la gleba otros. ello había que aunar una eligión extraña a su mentalidad y a su tradición con una ética en perpetua crisis, ética que se deflagraba al impulso de apetitos y de intereses egoistas. Los indios habían aprendido a agruparse y a trabajar bajo la tutela de sus Huacas.
La Huaca era una abstracción, considerada en si misma era el lejano ancestral fundador del grupo. Objetivado en el Malqui era el antepasado más cercano con quien podía trazar su árbol genealógico.
Así bajo la égida de esta concepción religiosa la ética del indio fué más recia, más humana, más noble que la ética cristiana. Qué principios de moral podía ofrecer el cristianismo al indio peruano? Sin temor a aquívoco podemos afirmar que ninguna. Al contrario engendró en el indio la timidez, la falta de seguridad en si mismo, dirigió su mentalidad hacia errores de ultratumba, y, por todo aquello, aquel sentido de solidaridad social, aquella máxima fusión en el upo desapareció al conjuro de un régimen político y de una religión impuesta por la fuerza.
Si tales fueron las normas dentro las que el indio se movió, hay error en dirigir su civilización siguiendo principios distintos a aquellos