54 Amauta Pero en la calle 57 encuentra usted de todo, y encuentra, por ejemplo, los dibujos de Thelma Wood.
Thelma Wood es la muchacha que vivió en el Africa. Es grave, es agresiva, es silenciosa. Su mundo es un mundo en donde florecen las girafas y los elefantes, las orquídeas y los pájaros submarinos. Conoce la ternura que hay en el ojo de los caballos y el ritmo que agita las corrientes en el fondo del mar. flor de tierra, los animales y las flores y los hombres siguen el movimiento de las raíces, siguen ondulando con un ímpetu vital, tienen el jugo de la energía que circula y vibra a raz de la piel. Thelma Wood dice estas cosas con una diafanidad sorprendente. No pinta: dibuja con líneas puras, sin vacilaciones, líneas de lápiz con punta de plata sobre papel bruñido. Thelma Wood parece un niño que sabe historias sorprendentes y un naturalista que conoce las historias del caballo desde que hizo su primera aparición en el planeta. No le interesan los pintores: le interesa la vida primitiva e inextinguible. Su obra es optimista y es recóndita. Conoce el Africa: ahora sueña con ir al Amazonas.
LA GRAN PRADERA DE LOS ELEFANTES En los dibujos de Thelma Wood la vida tiene un valor de expresión tan definido en una flor como un pájaro. En la pradera de los elefantes el rebaño se mueve entre pastales que casi cubren el cuerpo de los paquidermos. Las cabezas de los elefantes avanzan como flores de una flora milenaria. La vida es unánime y pareja. La unidad del espectáculo es completa. Se revive una escena de un ciclo geológico que sólo recuerdan los sabios. Las hierbas crecen y ondulan como cuando solían cultivarlas los dioses mayores.
Todo esto puede ser algo fantástico. Pero en Thelma Wood tiene un indiscutible fondo de verdad y de realismo. Una vegetación de elefantes puede hallarla el artista imaginativo sin abandonar su estudio cerrado por cuatro paredes. Pero también la vista puede sorprenderla realmente en los paisajes del Asia. José Eustacio Rivera veía en el Amazonas abrirse los brazos de los árboles y a las hojas mover los pardos y gritar a las grietas que dejaban en los tallos las hachas de los caucheros. Pero el delirio es una de las formas normales de observación en medio de a selva. Hay que ponerse a nivel con la gran naturaleza, hay que seguir el ritmo de la lujuria salvaje, hay que tener la grandeza primitiva para que los ojos gocen de un espectáculo primitiThelma Wood en todos sus dibujos mantiene un equilibrio tan justo, una proporción tan adecuada entre lo que mira y lo que expresa, que equilibrio y proporción quedan sobre la obra como un baño de gracia y de humorismo.
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ESCENAS DE UN NAUFRAGIO EN EL FONDO DEL MAR En el fondo del mar, por el corazón del mar anda una carabela. Será su casco de acero como la escama de la sardina, será rojo, será fosforecente o nacarado? En la carabela del corazón del mar gimen las cuerdas y los mástiles: no hay una estrella fija para hacer una carta y los puertos están llenos de piratas y peces con espadas. Sobre la copa de los corales y de los hidriodes pasa la carabela: unas veces se des