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Amauta 71 en sus diversas tentativas huelguísticas y de protesta. Si introduciendo la máquina se beneficia mayormente, aumentando sus productos y disminuyendo la mano de obra, los desocupados le permiten obtener ventajas de los descontentos, moviéndolos oportunamente cuando las circunstancias lo requieran y la situación lo exija. Los sin trabajo constituyen un serio peligro no exclusivamente para los propios trabajadores que se ven amenazados de ser despedidos y sustituídos por ellos en casos de huelgas otras cuestiones idénticas. De esta manera el capital realiza su juego, oprimiendo y explotando enérgicamente la fuerza trabajo y racionalizando la producción.
Pero fuera de esta perspectiva que la desocupación presenta para el régimen capitalista, ventajosamente, es natural; y aparte la trayectoria revolucionaria que deviene con un mejor orientamiento ideológico y sindical ¿no tine ella otras consecuencias, carece de otras manifestaciones? Efectivamente la desocupación asume un papel social harto serio, no por lo que toca ejercer como fuerza organizada ya y extructurada conforme a un plan de reivindicación, sino, más bien, por los males que redunda, por los peligros que trae, por los vicios y daños que para sí misma ofrece. Es en las grandes ciudades del industrialismo donde se puede apreciar y constatar el espectáculo bastante deprimente de los desocupados. Berlín, París y Londres, como Nueva York, Manchester, Hamburgo y otros centros de marcado impulso industrial presentan cuadros aterradores de miseria y de degeneración provenidos unicamente de los desocupados, que por los varios años de estar sin trabajo, conviértense en fuerzas negativas y anti sociales. La reserva industrial escribe el teórico marxista ya citado presenta aspectos de embrutecimiento, de hambre, de mortalidad excepcional y hasta de delincuencia. Los que desde años atrás no encuentran trabajo se dan al alcoholismo, a vagabundear, a pedir limosna, etc. son éstos los que llegados a un límite muy por debajo del proletariado, constituyen una nueva clase que ha olvidado ya el trabajo. Forman lo que se llama el hampa proletaria, producto neto del régimen capitalista.
Por otra parte, la desocupación es un fenómeno que reflejándose en daño directo de las crecidas masas sin trabajo, extiende sus castigos, su influencia nociva sobre todo el proletariado. El obrero de la usina, de la fábrica, de la empresa industrial que sea, soportando todas las medidas drásticas de la producción, recibe de los desocupados una buena envestida contraria a sus intereses económicos. La plus valia, la super producción, el ejército de reserva que caracterizan este tercer período del capitalismo son hechos de una realidad tal que no hay un solo obrero, en cualquier país capitalista, que pueda tener la certidumbre, de no hallarse hoy o mañana en el número de los sin trabajo y (lo cual es idéntico) bajo la amenaza de una miseria acrecida, del hambre y de la desmoralización. En efecto. continúa diciendo La Correspondencia Sud Américana, en su número último de mayo Jos frutos de la racionalización capitalista que los social fascistas han cantado con todo celo como una salida de la debacle capitalista de post guerra, como la vía del restablecimiento de una economía capitalista normal como un pasaje natural al socialismo y su desarrollo incluso por el capitalismo organizado. esos frutos de la racionalización comienzan ya a caer copiosamente, pero no en lluvia de beneficios para la clase obrera, sino en lluvia de plomo y de bala y de golpes de sable sobre el cuerpo obrero. Los millones de desocupados van a la calle, suben a las barricadas. Los min