CommunismJosé Carlos MariáteguiMarxismSpain

76 Amauta si, previamente, no se transforma la escuela destinada a cumplir una misión burocrática, en otra capaz de ser el núcleo de una agitación revolucionaria.
Dónde comienza la función social y política de la Escuela y dón.
de su función meramente pedagógica; son cuestiones que a Mariátegui llamó la atención desde los primeros ensayos con que se inició en esta árida y compleja materia. En el Perú, tal problema no ha tenido hasta hoy solución posible, y juzgamos que no lo tendrá mient as subsista la actual organización social y política. Buscar la solución de continuidad entre el fenómeno político y pedagógico de la Escuela en las actuales circunstancias es sencillamente un absurdo.
Mariátegui, como sociólogo, apuntó el hecho de suyo grave en el Perú, donde el elemento aborigen constituye una formidable masa que obstaculiza todo proceso evolutivo.
Ese elemento se ha detenido sobre la ruta no por deficiencia de orden biológico, sino económico. El indio vivió un largo período de tiempo dentro del ayllu, organización social esencialmente económica.
Si España hubiera enfocado como lo hicieron los Incas toda su política hacia esa célula social, ésta hubiera alcanzado proporciones inesperadas. No fué así; el latifundio destruyó el ayllu. Esta quiebra económica originó el desastre espiritual del indio, agravado con la brutal imposición del catolicismo.
El hecho de haberse desconocido la función económica del ayllu, prueba lo que acertadamente dijo Mariátegui al juzgar la obra de España como una labor de conquista, más no de colonización. Si este criterio de colonizar hubiera predominado, la misma tardía política de las reducciones de indios hubiera tenido mayor éxito. Pero las causas de la dispersión fueron tan profundas que el indio no quiso reagruparse. Las reducciones tenían en su esencia un carácter administrativo; el factor económico quedó descartado. Esta errónea interpretación de la conciencia social del indio destruyó el ayllu y el espíritu de solidaridad dominante en aquél.
El Imperio buscó en el fenómeno económico la unidad del Estado.
El Virreynato trató de encontrarlo en una maquinaria administrativa que funcionó mal y entorpeció el propósito perseguido. La República ha seguido estas huellas. Ni la famosa legislación española, ni las declaraciones ditirámbicas de los gobernantes de la República a favor del indio sirvieron ni sirven para dar solución al denominado problema del indio. precisamente porque olvidaron y olvidan que el desideratum está en devolver al indio su capacidad económica.
Considerada la cuestión en este terreno, la educación del indio ha de ser concomitante al problema económico, que en este caso es la tierra. El indio está descentrado, vive fuera de órbita propia, si se le aleja de la tierra, si se usurpa la que fué suya, si se menoscaba en lo mirimo el derecho innato que siente hacia la propiedad de ur a farcela.
Si la vida total del indio se mueve bajo el impulso de este complexo mental, es evidente que ninguna función de orden social, como es la educación puede apartarse de ese nexo, sin que la tarea resulte ímproba.
Esta visión clara y precisa del problema ha de lleyarnos a sostener el lema: Escuela con tierra propia. Tal es, por lo menos, el camino que la política educativa sigue en México y el que Rusia adopta, rectificando, en parte, sus primeros ensayos de la escuela comunista. la interpretación literai de la doctrina pedagógica marxista de que la