64 Amauta del juego de la palabrería demagógica del Pa tido Radical, justificando igualmente la influencia de la Reforma en las organizaciones sindicales, que ideológicamente estaban en condición de sumarse al movimiento pequeño burgués.
El proletariado, argentino creyó en los cantos de sirena de los jovenes de la Nueva Generación y de la Reforma, agentes convictos y confesos del Partido Radical que les prometían una libertad sin trabas, una efectiva emancipación, aumento de salarios, elevación del nivel de vida. El proletariado esperó mejorar su situación precaria apoyando esta política reformista.
La experiencia ha sido útil. Hoy los obreros han abandonado a la Nueva Generación y sus quimeras de Justicia Social. Fortifican su propio partido de clase. Adoptan la doctrina revolucionaria proletaria, que plantea como cuestión previa la abolición de la propiedad privada. Se alistan para la conquista del poder, expulsando del Estado a la pequeña burguesía. La revolución, dice Marx, sólo podrán hacerla los proletarios, porque son los únicamente interesados en que se cumpla este axioma es hoy tomado en cuenta por la vanguardia consciente de la revolución proletaria en América.
GAMALIEL CHURATA. ELOGIO DE JOSE CARLOS MARIA TEGUI.
GASTS Cena: Ontdeseos OSE Carlos Mariátegui es el escritor peruano que ejemplariza mejor el estado caótico de nuestra organización como República. La misma evolución de su cultura revela que la instrucción no es un privilegio de los pobres. los catorce años dice entré de alcanza rejones a un periódico. ya el año diecinueve trabajaba en el diarismo. Es un autodidacta. Un antiuniversitario. Pero se matricula en la Universidad de Lima con el sólo interés de seguir un curso de latín de un agustino erudito. La importancia de su autodidaccia se mide por la variedad de sus conocimientos y la consistencia de ellos. De su banco de inválido le querían llevar a la cátedra las juventudes libres del Perú que descubrieron en ese hombre sin colegio al profesor, al maestro innatos. Desde los primeros días de su vida es un batallador contra la penuria económica y la falta de medios para organizar la sabiduría. Está constantemente excitado por el deseo de abarcar nuevos límites a su cultura; posee la inquietud cervical que lleva, o arrastra, más propiamente, a la concentración del panorama humano. Este es el signo más frecuente del educado por sí mismo: quererlo aprisionar todo en un haz. En una especie de ataujía revelará su entusiasmo hervoroso por toda disciplina, y querra, como un bárbaro primitivo, levantar su tienda de pieles de reno o de puma, sobre el destrozo del mundo extraño sobre el cual se levanta. Habla en su espíritu los potentes gruñidos del pitecantropo que lleva todo hombre en la cartera. entonces, de poder, desenvuelta su capacidad de acción, será, para la historia, como el mar revuelto que protesta en las rocas. La universidad da, casualmente, el tono sedante, y sitúa el ímpetu dentro de las normas lógicas, atenúa y por fin tamiza al hombre. Crea la civilización. Cosa bien pobre desde luego, Tube