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Amauta 11 Estas circunstancias condujeron a Italia a la intervención. Las razones diplomáticas eran, comparativamente, de menor cuantia. Probablemente no habrían bastado para obligar a Italia a la intervención.
Pero sirvieron, por supuesto, para que los elementos intervencionistas crearan una corriente de opinión favorable a la guerra. Los elementos intevencionistas eran en Italia de dos clases. Los unos se inspiraban en ideales nacionalistas y revanchistas y veían en la guerra una ocasión de reincorporar a la nación italiana los territorios irredentos de Trento y Trieste. Veian, además, en la guerra una aventura militar fácil y gloriosa, destinada a engrandecer la posición de Italia en Europa y en el mundo. Los otros elementos intervencionistas se inspiraban en ideales democráticos, análogos a los que más tarde patrocino Wilson, y veian en la guerra una cruzada contra el militarismo prusiano y por la libertad de los pueblos. El gobierno italiano tuvo en cuenta los ideales de los nacionalistas al concertar la intervención de Italia en la guerra.
Entre los aliados e Italia se suscribió el pacto secreto de Londres.
Este pacto secreto, este célebre pacto de Londres, publicado después por los bolcheviques, establecia la parte que tocaria a Italia en los frutos de la victoria. Este pacto, en suma, empequeñecia la entrada de Italia en la guerra. Italia no intervenía en la guerra en el norabre de un gran ideal, en el nombre de un gran mito, sino en el nombre de un interés nacional. Pero esta era la verdad oculta de las cosas. La verdad oficial era otra. Conforme a la verdad oficial, Italia se batía por la libertad de los pueblos débiles, etc. etc. En una palabra, para el uso interno se adoptaba las razones de los intervencionistas nacionalistas y revanchistas; para el uso externo se adoptaba las razones de los intervencionistas democráticos. se callaba la razón fundamental: la necesidad en que Italia se hallaba de intervenir en la contienda, la imposibilad material de permancer nutral. Por esto dice Adriano Tilgher que, en un principio la guerra italianà fué conducida con mentalidad de guerra relativa, de guerra diplomática. Las consecuencias de esta politica se hicieron sentir muy pronto.
Durante la primera fase de la guerra italiana, hubo en Italia una fuerte corriente de opinión neutralista. No solamente eran adversos a la guerra los socialistas. También lo eran los giolittianos, Giolitti y sus partidarios, o sea un numeroso grupo burgués. Justamente la existendia de este núcleo de opinión burguesa neutralista consintió a los socialistas actuar con mayor libertad, con mayor eficacia, dentro de un ambiente menos asfixiantemente bélico que socialistas de los otros países beligerantes. Los socialistas aprovecharon de esta división del frente burgués para afirmar la voluntad pacifista del proletariado. La unión sagrada. la fusión de todos los partidos en uno solo, el partido de la defensa nacional, no era, pues, completa en Italia. El pueblo italiano no sentia unánimemente la guerra. Fueron estas causas políticas, estas causas psicológicas, más que toda causa militar, las que originaron la derrota de Caporetto, la retirada desastrosa de las tropas italianas ante la ofensiva austro alemana. la prueba de esto la tenemos en la segunda fase de la guerra italiana. Después de Caporetto, hubo una reacción en la política, en la opinión italiana. El pueblo empezó a sentir deveras la necesidad de empeñar en la guerra todos sus recurLos neutralistas giolittianos se adhieren a la unión sagrada.
Una fuerte ola de sentimiento nacionalista dominó el país. desde ese momento no fué ya solo el ejército italiano, respaldado por un gobierno y una corriente de opinión intervencionista, quien combatió conSOS.