Amauta 59 mida, liberará a toda la humanidad del sistema de clases, liberándose a sí misma. Jamás hubo transformación más radical que aquella en que el proletariado fué factor. El fin del proletariado está en concordancia con todas las aspiraciones humanas.
Los teóricos del proletariado deben estudiar el arte de edades pasadas para mostrar cómo ha expresado la ideologia de la clase dominante. Hallarán en las piezas un arte que lleva en si toda la evidencia del espíritu bajo de la explotación. Hallarán obras de arte que expresan toda la evidencia pasiva de las masas o su sumisión servil. Hallarán obras embebidas de espíritu escéptico y de duda y otras que tratan de ponerse en el romanticismo al abrigo de la realidad. El proletariado también hallará en el arte de las clases dominantes del pasado una envergadura de proyectos; la confianza del hombre en sus fuerzas y el deseo de lo bueno y lo bello, cualidades esenciales de toda revuelta.
La voz, los gritos, las risas de as canciones de pasado son infinitamente variados, pero todos están sujetos a una evolución social definida. Algunas de ellas expresan las inquietudes de nuestro proletariano y pueden ser útiles en nuestra época. Otras son interesantes como fenómenos sociales y características. Otras, en cambio, son repugnantes.
Acabamos de juzgar el arte por su substancia, pero el teórico proletario puede apreciarlo también por su forma artística. El marxismo demuestra, sin dudas de ninguna especie, las clases que crean ideas nuevas y que organizan sentimientos profundos, que producen un arte ma. gistral.
Por otra parte, hay clases que comienzan a declinar, sin ideología, ni esperanza de mantener su dominio y que se dan un arte puramente formal que les torna la vida más fácil y agradable. En el dominio del arte formal, numerosas deformaciones son posibles. Un esplendor grosero y absurdo; el voluptuoso refinamiento revela el grado de corrupción artística necesaria para hacer el arte agradable a una clase decadente.
EL ARTE, REFLEJO DE LAS EPOCAS Durante los períodos de desarrollo de tal o cual clase, mientras las ideas que las animan y su substancia emotiva hallan una expresión formal apropiada, el arte permanece tranquilo y sereno. El artista está seguro del valor de su obra y está seguro de que su obra merecerá la aceptación del pueblo. Tiene confianza en su aptitud para dar a sus ideas una forma determinada. La época clásica se anuncia. Pero antes de su llegada debe haber un período en el que los sentimientos y las ideas no hallen encarnación. Semejante época coincide más con el advenimiento de una clase determinada al poder que con su apogeo. En ese período, el artista se esfuerza también por hallar una forma política para sus intereses de clase. Estas épocas se caracterizan por su impulsión y su agresividad y porque las formas nueva surgen sin cesar.
El artista, que tiende toda fantasía para capturar las ideas que huyen veloces y que lo guían, carece de claridad, y sus sentimientos se manifiestan con vehemencia. De esto proviene lo que se llama la construcción romántica del arte. Finalmente, cuando la clase ha traspuesto su apogeo, la sociedad no necesita más de ella y las fuerzas nuevas conquistan su lugar, el artista pierde su seguridad, su originalidad se petrificá, sus emociones se hacen triviales, y su cuerpo, antes social