World War

Amauta 13 lavos capitularon. El frente austriaco se deshizo. este desastre militar y moral resonó inmediatamente en el frente alemán. El frente alemán estaba, no obstante la vigorosa ofensiva alemana, militarmente intacto. Pero el frente alemán estaba, en cambio, política y moralmente quebrantado y flanqueado. Hay documentos que describen el estado de ánimo de Alemania en los días que precedieron a la capitulación. Entre esos documentos citaré las Memorias de Ludendorf, las Memorias de Hindemburg y las memorias de Erzeberger, el leader del centro católico alemán, asesinado por una nacionalista por su adhesión a la revolución y a la república alemana y a la paz de Versailles. Tanto Ludendorf como Hindemburg y como Erzberger nos enteran de que el Kaiser, considerando únicamente el aspecto militar de la situación, alentó hasta el último momento la esperanza de una reacción del ejército alemán que permitiese obtener la paz en las mejores condiciones.
El Kaiser pensaba: Nuestro frente militar no ha sido roto. Quienes lo rodeaban sabían que ese frente militar, inexpugnable aparentemente al enemigo, estaba ganado por su propaganda política. No había sido aún roto materialmente; pero si invalidado moralmente. Ese frente militar no estaba ya dispuesto a obedecer a sus generalísimos y a su gobierno. En las trincheras germinaba la revolución.
Hasta ahora los alemanes pangermanistas, los alemanes nacionalistas afirman orgullosamente: Alemania no fué vencida militarmente. Es que esos pangermanistas, esos nacionalistas, tienen el viejo concepto de la guerra relativa, de la guerra militar, de la guerra diplomática. Ellos no ven del cuadro final de la guerra sino lo que el Kaiser vió entonces: el frente militar alemán intacto. Su error es el mismo error de los comentadores superficiales que vieron en la derrota italiana de Caporetto únicamente las causas militares y que vieron, más tarde, en la reorganización del frente italiano, únicamente causas militares también. Esos nacionalistas, esos pangermanistas, son impermeables al nuevo concepto de la guerra absoluta. Poco importa que la derrota de Alemania no fuese una derrota militar. En la guerra absoluta la derrota no puede ser una derrota militar sino una derrota al mismo tiempo político, moral, ideológica, po que en la guerra absoluta los factores militares están subordinados a los factores políticos, morales ideológicos. En la guerra absoluta la derrota no se llama derrota militar, aunque no deje de serlo; se llama derrota simplemente. Derrota sin adjetivo, porque su definición única es la derrota integral.
Los grandes críticos de la guerra mundial no son, por esto, críticos militares. No son los generalísimos de la victoria ni los generalisimos de la derrota. No son Foch ni Hindemburg, Díaz ni Ludendorf.
Los grandes críticos de la guerra mundial son filósofos, políticos, sociologos. Por primera vez la victoria ha sido cuestión de estrategia ideológica y no de estrategia militar. Desde este punto de vista vasto y panorámico, puede decirse, pues, que el generalísimo de la victoria ha sido Wilson. este concepto resume el valor de la intervención de los Estados Unidos.
No haremos ahora el examen del programa wilsoniano; no haremos ahora la crítica de la gran ilusión de la Liga de las Naciones. De acuerdo con el programa de este curso, que agrupa los grandes aspectos de la crisis mundial, con cierta arbitrariedad cronológica, necesaria para la mejor apreciación panorámica, dejaremos estas cosas para la clase relativa a la paz de Versailles. Mi objeto en esta clase ha sido solo el de fijar rápidamente el valor de la intervención de los Estados Unidos