64 Amauta capitalistas muy ladinos quisieran persuadir a la Unión Soviética por medio de proposiciones tentadoras que se dejara encadenar por una especie de plan Dawes. Pero los valores formidables que la Unión Soviética es capaz de reunir por sus propias fuerzas ampliando su economía acaban por hacer comprender a los capitalistas que la Unión Soviética no piensa en manera alguna dejarse imponer un plan Dawes o un plan Young cualquiera. Delante de esto, los capitalistas no ven más que una solución: una guerra imperialista contra el Estado proletario. Se arman febrilmente para una guerra común de los Estados imperialistas contra No es por su culpa si no han intentado desde hace tiempo esta agresión. Los antagonismos entre los diferentes Estados bandidos imperialistas y más aún los antagonismos crecientes de clases, en el seno de cada país, se lo impide.
Para el capitalismo se trata, si no de atenuar los antagonismos, al menos contenerlos por un momento en el cuadro de una alianza general contra el poder proletario. El instrumento de que se sirven con vistas a esa finalidad es la pretendida Sociedad de las Naciones. Las negociaciones sobre el desarme anglo americano entre Macdonald y Hoover van encaminadas hacia el mismo objetivo. Pero hay que poner en cada país un dique a los antagonismos internos de clases de modo que los trabajadores consientan dejarse arrastrar a la carnicería bélica contra sus hermanos de clase de la El instrumento de que se sirven los capitalistas para eso es especialmente la socialdemocracia de la II Internacional. Una de las tareas más importantes que la burguesía ha encomendado a la socialdemocracia es propagar embustes y leyendas para crear alrededor del país del proletariado una aureola de inquietud y de espanto.
Ante todo precisa, pues, disipar esa nube de mentiras que ha sido creada en torno de la Unión Soviética por la burguesía y la socialdemoc acia. Así que las masas trabajadoras conozcan la verdad sobre la edificación socialista y sobre el plan quinquenal, no habrá ya carne de cañón dócil y estúpida para la guerra que se prepara contra la Unión Soviética.
La rapidez asombrosa, sin igual en la historia mundial, el entusiasmo con que el proletariado de la Unión Soviética edifica el socialismo, no es una acción deportiva ni el simple deseo de batir un récord.
Es una medida necesaria de la lucha de clase internacional. El ajuste final de cuentas entre el mundo del capitalismo y el mundo del socialismo no es más que una cuestión de tiempo. Hay que utilizar todas las fuerzas en este momento de descanso pacífico. Durante este período hay que transformar el país agrario atrasado, cuya herencia ha sido asumida por el proletariado, en un potente país industrial que pueda hacer frente a todos los ataques militares y económicos del mundo capitalista. Pero es necesario que durante ese descanso, la mayoría de los trabajadores de los países capitalistas se convenzan de que únicamente el camino de la lucha revolucionaria y de la dictadura del proletariado indicado por los bolcheviques y por los partidos comunistas de todo el mundo, puede conducir a la liberación de la clase obrera y a la instauración de una sociedad socialista, descansando sobre el trabajo colectivo y sobre el bienestar de los trabajadores. Si los esfuerzos del proletariado mundial consiguen prolongar ese descanso pacífico hasta la consecución del plan quinquenal, por medio de una lucha reforzada contra su propio capitalismo y por la solidaridad activa con el proletaviado de la Unión Soviética, cada agresión intentada por los imperia.