BourgeoisieCapitalismImperialism

Amauta Uruguay, el establecimiento de gobiernos militares indican que también aquí la quiebra de los capitalismos nacionales, viles instrumentos del imperialismo, es un hecho.
Nuestras clases dominantes, asalariadas por los banqueros y bajo la vigilancia de sus Embajadores, apelan a regímenes cínicamente fascistas, para contener el empuje revolucionario, garantizando los cuatiosos intereses de sus patronos. Todo gobierno al llegar al poder, constitucional o inconstitucionalmente, declara como cuestión previa de sumisión al imperialismo, el cumplimiento de los compromisos contraídos con este, el recorocimiento de los empréstitos, el pago de los interesés y amortizaciones, la conservación de las propiedades y las vidas de los extranieros.
emEL PERU FRENTE LA CRISIS El leguiismo fué el instrumento de penetración del imperialismu que se aseguraba el mercado peruano y el abastecimiento de productos naturales, necesarios a su industria.
Leguía, hombre salido de los círculos comerciales, aunque apadrinado en política por el Civilismo, representó frente a este los interesés del capitalismo industrial, comercial y bancario, independiente del usufucto de la tierra. Leguía odiaba,. con un odio de clase, a sus antiguos correligionarios civilistas, casi todos ellos grandes terratenientes, representantes del espíritu feudal, retrógrados por naturaleza.
La plétora de capitales exportables en New York, permitió a los sagaces banqueros extranjeros favorecer esta oposición leguiista, enemiga de los intereses de la casta oligárquica, facilitando los fondos para las obras públicas. En algunos aspectos, la política de Leguía se diferencia de la del Civilismo, en que tiene indudablemente cierto empuje y audacia capitalistas. Los proyectos de irrigación, detrás de los cua es estaban indudablemente los intereses del imperialismo, peñado en provocar un aumento del consumo interno del país, que hiciera subir las importaciones de mercancías de los Estados Unidos, con su ataque directo al principio feudal de la propiedad del agua y de la tierra, eran actos específicamnte capitalistas, contra los cuales reaccionaba y litigaba la mentalidad feudal de los latifundistas criollos, de la categoría de Pied: a, por ejemplo.
Leguía luchó tenazmente por formar una burguesía fuerte, que hiciera, en política, el contrapeso al Civilismo. Poco le importó el medio de alcanzarlo. Participaron con él en los beneficios de los préstamos reiterados, elementos desconectados de la gran propiedad de la tierra, pequeños propietarios, modestos profesionales, obscuros funcionarios públicos. Creó fortunas nuevas y consolidó a familias arruinadas. Pero su ruptura con el Civilismo, como clase, no fué completa, por cuanto colaboró con los gamonales y caciques serranos en los cuales también se apoya la casta civilista.
El medio escogido no fué acertado. Acaso Leguía hubiera preferido otro. En lugar de caminos, obras públicas, impulso a la producción agrícola, división del latifundio, desarrollo de la Industria pesada. Los banqueros, que exaltaban hasta más allá del ditirambo su calidad de financista, se cuidaban perfectamente de que el importe de sus préstamos se invirtieran de acuerdo a los intereses del imperialismo. La deu